En un primer momento los términos “democracia sexual” y “ciudadanía sexual” pueden llamar la atención incluso entre quienes suelen estar interesados en temas de democracia y ciudadanía. El respeto a las minorías (sexuales) y el reconocimiento de ciudadanías (sexuales) diferenciadas son parte de la agenda analítica y normativa que involucran el uso y valor de estos términos. En esta línea, el caso peruano representa una situación precaria (como en tantas otras esferas), a la vista de  los escasos avances que se vienen dando, particularmente, en relación con el reconocimiento estatal del derecho al matrimonio o a una unión civil entre dos personas del mismo sexo o la despenalización del aborto en caso de violación. Frente a este contexto, la noción de democracia sexual cobra importancia, en tanto alude a que no existe una sola manera de vivir la sexualidad y ofrece una alternativa frente a la moral sexual tradicional que defiende la inamovilidad de las normas sociales. Igualmente, ella llama la atención sobre el hecho que si bien la sexualidad suele ser un asunto privado, su discusión debe ser pública. Eric Fassin, sociólogo francés y profesor de la Escuela Normal Superior de Paris, reconoce además que el término democracia sexual permite que las cuestiones de género y sexualidad no queden por fuera de la discusión y el funcionamiento de la democracia.

En el Perú, para quienes están convencidos de que los temas de género y sexualidad deben tener un lugar en el debate público y para quienes son partidarios de una expansión de la ciudadanía hacia esas esferas, el 2015 puede ser sentido como un año gris. Más de una vez, una mayoría de congresistas han terminado identificándose con las posiciones más conservadoras en temas de género y sexualidad, y han optado por una salida que se opone a la ampliación de los derechos de los ciudadanos. De igual modo, varios de los argumentos usados por algunos congresistas no podrían haber sido más fundamentalistas e intolerantes. Y, lo que es todavía más lamentable, han contado con la complicidad y el silencio de un sinnúmero de autoridades y líderes políticos.

Ahora bien, incluso en un país como el nuestro con importantes déficits en el reconocimiento de derechos y con serias limitaciones para conseguir una ciudadanía efectiva para todos los peruanos y peruanas, el desarrollo de la ciudadanía ha sido, en general, un proceso de paulatina y gradual expansión a lo largo de los años. Eso sí, todos estos cambios han sido posibles por la existencia de individuos y colectivos que han llamado la atención de las autoridades y de la sociedad. En ese espíritu, el presente número de Argumentos tiene como tema central la discusión sobre la relación entre sexualidad y política en el Perú.

Abre esta sección Fernando Rada, quien analiza los vínculos teóricos  entre política y sexualidad, así como los avances en políticas estatales referidas a la sexualidad en Argentina. Para el caso peruano y referido a la discusión sobre la propuesta de ley de unión civil, Angélica Motta  deconstruye lúcidamente los principales argumentos que sostienen la existencia de una naturaleza humana fija para oponerse o apoyar esta propuesta. Enfocado en los grupos religiosos, Juan Fonseca sintetiza el proceso por el cual las iglesias peruanas (principalmente la católica y las evangélicas) se tornaron profundamente conservadoras, situación expresada actualmente en su posición desfavorable a los derechos de minorías sexuales. Centrado en las propias minorías sexuales, Ximena Salazar aborda la complejidad alrededor de la construcción de identidades (rompiendo con el sistema binario hombre-mujer) y esboza los límites de un movimiento social  trans-género.

A partir de una encuesta realizada en Lima, Carlos Cáceres detalla los interesantes resultados respecto de las percepciones limeñas sobre la sexualidad y las actitudes frente a las minorías y derechos sexuales. Por otro lado, Angélica Motta y Arón Núnez-Curto argumentan el vínculo (poco visibilizado) entre la corrupción, desigualdad y discriminación sistemática a las minorías sexuales. Atendiendo esta última situación, Lucila Rozas advierte las dificultades de personas lesbianas, gays, travestis y bisexuales (LGTB)  para acceder a asilo en otros países, ante el sufrimiento de una persecución y violencia sistemática debido a su opción sexual. Refiriéndose en particular a los transexuales, Jimena Stuart, Sisary Poémape e Irene Del Mastro describen las barreras y tensiones sufridas por esta minoría sexual para acceder a los servicios de salud local. Finalmente, a partir de un trabajo de campo en Huancabamba-Piura, Inés Ruiz realiza una crónica sobre la situación actual de las mujeres afectadas por las campañas de esterilización masivas implementadas durante el gobierno fujimorista.

En la sección de Coyuntura, Paolo Sosa explica los procesos políticos que condujeron a la crisis de legitimidad y creciente aislamiento político de Ollanta Humala. Mientras que en nuestra sección de Crítica y Reseñas, Maria Luisa Burneo sintetiza los principales aportes y pistas de investigación abiertas por el libro Apropiarse de desierto de Anaïs Marshall, destacando la descripción de los cambios en la apropiación del desierto y en las relaciones sociales ocurridas a partir del avance de la gran agroindustria en la costa peruana.

Los últimos tres artículos de Crítica y Reseñas responden al provocador y reflexivo ensayo Los Rendidos, de José Carlos Agüero. Javier Torres comenta este ensayo, preguntándose por la incapacidad nuestra para escucharnos y comprendernos unos a los otros, por no llegar a conocer humanamente a los senderistas, hecho que todavía nos dificulta comprender a profundidad ‘por qué pasó lo que pasó’. Eduardo González desgaja los principales aportes del libro de Agüero, entre los que rescata su crítica a dos paradigmas que comandaron la interpretación sobre el conflicto armado interno: el paradigma tecnocrático de los derechos humanos y el paradigma academicista de los estudios de la memoria. Por último, Jean Paul Saucier advierte lo paradójico que ha resultado en la práctica la jerarquización de las víctimas (algunas valen más que otras), tanto para la compresión de lo ocurrido en el conflicto armado interno como para la política de reparaciones.