El 5 de julio finalizó la inscripción de listas de candidatos para las elecciones regionales y municipales de octubre de este año. Hasta cerrar esta edición, el Jurado Nacional de Elecciones había colocado en su página web 324 listas de candidatos para las elecciones de gobierno regional, lo que significa (aún podría ser peor) un promedio de 13 listas de candidatos por departamento. De ellas, 159 son listas originadas en 22 partidos nacionales y 165 son listas de movimientos o alianzas regionales: muy pocas alianzas, solo 16. Estamos en el peor punto de la fragmentación de las opciones regionales, en contra de la pequeña tendencia a la disminución de listas en competencia que se había registrado en la elección de 2006.

Gráfico 1. Número de listas en Elecciones Regionales

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Esta fragmentación es expresiva de algo que viene instalándose en la política peruana: la extrema privatización o personalización de la política fruto de la liquidación de opciones colectivas. Cientos de personas quieren ser presidentes regionales y juntan algunas miles más para competir por ser consejero regional. Esta misma tendencia multiplicada por los cerca de 2.000 municipios debe acercarnos a cifras de candidatos que ya podrían ser estadísticamente relevantes.

Los outsiders, la tinka o la liquidación del concepto de “carrera política”

Estos criterios muy antiguos de legitimidad, verificación de capacidades y aprendizaje de gestión, organizados en muy diversas formas políticas, están siendo reemplazados por uno: la tinka. El juego de azar.

Históricamente el ejercicio de cargos de poder se ha asociado a una “carrera”, a un proceso acumulativo. Los reyes tenían a sus “delfines”, a quienes entrenaban para sucederlos. En las comunidades andinas, tradicionalmente, como en muchas otras, el acceso a cargos de poder definía una carrera de servicio público que combinaba cargos religiosos y cargos políticos; el poder tenía algo de gerontocrático porque solo era accesible después de pasar por muchos cargos. La construcción de instituciones democráticas también ha tenido, para la elección de una autoridad, un criterio de acumulación de cargos: de concejal a alcalde de pequeña comuna, luego a representante o consejero de una unidad mayor (región o estado en los países federales), luego gobernador o presidente de región o de autonomía y luego congresista nacional y presidente de la república. Incluso la creación de niveles intermedios de gestión tenía como valor adicional el “foguear” a una clase política y provocar aprendizajes. En el recorrido de cargos menores a más importantes, al igual que en la tradición andina, el colectivo constata si el pretendiente a autoridad ha demostrado idoneidad, honestidad, transparencia, compromiso, “bondad” o eficacia… Es decir, si demuestra aquello que el colectivo necesite o valora en una autoridad. El proceso de aprendizaje de cargos menores a mayores significa también la construcción de una imagen pública legitimada (para todos o para algunos, pero legitimada).

En el Perú de los años 2000, estos criterios muy antiguos de legitimidad, verificación de capacidades y aprendizaje de gestión, organizados en muy diversas formas políticas, están siendo reemplazados por uno: la tinka. El juego de azar. “A lo mejor, gastando un poco de plata, salgo sorteado”.

Quiénes son y dónde están

La competencia este año reúne, además de pretendientes a reelección, unas pocas opciones con experiencia y capacidad de gestión pública construidas en historias políticas, con centenares de outsiders con más o menos entusiasmo y más o menos “billete”. En la elección anterior, la nube de candidatos provenía de partidos políticos nacionales que habían invadido con decenas de listas la política regional, sin pedir en la mayoría de casos demasiadas credenciales de competencia o idoneidad y con el fácil expediente de “yo conozco a alguien en ese partido”, junto con unos pocos movimientos regionales que habían significado procesos de construcción regional de pocas opciones.

Esta vez, el efecto en las regiones de la multiplicación de partidos políticos con inscripción nacional se repite y tendremos compitiendo 159 listas de partidos con inscripción nacional (en la elección de 2006 tuvimos 147), pero esta vez ya no son unas pocas organizaciones políticas regionales producto de procesos de construcción de opciones programáticas y liderazgos reconocidos, sino una multitud de outsiders tentando, a través de un movimiento regional, la presidencia.

Gráfico 2. Número de listas de candidatos en Elecciones Regionales. 2002, 2006, 2010

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Este incremento de la fragmentación, básicamente por el “estallido” (como en fuegos artificiales) del número de movimientos regionales, es desigual, sin embargo, a lo largo del país.

Gráfico 3. Número de listas en Elecciones Regionales 2006 y 2010, por departamento

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El gráfico anterior muestra, por ejemplo, que algunas regiones que encabezaron el ranking de listas compitiendo en 2006, como Ancash o Puno, siguen liderándolo ahora (solo que con más listas: Puno pasa de 12 a 22 listas y Ancash de 13 a 20 listas). En Ancash la mayoría de listas (13) son de partidos “nacionales”, en tanto que en Puno la competencia más fuerte se da entre movimientos de la propia región (13 listas entre movimientos y alianzas regionales). La sorpresa viene, sin embargo, de Tacna, región pequeña, con pocos electores y muchos recursos de canon: pasa de 9 listas en 2006 a 21 listas compitiendo en 2010. Otra región pequeña con una enorme cantidad de listas en competencia es Tumbes, donde 8 partidos políticos y 8 movimientos regionales contienden por la presidencia regional. Uno de los casos de mayor explosión de candidaturas es Piura; en 2002 habían competido 4 partidos políticos y 3 movimientos regionales; esta vez, 8 organizaciones regionales (2 alianzas y 6 movimientos) se enfrentan contra 8 partidos políticos.

Cambios institucionales

¿Qué lleva a esta enorme fragmentación de opciones? Probablemente, la combinación de muchos factores, entre los que la liquidación de opciones colectivas (la llamada “crisis del sistema de partidos políticos”) se cuenta entre los de fondo. Pero hay muchos más que, con el telón de fondo de una democracia sin partidos sólidos, juegan en la coyuntura. Uno parece ser las expectativas de reelección (los lugares donde estaría “cantado” el resultado): pocos competidores aparecen en San Martín y La Libertad, por ejemplo, donde hay muchas posibilidades de que sus actuales presidentes regionales vuelvan a ser elegidos. Hay “explosión” donde se espera un cambio: el actual presidente regional de Piura, que va a por un tercer periodo por el Partido Aprista y viene haciendo campaña desde hace un buen tiempo, muestra en encuestas regionales niveles bajísimos de aceptación; allí encontramos 16 listas. Lo mismo en Puno, donde muy probablemente cambiará el presidente regional actual. Pero este tipo de cálculos produce una multitud de opciones, en el contexto de la nueva ley electoral regional, que define por primera vez la convocatoria a una segunda vuelta en caso de que ningún candidato alcance el 30% de los votos. 1 Es decir, si bien muchos no creen que puedan ganar en primera vuelta, apuestan a cuando menos ser los segundos. En condiciones de desorganización de la política (de una política no organizada por opciones colectivas fuertes, sino por individualidades), una reforma electoral interesante, valiosa, como la segunda vuelta, parece tener un efecto perverso: la instalación de la tinka electoral.

En esas condiciones, quienes logran tener muchas “fichas” en juego (o cuantiosos recursos, privados o públicos) esperan tener mayores posibilidades de que su nombre o su organización destaquen en la competencia y, entre 15 o 20 grupos, la gente los recuerde al entrar en la cámara secreta. El segundo puesto para optar la segunda vuelta sería el premio.

Un juego de partidos políticos en vistas a 2011

La pluralidad de opciones en la competencia regional expresa también el cálculo político en relación con la competencia electoral nacional de 2011.

Cuadro 1. Presencia Nacional de Partidos Políticos que participan en elecciones regionales 2010

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Si bien una miríada de pequeños partidos sin ninguna opción juegan a la tinka regional con una presencia aleatoria, vinculada a amigos o familiares, hay también los diferentes cálculos políticos nacionales en juego.

El primero, que afortunadamente no ha incrementado listas, es el del Partido Nacionalista Peruano. Ollanta Humala probablemente sabe que ni tiene capacidad de endose (eso se constató en la elección regional y municipal de 2006, donde, seis meses después de haberse acercado al 50% del voto nacional y habiendo presentado candidatos en las 24 regiones, no logró prácticamente nada) ni cuenta en las regiones con aparatos sólidos o líderes regionales de su partido. Participar con alto riesgo puede significar entrar en la competencia electoral de 2011 cargando derrotas. Su cálculo no incrementa la fragmentación.

Si bien muchos no creen que puedan ganar en primera vuelta, apuestan a cuando menos ser los segundos. En condiciones de desorganización de la política […] una reforma electoral interesante, valiosa, como la segunda vuelta, parece tener un efecto perverso: la instalación de la tinka electoral.

Otro es el cálculo del Partido Aprista Peruano, con candidatos en las 24 regiones. Para 2011 no espera ganar la presidencia de la república, y necesita probablemente mantener vivo el partido y las opciones laborales de sus militantes para 2016, tratando de tener presencia en regiones y municipalidades. Va con todo a la reelección de La Libertad y Piura, y espera ganar en algunos lugares más.

Acción Popular (candidatos en 20 regiones), Perú Posible (15 regiones) y Fuerza 2011 (13 regiones), con bajas performances en la elección nacional de 2006, probablemente buscan (claro, además de los cargos en sí) recolocar sus símbolos y sus mensajes en esta elección regional, para ir avanzando a la nacional. Algunos casos, como el fallido intento de integrar a Acción Popular en una alianza para Lima Metropolitana, o el de incorporar a Perú Posible en una alianza en Piura, a pesar de grandes avances en las conversaciones iniciales, probablemente están en relación con ello: tienen que mostrar sus propios símbolos en todo el país (un poco olvidados). El fujimorismo, con Fuerza 2011, también trata de levantar un nombre y un símbolo. No entra a competir donde no ganará y la derrota será demasiado evidente (Lima Metropolitana, por ejemplo), pero en diferentes regiones ya se ven fotos del candidato local con Keiko.

Finalmente, entre los seis “grandes”, está Alianza para el Progreso con candidatos en 16 regiones. Es difícil saber cuál es el cálculo nacional de su presidente y fundador, Acuña, actual alcalde de Trujillo, y que se presenta a la reelección tras calcular si lograría o no derrotar a Murgia, del Partido Aprista  (), en una competencia regional. Quizás busca colocar algunos cuadros en posiciones expectantes en gobiernos regionales o municipalidades grandes e ir acumulando una fuerza nacional. Entre tanto, asume campañas bastante costosas en muchos lugares.

Y para terminar, la provincias…

Infortunadamente aún no contamos con información agregada de la competencia electoral municipal (y agregarla “a mano” es una tarea enorme). Sin embargo, hay ahora una presencia provincial en las elecciones regionales muy importante y de signo francamente incierto. El cambio en la ley de elecciones regionales y municipales incluye también la designación de los consejeros regionales por distrito electoral provincial. Para muchos, esto significaba que los ciudadanos y ciudadanas votaríamos por una lista regional (presidente y consejo), y este voto tendría efectos en la elección de consejeros de acuerdo con la lista que tuviera la mayoría en la provincia. Pero esa no fue la opinión del Jurado Nacional de Elecciones, que ha determinado la posibilidad de “voto cruzado”, es decir, que se podrá votar por una lista para presidente-vicepresidente y por otra para el consejero por la provincia: dos cédulas diferentes.

En esta elección regional, compitiendo 324 listas, tendremos por primera vez en las regiones: segunda vuelta, distrito provincial uninominal […] y voto cruzado. Todo junto en una ensalada de la que puede salir, estrictamente, cualquier cosa.

En esta elección regional, compitiendo 324 listas, tendremos por primera vez en las regiones: segunda vuelta, distrito provincial uninominal (las provincias, sea cual fuere su tamaño, eligen solo un consejero) y voto cruzado. Todo junto en una ensalada de la que puede salir, estrictamente, cualquier cosa.

Los peruanos y peruanas, esta vez, votaremos el 3 de octubre en cinco cédulas: una por presidente y vicepresidente regional, otra por consejero provincial, otra por alcalde provincial, otra por alcalde distrital y la quinta… por el referéndum sobre el Fonavi. Buena suerte.


* Socióloga, investigadora del IEP.


  1. No son necesariamente resultados finales: aún algunas listas podrían ser objetadas y aparentemente falta incorporar otras: En Cajamarca vimos la propaganda de cuando menos dos movimientos regionales más (Fuerza Regional y Tierra y Libertad) que no aparecen en el listado del JNE.