Luego de cien días marcados más bien por la calma y el consenso, Humala parece enfrentar su primera situación crítica, entre la reactivación de los conflictos sociales y la tensión al interior del gobierno sobre cómo manejarla. La pregunta sobre lo que realmente significa y significará la “inclusión social” en este gobierno, tendrá que empezar a responderse.

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales produjo un gobierno que inevitablemente se encontraba en la necesidad de ubicarse entre las demandas de cambio de un sector de la población y las de continuidad y estabilidad de otro. La necesidad de manejar esta tensión se tradujo políticamente en alianzas más o menos explícitas en el parlamento y en una combinación de tecnócratas de distinta orientación en el gabinete ministerial. “Crecimiento con inclusión social” fue el slogan que trataba de resumir una orientación no del todo clara en su totalidad, pero que implicaba continuar con la promoción de la inversión privada e imprimir un fuerte sello redistributivo al gobierno a través de programas sociales.

La coyuntura de protestas en general, pero las referidas al proyecto Conga en particular, parece estar forzando definiciones en el gobierno. ¿Hasta dónde se busca ir con el cambio? ¿Hasta dónde con la continuidad? En medio de los esfuerzos por responder estas preguntas, Humala hace frente a las dificultades de conducir un Estado de baja institucionalización que no genera confianza entre la población, a lo que se agrega la ausencia de operadores políticos que le permitan al gobierno disputar liderazgos en el terreno social y movilizar voluntades alrededor de sus decisiones políticas. Con estas precarias herramientas, las mismas que usaron sus antecesores, buscar el cambio resulta bastante más complejo que optar por la continuidad y su inercia.

En este complejo contexto, el presente número presenta en la sección Coyuntura un artículo de Ramón Pajuelo, quien hace un análisis de los dilemas que enfrenta el gobierno de Humala en medio del conflicto por el proyecto Conga, después de los 100 primeros días de relativa calma que acompañaron al régimen. Dos artículos internacionales acompañan esta sección, el primero de José Luis Rénique, que describe las características del movimiento Occupy Wall Street, en Nueva York. A su vez, Juan Pablo Luna analiza el sistema político chileno como telón de fondo para entender las movilizaciones estudiantiles en ese país, y que han provocado la crisis política más importante más importante desde el retorno a la democracia.

La sección central se dedica justamente los desafíos de la “inclusión social” prometida por el gobierno, y lo hace ofreciendo un conjunto de artículos que abordan el concepto y sus implicancias desde distintos ángulos e intereses. Abre la sección un artículo de Carlos Eduardo Aramburú, quien hace un balance de lo trabajado en los últimos años en materia de políticas sociales e identifica los desafíos que una política más ambiciosa en esta materia tendrá que enfrentar. Eduardo Toche aborda las metas propuestas por el gobierno en materia de seguridad y defensa, así como los vacíos e imprecisiones del gobierno en estos campos. José Antonio Lloréns desarrolla lo que debiera significar un gobierno de inclusión social que busca imprimir un enfoque intercultural a sus intervenciones. Por su parte, Juerguen Golte analiza los alcances de la Ley de Consulta Previa, y lo desde una perspectiva crítica hacia quienes a su juicio hacen una interpretación demasiado amplia de los objetivos del Convenio 169 de la OIT. Peter Busse hace un análisis de la desigualdad que pueden experimentar individuos y grupos con respecto a la salud, así como de los determinantes de esas desigualdades en el Perú. Finalmente, Daniel Encinas, Paolo Sosa y Mauricio Zavaleta analizan los desafíos políticos que enfrenta el gobierno para emprender un proyecto redistributivo ambicioso.

Las secciones de Historia y Sociedad, y Crítica y Reseña cierran el presente número. En la primera, Debora Jana muestra, a través de las biografías de mujeres rurales que emigraron hacia las ciudades, describe las transformaciones que atraviesa la concepción de “vida privada” para estas mujeres en tránsito hacia la urbe. Finalmente, la última sección, trae dos artículos, el primero a cargo de Marcos Cueto, quien hace un repaso por la trayectoria y aporte del reconocido científico social Julio Cotler, con ocasión del premio Kalman Sivert que le fue otorgado por la Asociación de Estudios Latinoamericanos. Cierra la sección y el número una reseña del libro El indigenismo en Suramérica: los aymaras del altiplano,a cargo de Pável Valer.