El verano del 2013 ha sido particularmente intenso en términos políticos para quienes vivimos en Lima. Sin duda, su origen está en la resolución del Jurado Nacional de Elecciones, del 31 de octubre del 2012, que convocaba a un proceso de revocatoria de las autoridades de la Municipalidad de Lima Metropolitana. A muy poco días de que se lleve a cabo esta consulta popular, el tema central de este nuevo número de Argumentos busca contribuir al debate y a la reflexión sobre lo que se juega en este tipo de procesos, y sobre sus diversas implicancias para el funcionamiento de la democracia, la participación y la gestión local.

Con algo de ironía, diera la impresión que quienes vivimos en la capital del país recién caemos en la cuenta de los costos y peligros que implica un mecanismo de participación y control ciudadano que ya tiene varios años de existencia en nuestro país y que, además, ha experimentado importantes modificaciones. Experiencia que hasta hace muy poco se había dado mayoritariamente en distritos con una población más bien pequeña. Tal como lo sugiere Remy en uno de los artículos que son parte de esta sección central, es hora de discutir en profundidad sobre la democracia en el Perú, de modo tal que se fortalezcan no solo los espacios de participación de la ciudadanía sino también los espacios de gestion local.

Específicamente, el proceso de revocatoria en Lima Metropolitana, ha hecho evidente que en el sistema político peruano existe un margen demasiado grande para que algunos actores y operadores políticos, con una gran deslealtad democrática, pongan en jaque la gestión local de una ciudad que no se puede dar ese lujo. A su vez, que la revocatoria pueda prosperar de manera parcial o general, tiene que ver un conjunto de otros factores y circunstancias. Para comenzar, con el alto costo social y político que se ha originado a partir de los procesos de reforma de áreas que fueron sistemáticamente evitadas por anteriores gestiones. Costos que rápidamente sintonizan con la desconfianza y las evaluaciones muy negativas que solemos desarrollar los peruanos frente a nuestras autoridades (inclusive entre quienes votaron por ellas en el más reciente proceso electoral). Por otra parte, la actual gestión metropolitana cometió algunos errores políticos –ampliamente descritos en el artículo de Wilfredo Ardito- que le impidieron intervenir de manera significativa e eficaz en discusiones políticas que tenían mucho de paradójicas: la no congruencia entre percepciones subjetivas (“Susana Villarán está haciendo una mala gestión”) y datos más bien objetivos (un nivel de ejecución presupuestal de la actual administración durante sus primeros dos años que es considerablemente mayor a la primera y segunda gestión de Luis Castañeda).

Como sin duda habrá todavía mucho más que decir y pensar después de que se conozcan los resultados definitivos de este proceso de revocatoria, este número incluye también una sección que llama la atención sobre la necesidad de discutir y actualizar los diagnósticos y las propuestas que existen en relación con el modelo de desarrollo que está siguiendo Lima Metropolitana, y que involucra temas centrales tales como la seguridad, el transporte y, en general, las condiciones de vida de su población.

Cambiando un poco de tónica, este número incluye también un trabajo sobre la nueva propuesta del Estado para el abordaje de los conflictos sociales (que se refleja en la reciente creación de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad) y un análisis de las últimas elecciones presidenciales en el Ecuador. Finalmente, la sección de crítica y reseña contiene un conjunto de reacciones al libro de Lurgio gavilán, Memorias de un soldado desconocido(IEP 2012), que va ya camino a una segunda edición, y al libro de Carlos Meléndez, La soledad de la política(Mitin Editores).