El eje izquierda/derecha es el principal referente para ubicar las posiciones ideológicas de los actores políticos y de los electores. Aunque para algunos este continuo está desfasado, no existen mejores categorías para identificar las distinciones programáticas en las arenas políticas. Me inclino por creer que este continuo requiere de ejes ortogonales complementarios para afianzar su utilidad como referente analítico y político. En este texto, propongo ensayar el posicionamiento de los seguidores de las principales figuras y partidos “de derecha” en torno a cruzar el eje ideológico tradicional con uno referido a valores y creencias sobre la organización de la vida social (liberales y conservadores) y con otro sobre las actitudes respecto al establishment político y las preferencias por outsiders. Este es un ejercicio para intentar conocer mejor a quienes (expresa o indirectamente) representan a la derecha en el Perú.

¿Qué es la derecha?

Adscribo a quienes caracterizan la división entre izquierda y derecha referida a la concepción del origen de la desigualdad. Bajo este tipo de entendimiento, la izquierda representa a quienes creen que la desigualdad económica disminuye a través de la intervención estatal; en cambio la derecha reúne a quienes sostienen que el origen de dicha desigualdad es natural y que, por lo tanto, no amerita regulación estatal alguna. Cabe indicar que estamos ante referentes tipológicos ideales que deben entenderse como tales, no necesariamente como casos concretos y reales.

Bajo esta premisa, se puede ordenar a los seguidores de los principales partidos y figuras políticas peruanas. Para ello he empleado información de encuestas de opinión nacionales realizadas en los últimos cinco años. Aunque este texto debe leerse sobre todo como un ejercicio ensayístico, utilizo algunos referentes empíricos que lamentablemente no alcanzan un nivel de sistematicidad integral. De ahí que subrayo el carácter especulativo de este texto (antes que monográfico). Además, enfatizo que este ejercicio de clasificación se centra en los seguidores y no en las posiciones explícitas o conductuales de las élites políticas incluidas en el análisis. Aunque existe relación cercana entre las posiciones ideológicas de los políticos y de sus seguidores, esta no es necesariamente la misma. Muchas veces las interpretaciones a escala individual distan de los discursos de los líderes.

El eje tradicional: el origen de la desigualdad

Imaginemos un continuo ideológico donde los extremos son tipos ideales de posiciones radicales de izquierda y de derecha. Los polos son las posturas más intransigentes, de convicciones más enraizadas. Quienes los representan no dan tregua ni su brazo a torcer. Cuanto más se acerca al centro, esta defensa a ultranza de “verdades” se relativiza y las convicciones dan paso a las dudas razonables. Quien se encuentra en ese centro ideal es un pragmático perfecto, sin preferencias preestablecidas. Se trata —en abstracto— de un ente de preferencias aleatorias prácticamente vacío de ideología, por lo que en la práctica puede ser representado por quienes evaden definiciones. El centro —ese objeto electoral de deseo— es una ilusión, a la vez una improvisación, casi siempre una carambola.

En promedio, el actual seguidor de Alan García (no me refiero al militante aprista) es quien más a la derecha se encuentra, quien defiende el modelo económico con mayor fascinación.

Considerando este mapa de ubicaciones, procedamos con la asignación de la odiosa caracterización (ver gráfico 1). En promedio, el actual seguidor de Alan García (no me refiero al militante aprista) es quien más a la derecha se encuentra, quien defiende el modelo económico con mayor fascinación y a rajatabla, quien encarna “El Perú avanza” sin chistar. Sorprende que el “alanista” comparta ubicación con el pepecista y que inclusive haya superado en sus convicciones de mercado al pepekausa. Sin embargo, tiene importante asidero, dado que el segundo gobierno de García ha generado simpatías entre los defensores del “piloto automático” (que tradicionalmente eran los pepecistas, aunque ello implique arriesgar popularidad). Asimismo, el tenue aunque paulatino giro mediático de Kuczynski en issues de coyuntura (por ejemplo, la Ley Pulpín) ha atenuado su imagen de lobista proyanqui.

Los seguidores de Alejandro Toledo y Keiko Fujimori se encuentran también hacia la derecha del centro del espectro ideológico, aunque más cerca al medio. En el caso de ellos, la dispersión programática de sus seguidores es más amplia. Mientras que el alanista, pepecista y pepekausa (este último en menor medida) están muy concentrados alrededor de la defensa irrestricta de la economía de mercado, el toledista y el fujimorista son más flexibles y dispersos, y entre ellos podemos encontrar inclusive a radicales defensores del statu quo económico, así como a quienes se consideran de izquierda. Por eso es que, eventualmente, un humalista de polo rojo podría, sin problema, votar por la chakana o endosar a los naranja. Es aquí cuando precisamente se hace latente las limitaciones de este continuo como único eje comprehensivo. Sin embargo, al complementarse con ejes ortogonales puede sostenerse con mayor solvencia.

 Gráfico 1. Ubicación de principales actores políticos en el eje programático izquierda/derecha

Fuente: Elaboración propia.

Fuente: Elaboración propia.

 

El eje ortogonal social: liberales vs. conservadores

Una posibilidad para potenciar el eje ideológico convencional es complementarlo con otro (ortogonal) sobre valores y creencias, donde liberales y conservadores —en temas sociales— expresan las posiciones polares. En el extremo liberal se representan aquellos que privilegian las libertades individuales por encima de cualquier tipo de “derecho colectivo”, ya sea comunal o estatal. Representan, por ejemplo, posiciones proelección en temas de aborto y favorecen el matrimonio entre personas del mismo sexo. En el extremo opuesto, el conservador, se posicionan aquellos que prefieren las imposiciones dogmáticas sobre la capacidad de decisión individual y normalmente justifican tales argumentos amparados en la religión y la tradición. Como se prevé, estas ubicaciones son independientes de preferencias programáticas e identificaciones de clase.

En el gráfico 2, mantenemos las posiciones programáticas (de izquierda y derecha) del gráfico 1, así que no existe desplazamiento en el eje horizontal entre los seguidores de los partidos y personalidades estudiadas. Adicionalmente, introducimos un eje vertical en el que los seguidores de Kuczynski y García representan las posiciones más liberales en torno a los temas sociales referidos en este eje (matrimonio homosexual, relativismo sobre el aborto y eutanasia). Recientes encuestas de opinión muestran que en algunos temas (unión civil y aborto terapéutico en el caso de los alanistas y eutanasia en el caso de los pepekausas), estos políticos experimentados representan las posiciones más liberales ante la ausencia de un proyecto de izquierda liberal que podría hacerlo de manera más consistente. Por otro lado, los chakanos son los más inocuos en materia de issues sociales porque se expanden a lo largo del eje vertical. Por su parte, los fujimoristas y los pepecistas se encuentran en el campo opuesto y equidistante de pepekausas y alanistas. Representan las posiciones más conservadoras (al igual que los humalistas) y son populares entre una parte importante del electorado. Como muestra este gráfico, si bien es cierto que las derechas confluyen más cercanamente en temas programáticos referidos a la desigualdad, en temas sociales se distinguen con mayor notoriedad, algunos inclusive fuera del campo tradicionalmente etiquetado como “conservador”.

Gráfico 2. Ubicación de principales actores políticos en el eje social liberales/conservadores

Fuente: Elaboración propia.

Fuente: Elaboración propia.

El eje ortogonal sistémico: pro/antiestablishment

En nuestro medio se discute con expectativa el surgimiento de un outsider (para la venidera campaña electoral), entendiéndoselo como alguien nuevo en política que refresque la oferta de candidatos. Sin embargo, no todos los outsiders son necesariamente antiestablishment, es decir, pueden ofrecerse como novedades y a la vez pactar con partidos y actores reconocidos por la opinión pública como tradicionales (por ejemplo, Vargas Llosa en 1990 y la conformación del frente Fredemo con Acción Popular y PPC). Del mismo modo, actores reconocidos públicamente —sin ser outsiders— pueden enfrentarse al establishment político, incluyendo a poderes fácticos tales como empresarios y medios (por ejemplo, Ollanta Humala —desde el poder— en la actualidad).

Si bien es cierto que las derechas confluyen más cercanamente en temas programáticos referidos a la desigualdad, en temas sociales se distinguen con mayor notoriedad.

Considero el establishment como el conjunto de actores políticos reconocidos por la ciudadanía como parte de quienes controlan el poder político (no el económico) del país. Así, por ejemplo, la pareja presidencial, a pesar de dirigir el actual gobierno, son percibidos por sectores de la opinión pública como actores débiles y distantes de quienes ostentan el poder real. Del mismo modo, el fujimorismo puede ser percibido por sus adherentes tanto como parte del establishment como fuera de él. En promedio, sin embargo, cae dentro del campo de quienes defienden el ordenamiento político actual. Inclusive, PPK, a pesar de ser un viejo tecnócrata que iniciara su carrera política en los años sesenta del siglo pasado (y su asociación como lobista con empresas internacionales), es percibido por sus seguidores como alguien que no pertenece a las componendas del poder político. El resto de actores analizados (Toledo, García y PPC) suelen ser interpretados por quienes los aprueban como pertenecientes al sistema político con capacidad de decisión y control sobre la política nacional.

Es por ello quizás que a pesar de la numerosa oferta de candidaturas de derecha, todavía existe espacio para quien pueda representar una derecha antiestablishment, que podría tener acogida dentro del electorado. Por el momento, es el fujimorismo quien mejor puede capitalizar el vacío (tanto de izquierda como de derecha) del elector antisistema político.

Gráfico 3. Ubicación de principales actores políticos en el eje sistémico pro/antiestablishment

Fuente: Elaboración propia.

Fuente: Elaboración propia.

Conclusiones

A pesar de la sobrepoblación de proyectos políticos de derecha, no estoy de acuerdo con quienes consideran que no existe espacio para más postores en este campo político. Una mirada plana de los alineamientos políticos entre izquierda y derecha deja —efectivamente— esa impresión. Pero si complementamos el eje programático tradicional con otros ejes ortogonales (como el referido a valores y creencias, y el pro/antiestablishment político), podemos encontrar significativos matices que abonan a la interpretación simplista y dominante en los análisis preelectorales.

En primer lugar, no todas las derechas son iguales. Sobre todo en lo referido a temas sociales —y aunque sus líderes no se hayan pronunciado explícitamente—, atraen a “derechistas” de distinta índole, algunos más progresistas (seguidores de García y de Kuczynski) y otro más conservadores (seguidores del fujimorismo y del PPC). Si algún tema que subraye las divisiones entre liberales y conservadores se posiciona durante la campaña electoral, es posible que genere divisiones entre estas dos derechas, aunque el grueso del electorado se ubique entre quienes defienden el statu quo.

En segundo lugar, sí hay espacio para una derecha antiestablishment. Ello no necesariamente significa que vaya a surgir un outsider de estas características, pero sí quiero llamar la atención acerca de que a pesar de la sobrepoblación hay un gran vacío por llenar, y que las propias candidaturas diestras podrían moverse hacia abajo con tal de sintonizar con quienes esperan un discurso que defienda el crecimiento económico, pero ataque la ineficiencia de quienes nos gobiernan tanto en temas álgidos como en la inseguridad ciudadana y la lucha contra la corrupción. La izquierda tiene sus propios actores y vacíos, pero ello podría ser materia de otro análisis.