Hay un lenguaje que hemos venido estableciendo en las ciencias sociales y análisis políticos para hablar de procesos electorales en el país en los últimos veinte años, cuando menos. Empezando por la recuperación de la democracia, el señalamiento de la fragmentación, el colapso o vida en permanente crisis del sistema de partidos; siguiendo con el auge de los movimientos personalistas, el uso de las agrupaciones partidarias como franquicias, el clientelismo, la corrupción y la política como un negocio; para terminar con la volatilidad de los electores, la anomia social y la precariedad de nuestra cultura política. Dentro de este lenguaje se proponen algunos antídotos: en relación con el individuo, se promueve el voto informado. En el ámbito institucional, en cada elección, en particular luego de saberse la dispersión de los resultados, vuelve el debate acerca de la reforma del sistema y de las leyes electorales consideradas imperfectas y deficientes. En esta ocasión, el tópico acerca de la necesidad de reformar el sistema para que funcione como debería culminó con una ley que prohíbe la reelección inmediata de presidentes regionales y alcaldes. Pero, vuelve la crítica, esa ley está malhecha, si estuviera bienhecha entonces el sistema podría funcionar como debería. Y así interminablemente.
En lugar de lamentarnos por la falta de capacidad de endose de los partidos políticos en las elecciones subnacionales, podríamos, por ejemplo, maravillarnos con la efervescencia y vitalidad política regional.
Si bien esta red de ideas resultó novedosa y productiva en algún momento, creo que hoy en día este lenguaje es más lo que oscurece que lo que hace visible. Reduce todo a lo mismo. Mi sensación es que el recurrir a este conjunto de ideas permite mantener una ficción segura, resultante de equiparar lo que emerge en este momento electoral a lo que ya conocemos. Así, no hay innovación en el campo de lo político, solo reiteración con ciertas particularidades específicas. ¿No hay nada nuevo bajo el sol o es que las herramientas analíticas que usamos permiten y refuerzan un modo de entender y obstruyen otros? ¿Y si vamos un poco más despacio? ¿Si suspendemos el hábito de reconocer y categorizar inmediatamente las cosas usando las mismas recetas? Tal vez, en lugar de lamentarnos por la falta de capacidad de endose de los partidos políticos en las elecciones subnacionales, podríamos, por ejemplo, maravillarnos con la efervescencia y vitalidad política regional. O podríamos mantenernos un momento en el desconcierto, suspendidos en el no-saber, ensayar otros caminos.
Este artículo es un ejercicio en ese sentido, inspirado en el trabajo de ciertos autores que podrían agruparse dentro de la corriente de estudios (etnográficos, filosóficos y sociológicos) de ciencia y tecnología (STS, por sus siglas en inglés). En línea con ellos, en primer lugar, reconoce que los modos de decir y de analizar no solo interpretan, sino intervienen la realidad que interpretan, y su intervención es entonces también constitutiva de esa realidad. En segundo lugar, desde esta perspectiva, propone un cambio de ritmo. Ir despacio, describiendo detalles y rastros, sin recurrir rápidamente a abstracciones que impongan un orden a la realidad que buscamos analizar, para así poder mirar cómo emergen redes de asociaciones y actores, y sus tensiones y controversias. La idea es tratar de pensar productivamente la multiplicidad, la heterogeneidad y los puntos de encuentro entre actores y redes sin la necesidad de establecer un centro o de dar una explicación suplementaria y normativa a lo que vemos. En tercer lugar, busca empezar a acercar dos campos que suelen tratarse de modo separado y claramente delimitado por diferentes disciplinas: las ciencias llamadas exactas y lo político; el mundo de los objetos (de lo no humano, de la naturaleza) y el mundo de las personas (de lo social, cultural).
¿Para qué hacer esto? Para hacer perceptibles otras conexiones. Para resistir el tipo de pensamiento que nos hace pensar que todo es lo mismo. Porque al pensar que todo es un ejemplo más de algo que ya conocemos siempre producimos y tendremos más de lo mismo.
Ahora bien, este preámbulo puede sonar muy grande para lo que el artículo realmente hace: explora detalles, rastros, junta cosas que no se suelen poner lado a lado. Que sirva entonces para entender de dónde viene lo que escribo (su genealogía) y nada más que eso.
Este artículo invita a la lectura de la siguiente manera: es un ensayo (un juego) en pensar de maneras no usuales lo político, que toma como punto de partida el reciente proceso electoral y lo conecta con otro campo: el mundo sintético. Dicho de otro modo, quiero comentar sin mayor jerarquía algunos aspectos del proceso electoral y sus resultados, y también, paralelamente, usar el proceso político y sus resultados como metáfora para empezar, muy preliminarmente, a hablar de otra cosa: de los químicos industriales que nos rodean diariamente. El argumento del artículo es más rizomático (o en red) que lineal. Me explico: no tiene un centro ordenador sino varias entradas, conexiones y puntos de fuga. Es un ejercicio conceptual pero sobre todo lúdico, que juega con nuevos lenguajes (STS) y trata de performar lo que propone: va a lo concreto, se mueve entre detalles y utiliza más de una voz para tratar de permitir otros modos de pensar. Para sentir el desconcierto. No busca resolver nada, solo pretende abrir. Abrir espacio para generar pensamiento.
Estadísticas para la proliferación
Quería escribir sobre las elecciones. Quería leer sobre las elecciones. Quería ver información comparada, estadísticas, cuadros, gráficos, tendencias. Leí algunas cosas, no encontré muchos cuadros. Me propuse entonces hacer un cuadro sobre resultados de presidencias regionales, utilizando la información oficial de la ONPE. Fabricar un mapa para empezar a navegar. Al fabricarlo, traté de encontrar patrones agregados. Ya perdí la práctica. O no es tan simple: encontré demasiada complejidad en los resultados, no pude usar solo números, debí agregar anotaciones.
Son muchas las agrupaciones que se presentan a concurso electoral. Loreto es la región en la que menos agrupaciones postularon (7) y Tumbes en la que más (20). De todos modos, la media es 13 agrupaciones.
De las 25 regiones, solo 11 definieron resultados en primera vuelta. En ellas, cuatro son presidentes reelectos (Wilfredo Oscorima en Ayacucho, Gregorio Santos en Cajamarca, Félix Moreno en el Callao y Humberto Acuña en Lambayeque) y otros dos han sido previamente alcaldes provinciales (César Acuña en La Libertad, Glodoaldo Alvarez en Huancavelica) y uno alcalde distrital (Manuel Gambini en Ucayali), todos por dos periodos consecutivos. Otro ha sido presidente regional hace un periodo (Jaime Rodríguez en Moquegua). Entre los reelectos y los que ya han sido alcaldes, no necesariamente lo fueron antes desde la misma agrupación política con la que postularon en esta ocasión. Solo tres son nuevos en ocupar un cargo de elección popular, y los tres provienen del sector empresarial: Gilmer Horna en Amazonas, Reynaldo Hilbck en Piura y Fernando Meléndez en Loreto.
Las trayectorias de los nuevos presidentes regionales son diversas: uno es agricultor, varios son profesores, uno está en cárcel “preventiva”. La gama va desde el que solo completó la primaria y es empresario hasta el que ha hecho un posdoctorado y es dueño de una cadena universitaria, un equipo de fútbol, un partido político, etc. Hay dos hermanos presidentes regionales de territorios que colindan y que postularon con el único partido que ha ganado en primera vuelta (Alianza para el Progreso), que es un partido empresarial familiar (vinculado al negocio de la educación universitaria y al fútbol regional). El resto de presidentes provienen de movimientos regionales.
En 14 de las 25 regiones ningún candidato llegó a sumar 30% de los votos válidos, y por lo tanto habrá una segunda vuelta electoral. En 10 de las 14 regiones que disputarán la segunda vuelta, es un movimiento regional el que tuvo la mayor votación. Solo tres partidos figuran entre los favoritos (Fuerza Popular en Ica y Pasco, Democracia Directa en Madre de Dios y el Partido Aprista Peruano en San Martín).
Las fronteras entre partidos y movimientos son porosas, ambiguas. Los movimientos aparecen y desaparecen con cada elección, o se reagrupan bajo otro nombre y con el mismo líder (como ocurre con el fujimorismo).
Las fronteras entre partidos y movimientos son porosas, ambiguas. Los movimientos aparecen y desaparecen con cada elección, o se reagrupan bajo otro nombre y con el mismo líder (como ocurre con el fujimorismo). Así como los movimientos son fluidos, los candidatos y ahora autoridades también: van de una a otra agrupación en cada concurso electoral y provienen de experiencias educativas y laborales diversas. Algunos son familia. En otros casos, la denominación “movimiento político” resulta engañosa: en lugar de líderes unidos a un grupo de personas por una relación de representación —de los intereses colectivos de este grupo de personas— se trata más de dueños de una denominación (movimiento X o Y) que permite su propia participación política como candidatos. ¿Líderes que se representan a sí mismos, movimientos unipersonales, movimientos mesiánicos?
Los mismos resultados electorales son complejos, algunos definidos tan solo por decimales: en Huancavelica gana Glodoaldo Álvarez, del Movimiento Independiente Regional Aylly, con 30,2% de los votos, mientras que en Madre de Dios pierde Luis Otsuka, de Democracia Directa, con 29,3% de los votos. Si nos movemos del ámbito regional al distrital, leo una noticia que señala que en Puno 5 alcaldes ganaron con una diferencia de menos de 10 votos, y en otros cinco 5 con una diferencia de 15 votos. Incluso, en Cuzco, en el distrito de Pillpinto (Paruro), dos candidatos empataron con 236 votos y se estableció que un sorteo definiría al ganador. Finalmente, la tecnología elegida para definir esta contienda local fue una moneda lanzada al aire. Figura tan azarosa como volátiles los candidatos y sus movidas.
¿Cómo pensar todo esto? Presenciamos una proliferación de candidatos y agrupaciones regionales y municipales, especialmente si tomamos en cuenta que en el Perú existen actualmente 195 municipalidades provinciales y otras 1843 municipalidades distritales. La complejidad no se agota si pasamos al ámbito local; mientras más cerca es más complejo —o cuando menos, igual de complejo—. Las redes, las conexiones, las trayectorias, las dinámicas son variadas; son, en exceso.
Proliferan candidatos y agrupaciones en el ambiente electoral, así como proliferan los químicos en el ambiente cotidiano. Actualmente existen más de 312.000 sustancias químicas producidas industrialmente. Se trata de químicos que andan por ahí circulando y que no existían naturalmente en el ambiente. Están presentes en productos que consumimos o son usados en los procesos de producción de los productos que consumimos y luego son desechados al aire, tierra y agua. Cada semana se agregan unas cincuenta sustancias químicas nuevas.
Nuevos presidentes regionales deben priorizar las inversiones
Los capitales locales o extranjeros que lleguen a las provincias del Perú ayudarán significativamente al crecimiento económico del país, que es una herramienta potente para aliviar la pobreza y generar oportunidades para todos los ciudadanos.
Acelerar el flujo de las inversiones para impulsar el crecimiento de la economía peruana debe ser uno de los principales puntos de la agenda de las nuevas autoridades regionales elegidas ayer por el voto popular.
Así coinciden en señalar los presidentes de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), Alfonso García Miró; de la Cámara Nacional de Comercio, Producción y Servicios (Perucámaras), Peter Anders; y de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), Luis Salazar.
Para el líder de la cúpula empresarial, “todos los planteamientos que impliquen más inversiones y obras en el país serán bienvenidos”.
Asimismo, el representante del sector industrial considera que el mayor flujo de capitales en las regiones contribuirá decididamente con su desarrollo y el establecimiento de mejores condiciones para elevar la calidad de vida de sus ciudadanos.
“Sobre todo hay mucho por hacer en el tema de exceso de trámites, lo cual es fundamental para asegurar la ejecución de nuevas inversiones”, declaró al diario oficial El Peruano. […]
El Peruano, 06/10/2014. Énfasis propio.
Se trata de una noticia en formato recomendación: de los presidentes de los gremios empresariales a los presidentes regionales. Estos presidentes se concentran en señalar que lo que es su prioridad en cuanto a negocios (permitir más inversiones y simplificar trámites) debe ser la prioridad de los otros presidentes en cuanto gobiernos. La parte que asume que representa al todo ya no es el Estado (representando a la nación), es la empresa. El diario oficial El Peruano repite textualmente las recomendaciones.
Los gremios empresariales, como siempre, andan preocupados por el clima político. Temen cómo afectará sus inversiones. Yo ando más preocupada por el clima sintético. Temo cómo afecta actualmente mi vida, nuestras vidas.
Los procesos de producción políticos, sus agentes y la interacción entre estos y la acción del Estado se debaten mucho (aunque en los mismos términos de siempre), y están cada vez más regulados y constreñidos. Distinto es el caso de las sustancias químicas producidas industrialmente. No hay estudios científicos sobre sus efectos en el ambiente, animales, plantas y humanos de la mayoría de los componentes sintéticos que constituyen las cosas con las que estamos en contacto día a día: la sartén de teflón, el champú, la cortina de baño, el tomatodo con cañita flexible de mi hijo, el televisor, esa crema que huele rico, los asientos del auto y los de la combi, el desodorante en spray del vecino, la alfombra nueva, el agua que sale del caño y la que viene envasada y un largo etcétera. Los estudios que existen suelen tener información acerca de efectos frente a muy altas dosis de químicos estudiados individualmente. Por ejemplo, de trabajadores en fábricas que manipulan directamente sustancias o de derrames de sustancias cuyo efecto tóxico es instantáneo u ocurre en un periodo corto de tiempo. Se sabe muy poco de los efectos de exposiciones constantes de largo plazo a dosis bajas de químicos (que es lo que ocurre con la gente en general). Mucho menos existen estudios sobre los posibles efectos tóxicos o mutagénicos (que alteran nuestra genética) de la interacción entre químicos. De las más de 300.000 sustancias químicas producidas industrialmente hoy circulando por ahí, solo una muy pequeña proporción ha sido regulada más o menos efectivamente (plomo, arsénico, asbesto, mercurio, DDT, entre otros).
Se los presume culpables
“Roba pero hace obra” coinciden los analistas en que es el lema que resume estas elecciones. Hasta hubo quien creara un juego en línea que se llama así. Se trata de una frase apropiada para la permisibilidad y criterios laxos frente a la corrupción que caracterizan una manera de pensar (y ser) bastante extendida en el país.
De entrada, se presume que potencialmente todos los candidatos son corruptos, y que entre ellos habrá que elegir al que roba pero que también hace obra. El mal menor. Dicho de otra manera, si llevamos al extremo la idea de candidatos como productos, se presume que todos son dañinos; se elige al que se considera que puede serlo menos dentro de lo poco que sabemos sobre ellos actualmente y lo poco que podemos especular sobre sus acciones y efectos en el futuro. En lenguaje jurídico, se presume que son culpables, y será su labor, durante su mandato, el probar su inocencia. O, al menos, en análisis de costo-beneficio, se espera que el daño que inflijan valga la pena: que se compense con lo bueno de su gestión y obras.
Ahora bien, si miramos un poco más lentamente, ¿“roba pero hace obra” es una regla generalizable? Diría que depende. Si bien ese lema ilustra un modo de votar de los electores, los resultados no son tan simples. Depende de con qué otras piezas se una este “valor”, en qué redes emerge y entre qué agentes. Más aún, depende del tipo de obra.
Comparemos dos casos de “roba pero hace obra” que han sido reelectos con gran cantidad de votos: Gregorio Santos en Cajamarca (44%) y Luis Castañeda en Lima (51%). Ambos tienen indicios de corrupción altos y procesos judiciales en los que están involucrados. Sin embargo, uno está en cárcel preventiva y el otro será alcalde por tercera vez —aunque no consecutiva— de la ciudad capital del país. Si unimos la noticia del punto anterior sobre los presidentes de gremios empresariales y este resultado, es claro que hay ciertos tipos de obras que tienen mejor “suerte” que otras. Lo que parecía ser una recomendación (allanar el camino para las inversiones) resulta más bien una orden. El que promueve la inversión privada será alcalde, el que se opone a la minería en tanto representante de la opción popular mayoritaria de su región está en la cárcel. Parafraseando a Luis Salazar, presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, citado en el artículo de El Peruano, esa obra política no es bienvenida.No tiene lugar (salvo el encierro). A diferencia de lo que ocurre en los negocios, la manera como se ejerce la política hace tiempo que no tiene que ver con la función de representación.
Los políticos, de partidos o de movimientos, son cada vez más entretainers. La política siempre ha sido performativa, pero ahora esta performance es, cada vez más, específicamente, la del entretenimiento.
Miremos de nuevo el “roba pero hace obra”, esta vez desde la posición de los electores. Me parece que esta frase está asociada a una manera más o menos generalizada de vivir las elecciones, tal vez más urbana, tal vez no. Esta sería la de un ligero disgusto con el proceso, un desencanto con la política instalado con el paso del tiempo y transmitido —ya envasado— a las nuevas generaciones de votantes. Votar es ir a cumplir con un proceso obligatorio por ley (y para no pagar multa) para elegir entre opciones que rara vez entusiasman a los electores. Un ritual periódico y a la vez lo bastante espaciado en el tiempo como para que la política no sea vista como una necesidad más cercana, incorporada.
Pasemos ahora a otro tipo de rituales, bastante más cotidianos, asociados a necesidades básicas (como comer, poder asearse, vestirse, comunicarse) y a las nuevas necesidades que nos creamos constantemente en este mundo de consumo. Todos los días estamos en contacto con aparatos, plásticos, tecnologías, señales inalámbricas (y algunas todavía alámbricas), microondas. A diferencia de los candidatos y los procesos políticos que se presumen culpables y potencialmente dañinos hasta que prueben lo contrario, los productos y sus procesos de producción, consumo y desecho se presumen inocentes e inocuos hasta ser probados culpables. En este caso el no saber, la ignorancia sobre los posibles efectos de los químicos que nos rodean termina siendo equiparada con estar-a-salvo. Nuestra relación con el consumo no se basa mayoritariamente en la sospecha, como sí nuestra relación con la política. No sospechamos, nos sentimos seguros y cómodos: otorgamos inocuidad.
El discurso del saber y el voto consciente
Termino con esto. Hay algo que me incomoda sobre la promoción del voto informado. No quiero entrar en la discusión de lo que ello presupone en relación con los binarios voto consciente/voto inconsciente, elector racional/elector irracional, candidato de buena calidad/candidato de mala calidad. En el sistema democrático que tenemos, cualquiera puede ser candidato, no es un prerrequisito la virtud ni alguna calificación particular para serlo. Es decir, no se necesita ninguna cualidad positiva (el tener algo especial en tanto capacidad o recursos), solo la cualidad negativa, que tenemos todos, de ser libres y poder postular.
Me interesa concentrarme, brevemente, en lo que se espera como información. En el caso de los candidatos, el discurso del saber para un mejor voto se agota rápidamente, pues no hay mucho más que saber: no hay mucho más contenido que el que es explícitamente visible, en sus carteles, eslóganes, publicidades varias, redes sociales, selfies y discurso. Lo que ves es lo que hay.
Los políticos, de partidos o de movimientos, son cada vez más entretainers. La política siempre ha sido performativa, pero ahora esta performance es, cada vez más, específicamente, la del entretenimiento. Recordemos, por ejemplo, a los candidatos por Lima cantándole valses, canciones propias y nuevos ritmos a la ciudad. O miremos este ejemplo extremo de carteles de propaganda de candidatos que no ganaron pero aun así ilustran una tendencia cada vez más prevalente (cuadro 1). Tenemos mujeres que ordenan mejor y son chamberas; la municipalidad y el municipio son vistos como una casa a ser ordenada, y qué mejor que una mujer para realizar esa tarea. Tenemos también superhombres versión local: Supergerman y Zea el Zorro. Finalmente, la superpotencia viril: un pituco disfrazado de proletario que ordena señalando con el dedo “delincuencia 0, carajo”, otro que cacha con el pueblo. Da risa, está hecho para eso, la recordación del producto-candidato a través del humor.
Cuadro 1. Superhéroes, mujeres hogar y chacota
Fuentes: Archivo propio y Confia.pe.
No hay mucho más, salvo tal vez saber si el o la candidata tiene un proceso legal abierto o está involucrado/a en actos ilícitos, o si terminó algún nivel de estudios, o en qué trabajó antes, como quien revisa un CV. La mayoría no tiene un plan de gobierno o programa político, y si lo tiene, nada —lo sabemos— garantiza que lo ponga en práctica. Además, poner en práctica no depende solo de uno, ni de un equipo, sino, nuevamente, de múltiples otras redes y entrampamientos.
Entonces, mientras que de los candidatos no hay mucho que ignorar porque no hay mucho más que saber (no hay conocimiento producido a priori), y solo conoceremos su efecto una vez que ejerzan su cargo, de los químicos que nos rodean e interactúan cotidianamente con nuestros espacios y cuerpos no sabemos, y sí hay mucho por saber. Sobre el mundo sintético no hemos cultivado la práctica de preguntarnos. Por ejemplo, un dato científico actualizado a 2012 señala que la probabilidad de desarrollar cáncer en algún momento de la vida en la población estadounidense es de 1 de cada 2 hombres y 1 de cada 3 mujeres. El cáncer, cada vez más común en el Perú como en todo el mundo, está ligado a modos de vida posindustriales (a la vida rodeada de productos sintéticos), aunque de los detalles, del cómo, se sabe muy poco. No saber no es lo mismo que estar a salvo.
Cierro esta exploración aquí con un ojalá: tal vez mirando lo sintético la política vuelva a importar.
* Comunicadora e investigadora del IEP. Actualmente hace un doctorado en antropología sociocultural en la Universidad de California en Davis.
Referencias bibliográficas
Papadopoulos, Dimitris et ál. (2008). Escape Routes. Control and Subversion in the Twenty-First Century. Londres: Pluto Press.
Rancière, Jacques (1996). El desacuerdo. Política y filosofía. Buenos Aires: Nueva Visión.
El clima político, el clima sintético
Navego por Internet buscando noticias sobre las elecciones. Quiero conocer más a los nuevos presidentes regionales. Algunas noticias son sobre resultados (quiénes ganaron y quiénes irán a segunda vuelta), otras sobre procedimientos y regulación (la implementación de la segunda vuelta, la ley que impide la reelección inmediata), otras más se orientan a la denuncia de la corrupción o vínculos con actividades ilegales (narcotráfico, minería ilegal) de candidatos o presidentes regionales electos y, finalmente, otras son recomendaciones (lo que deben hacer los nuevos presidentes regionales). Las primeras búsquedas arrojan, entre otros parecidos, los siguientes titulares de noticias:
“Empieza la segunda vuelta electoral: Ejecutivo autoriza transferencia de recursos al Jurado Nacional de elecciones” (La República, 08/11/2014).
“Congreso aprueba la no reelección de presidentes regionales y alcaldes” (RPP, 23/10/2014).
“Nuevos presidentes regionales deben priorizar las inversiones” (El Peruano, 06/10/2014).
¿Necesito bucear en lugar de navegar para encontrar más (diversa) información, más detallada, con mayor análisis? Tal vez. Por el momento, me detendré a mirar esta superficie, específicamente, la noticia propuesta por el diario oficial
El Peruano: En:<http://www.elperuano.com.pe/edicion/noticia-nuevos-presidentes-regionales-deben-priorizar-las-inversiones-22714.aspx#.VGMb875H1z9>.
↩ Ver noticia: <http://www.americatv.com.pe/a-las-once/noticia/roba-hace-obra-juego-noticia-11814 y para jugar aquí: www.robaperohaceobra.com>. ↩ Esta situación podría analizarse con la idea de “agregados posliberales” de Papadopoulos et ál. (2008). Se trata de nuevos regímenes de control que no requieren legitimarse a través de principios normativos ni del doble axioma derechos-representación. Estos agregados verticales de poder articulan e incorporan segmentos particulares del Estado junto con ciertos individuos o segmentos de grupos sociales (p. 33). Estos eluden la gobernabilidad, interrumpen el proceso de gobierno y en su lugar imponen una serie de acciones cuya única legitimación es el simple hecho de que tienen el poder para realizarlas (p. 34). Por ejemplo, el agregado que permitió la invasión a Irak (partes del gobierno de Estados Unidos, empresas, individuos, otras partes de otros gobiernos, empresas de otros países, individuos, etc.) o más recientemente la de Israel en Gaza. ↩ Jacques Rancière explica en su libro El desacuerdo el mal cálculo (mécompte) fundamental de lo político en los filósofos griegos. En muy simple, se definen tres partes: los oligarcas (cuya cualidad positiva es la riqueza), los aristócratas (cuya cualidad positiva es la virtud) y el demos (cuya cualidad negativa es la libertad). La libertad es una cualidad que también tienen los oligarcas y los aristócratas, y es negativa en tanto no aporta algo específico, como la riqueza o virtud; es la cualidad de la gente que no tiene nada (gens de rien). Por tanto, el demos es una parte sin parte. ↩ Ver campaña No al voto burro (Tú eres el jefe), parodia que ilustra muy bien esta idea empresarial de elegir candidato como quien elige un prestador de servicios privado: <http://www.youtube.com/user/noalvotoburro>. ↩ American Cancer Society, Cancer facts and figures 2012. En:<http://www.cancer.org/acs/groups/content/@epidemiologysurveilance/documents/document/acspc-031941.pdf>. ↩
Este artículo debe citarse de la siguiente manera:
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