La voluntad popular decidió el 7 de octubre ratificar a Hugo Chávez para conducir el gobierno por los próximos 6 años. Si llega al final de este cuarto periodo presidencial, en 2019, completaría veinte años en el poder, lo que lo puede convertir en el primer mandatario latinoamericano elegido democráticamente que permanece dos décadas en el ejercicio del poder.
Chávez ganó con el 55,1% de los votos válidos (8.185.120) y fue apoyado por 11 organizaciones políticas, además de su partido (PSUV). Es decir, fue el voto del grupo de estas organizaciones aliadas en lo que se llamó el Gran Polo Patriótico el que le dio el triunfo definitivo. El PSUV sacó 43% de los votos válidos y las organizaciones políticas aliadas, 11%, ganó en 22 de las 24 entidades federales, y la mayor parte del respaldo conseguido provino de los estados menos urbanizados.
La oposición unida en lo que se denominó la Mesa de la Unidad (MUD) designó mediante elecciones primarias, celebradas en febrero de 2012, a Henrique Capriles como el candidato que le disputaría la presidencia a Chávez. Fue una decisión tomada por 3.040.449 electores, es decir, el 17% del registro electoral. Capriles se impuso así sobre cinco precandidatos con el 64% de los votos; sin embargo, no le alcanzó para ser presidente, y salió derrotado en los comicios presidenciales, en las que obtuvo 44,3% de los votos (6.583.426) y fue apoyado por 18 organizaciones políticas. Su respaldo mayoritario provino de los estados más urbanizados y de los venezolanos que viven en el exterior.
El caudal de votos que decidió la victoria del presidente Chávez, si bien aumentó en términos absolutos, no mostró el mismo ritmo de crecimiento de las elecciones presidenciales de 2006. En aquellos comicios, Chávez obtuvo 7.309.080 votos (62,84%), y en estos últimos, 8.185.120 (55,08%). Entre ambos procesos, ganó un total de 876.040 adhesiones. Por su parte, la oposición subió de 4.292.466 (36,9%) votos obtenidos por el candidato Rosales en 2006 a 6.583.426 (44,30%) obtenidos por Capriles en 2012, es decir, un incremento de 2.290.960.
La diferencia entre ambos candidatos en estas últimas elecciones fue de aproximadamente 11% a favor de Chávez. En las celebradas en 2006, la diferencia entre uno y otro postulante fue de 26% a favor del oficialismo. Haciendo un balance, a pesar de haber ganado en las dos oportunidades, Chávez perdió 7,8% de los votos que le dieron la victoria entre una y otra, mientras que la oposición ganó a 7,4% de los electores.
En el gráfico que acompaña este artículo se muestra el aumento del porcentaje total de votos del oficialismo y la oposición entre 2006 y 2012. En este cálculo se incluyen el referendo de la reforma constitucional (2007), los comicios regionales y locales (2008), el referendo de la enmienda constitucional para la reelección indefinida de los funcionarios públicos (2009) y las elecciones parlamentarias (2010). En total, el crecimiento de los votos que respaldaron al Gobierno durante este periodo fue de aproximadamente 12% y los votos que respaldaron a la oposición se incrementaron en 53%. Esto es, la oposición creció en seis años poco más de cuatro veces de lo que lo hizo el chavismo.
Variación porcentual entre eventos electorales, 2006-2012
Asimismo, el número de votos a favor de Chávez sufrió un retroceso en 23 de las 24 entidades federales, es decir, subió en un solo estado, y en 7 entidades federales su votación bajó en aproximadamente 10 puntos porcentuales. En 2006, la oposición perdió en los 24 estados del país, mientras que en las de 2012 ganó en dos entidades y quedó con empate técnico en uno de los estados con más electores, pero en términos absolutos la oposición incrementó su porcentaje de votos respecto a las elecciones de 2006 en 22 entidades federales y en 7 de ellas aumentó notoriamente su caudal electoral. En otras palabras, a pesar de no haber ganado, la oposición mostró en estas últimas elecciones gran capacidad de recuperación. A todo esto, la participación en este reciente proceso electoral fue de 80.52%, lo que significó una reducción de 6% de la abstención respecto de 2006.
El candidato presidente Hugo Chávez defendió su derecho a usar los recursos públicos en su campaña escudándose en su figura de presidente de la república.
El triunfo del oficialismo respondió así al carisma que aún conserva Chávez como el líder máximo del Gobierno, a la efectiva capacidad de movilización de su maquinaria electoral, especialmente durante el día de las elecciones, y a la ventaja que le brindó el uso de los fondos y recursos públicos para su campaña electoral, además de contar con un árbitro electoral evidentemente parcializado a su favor. El candidato presidente Hugo Chávez defendió su derecho a usar los recursos públicos en su campaña escudándose en su figura de presidente de la república. Así, en cadena nacional preguntaba: “¿Cómo me van a impedir que yo no haga cadena si eso no está contra la ley ni contra la norma electoral? Ya varias veces me han acusado de eso, y allí están los pronunciamientos del TSJ como los del CNE”. Tales acciones facilitaron al oficialismo aumentar el número de votos reales a su favor, que de por sí ya eran mayoría.
Por otro lado, el Gobierno desarrolló mecanismos semilegales para obtener los votos a través del sistema de cedulación, que no tuvieron otro fin que controlar y manipular la información sobre los electores y amenazar a los empleados públicos y destinatarios de las diferentes misiones sociales con la pérdida de sus empleos y beneficios sociales si no votaban por el oficialismo. Es significativo mencionar también la exigencia, presión y amenaza a los empleados públicos para que asistan a los actos proselitistas organizados por el partido del Gobierno. Estas acciones demuestran que líder, Estado, Gobierno y partido son una misma cosa.
La otra cara de la moneda es que a lo largo de estos 14 años de gobierno chavista se ha venido construyendo y consolidando una relación muy fuerte entre el presidente de la república y su base electoral, basada en la distribución del ingreso producto de la renta petrolera de manera discrecional y especialmente mediante las misiones sociales tradicionales, y más recientemente a través de las “grandes misiones” creadas a partir de 2011, publicitadas excesivamente durante la campaña electoral, a las que el presidente brindó recursos millonarios. Una buena parte de estas nuevas misiones están dirigidas a grupos sociales en situación de riesgo y pobreza, en específico, a los damnificados por las lluvias de los últimos años, como la Gran Misión Vivienda; a los pensionados, por medio de la Gran Misión en Amor Mayor; y a las madres jóvenes, amparadas por la Gran Misión Hijos de Venezuela. Todas ellas se convirtieron en dispositivos eficaces para redistribuir la renta petrolera al mismo tiempo que en instrumentos efectivos para la coerción electoral. En definitiva, la Gran Misión Vivienda fue la mejor oferta electoral del Gobierno, un programa social que creó una expectativa tan grande que se tradujo en votos a favor de Chávez.
En su programa de gobierno, Chávez propuso profundizar los mecanismos dirigidos a la construcción de lo que denominó el Estado Comunal, con el objetivo principal de lograr la consolidación del poder popular, y para ello se propuso la conformación de 3,000 comunas, es decir, 450 anuales, con el propósito de que el 68% de los venezolanos esté viviendo «en subsistemas de agregación de comunas» para 2019.
Comentarios finales
El triunfo obtenido por Chávez le permitirá ensanchar la ruta para seguir profundizando o radicalizando su proyecto político, seguramente sin tomar en cuenta que una gran parte del país se ha venido manifestando contra él y su manera de hacer política.
Las elecciones venezolanas han sido legítimas formalmente hablando, pero se han convertido en un mecanismo de lucha no solo por alcanzar la legitimidad política que ellas otorgan, sino porque en Venezuela la lucha por el ejercicio del Gobierno no se da entre partidos políticos que se oponen entre sí, sino más bien la disputa hasta ahora ha sido entre candidatos que tienen maquinarias electorales y recursos muy desiguales, pues uno de ellos cuenta con todos los recursos del Estado, lo que le ha permitido el uso clientelar de las misiones sociales, así como también de otros espacios de participación creados desde el Ejecutivo, como son los Consejos Comunales. Y esta última elección presidencial fue la que despertó más expectativas de triunfo en la oposición, y también fue el momento en que esta se presentó ante el país con aparentes posibilidades de éxito.
El voto chavista respondió al uso instrumental que el oficialismo le dio a la democracia, pero también hubo de parte de este electorado, como señala Jennifer McCoy, un voto afectivo. Para ser más explícitos, podríamos agregar que buena parte de los que eligieron a Chávez lo hicieron conducidos por una emoción y no por que crean en sus ideas acerca del modelo político y económico del Estado Comunal. Ello podría explicar de una forma parcial el que el auge de la criminalidad, por ejemplo, no tuviera impacto alguno en quienes decidieron la reelección del presidente.
De este manera, el triunfo obtenido por Chávez le permitirá ensanchar la ruta para seguir profundizando o radicalizando su proyecto político, seguramente sin tomar en cuenta que una gran parte del país se ha venido manifestando contra él y su manera de hacer política. Queda esperar entonces que la polarización y la confrontación política en Venezuela se dinamicen en torno de los intentos de hegemonizar y controlar los espacios institucionales.
* Socióloga, Profesora del Área de Desarrollo Sociopolítico del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela
Este artículo debe citarse de la siguiente manera:
El cuadro muestra un chavismo desgastado y una oposición que crece, cómo es entonces que el actual gobierno puede ser caracterizado como un Estado totalitario (p. 21)? Además, una pregunta que salta a la vista es cómo se mide el carisma o el «voto afectivo» con el cual supuestamente ganó Chávez? No sería mejor concentrarse en el impacto de las políticas sociales?