1  Repentinamente, la estabilidad macroeconómica ha sufrido un remezón. El incremento de precios y la caída del tipo de cambio se han convertido en dos de los principales factores de críticas contra este gobierno, provenientes de las clases populares y de algunos gremios empresariales, respectivamente.

Sin embargo, para una correcta aproximación y análisis del problema es necesario no perder de vista que ambas tendencias se están produciendo en la mayoría de países del mundo, en diferentes magnitudes, y que en ese contexto el Perú es incluso uno de los países que comparativamente ha visto incrementar sus precios y caer su tipo de cambio en menor magnitud que la mayoría de naciones de la región y el mundo, y todo ello en un contexto de altas tasas de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI). En este artículo nos centraremos únicamente en lo que viene sucediendo con la inflación.

Los precios internacionales 

Lo que pasó antes con el precio de los minerales (que permanecen altos pero en descenso) está ocurriendo también con los productos agrícolas. Pero en este sector, a las demandas de China e India se ha sumado otro componente igual de relevante: la mayor cantidad de tierras utilizadas para cultivar plantas para producir biocombustibles (…)

El mundo está cambiando radicalmente con la aparición en escena de países como China e India. El crecimiento económico y las demandas provenientes de estos países originaron primero el incremento sustancial del precio de los minerales en el mercado internacional (198% y 411% en las cotizaciones del oro y el cobre entre el 2003 y el 2008), hecho que ha beneficiado sustancialmente al Perú tanto por los ingresos fiscales que ha generado como porque el ingreso de dólares provenientes de las exportaciones nos ha permitido sustentar el sorprendente incremento de las importaciones (y por lo tanto la modernización del aparato productivo) sin que tengamos que enfrentar déficits en cuenta corriente, variable que siempre fue crítica y determinante en la falta de sostenibilidad de anteriores procesos de crecimiento.

Lo que pasó antes con el precio de los minerales (que permanecen altos pero en descenso) está ocurriendo también con los productos agrícolas. Pero en este sector, a las demandas de China e India se ha sumado otro componente igual de relevante: la mayor cantidad de tierras utilizadas para cultivar plantas para producir biocombustibles en vez de comida, lo cual ha incrementado la caída en los inventarios de granos, que ya se habían visto disminuidos como consecuencia de problemas climáticos. Como se puede apreciar en los cuadros, entre el 2006 y el 2008 el maíz subió 168%, el trigo en 184% y el aceite de soya en 138%. En lo que va del año, el arroz ha subido en alrededor del 100%.

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Este mismo hecho ha llevado a que algunos países opten por limitar sus exportaciones de productos agrícolas, con el fin de asegurar la producción a precios bajos para sus mercados internos, lo cual ha llevado a una mayor escasez en el mercado internacional y a una mayor presión sobre los precios. Bolivia lo hizo con su aceite, Argentina con su soya y Tailandia con su arroz.

De otro lado, previamente veníamos enfrentando el problema del aumento del precio del petróleo, que se ha incrementado sostenidamente desde el 2003, año desde el cual ha subido en el orden del 300%. Solo en los últimos doce meses, el petróleo se ha incrementado en el orden del 100% (en lo que va del 2008 alrededor de 20%), variable que no ha tenido mayor impacto en el resultado de la inflación en el Perú gracias a los aportes del Estado al Fondo de Estabilización de los Combustibles.

Cotización de petróleo (US$/tm)

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Son estas variables las que han llevado a que la inflación en el mundo se haya disparado (vea el gráfico) y que diferentes organizaciones internacionales hayan alertado de que el alto precio de los alimentos se convertirá en el principal factor de conflictos sociales en el mundo. Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, ha solicitado la creación de un panel de alto nivel para enfrentar el impacto de los altos precios de los granos y el petróleo, y ha pedido a los países hacer más para evitar «el descontento social en una escalada sin precedentes».

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[…] ya hay naciones pobres en las cuales se están produciendo violentas manifestaciones, ya que el aumento de precio de los alimentos afecta sobre todo a los sectores de menores recursos  […]

De hecho, ya hay naciones pobres en las cuales se están produciendo violentas manifestaciones, ya que el aumento de precio de los alimentos afecta sobre todo a los sectores de menores recursos en la medida que son quienes destinan una mayor proporción de sus precarios ingresos a este tipo de productos. En el Perú, se estima que los segmentos C, D y E gastan alrededor del 46%, 55% y 59% en alimentos. En este sentido, un cálculo del economista Eduardo Morón de la Universidad del Pacífico ha mostrado como mientras la inflación promedio (la que pública el INEI que es solo para Lima) fue de 3,9% en el 2007, para los sectores de menores ingresos de la capital fue del orden del 7.2%.

De hecho, el aumento del precio de los alimentos debe ser el principal factor que explica la caída en las encuestas del presidente Alan García. A pesar de los esfuerzos del gobierno por explicar que el problema es de origen externo, la población en general desconoce los factores detrás del aumento de la inflación (o no cree en ellos).

Los factores internos

Ahora bien, a los factores internacionales que son los principales en el análisis de lo sucedido hasta ahora, en el Perú se ha sumado la discusión sobre en qué medida las elevadas tasas de crecimiento del PBI pueden estar contribuyendo al incremento de precios en productos no importados, ya sea porque hay rubros en los cuales su capacidad de respuesta ante el crecimiento de la demanda no ha sido tan rápida (ladrillos por ejemplo), o porque simplemente se transfirió lo que venía sucediendo con los productos agrícolas importados a otros producidos internamente debido a la disponibilidad de liquidez existente en el mercado.

[…] todo parece indicar que el BCR mantendrá una política monetaria cautelosa, procurando no enfriar la economía pero sí mantener la inflación bajo control aunque ello implique crecer a menores tasas […]

En alguna medida, la discusión saltó cuando al alza de los precios internacionales en el primer trimestre del año se sumaron la temporada de lluvias y el paro agrario de febrero, hechos que restringieron el acceso de productos hacia Lima y conllevaron a un aumento de precios que debía ser temporal. Sin embargo, para algunos analistas, a estos factores que deberían desaparecer en la inflación registrada de abril, se ha sumado una natural expectativa de incremento de precios en una economía donde la gente tiene mayor liquidez, demanda más y los productores u ofertantes de servicios perciben que se está dispuesto a pagar más por lo mismo.

En este sentido, la decisión del Banco Central de Reserva tomada en su directorio del mes de abril de elevar la tasa de interés de referencia para así elevar el costo de los créditos de consumo, hipotecarios y de inversión, va en línea con lo que ha venido expresando su presidente Julio Velarde, en el sentido de que considera que en el país existe un optimismo que podía ser peligroso. Con una demanda interna creciendo 13% en el primer trimestre y un PBI (la oferta) haciéndolo en 10%, para algunos analistas se estaba creando un escenario propicio para aumentos de precios, independientemente de lo que ocurriese en adelante en el mercado internacional (en el cual los precios de los alimentos se mantendrían altos).

En este sentido, contra lo que piensa el Ministerio de Economía y Finanzas y otros analistas, todo parece indicar que el BCR mantendrá una política monetaria cautelosa, procurando no enfriar la economía pero sí mantener la inflación bajo control aunque ello implique crecer a menores tasas que las registradas hasta el momento. Ello, según el BCR, garantizará de mejor manera que el proceso de crecimiento del país sea sostenible en el largo plazo.

El apoyo social 

Asumiendo que los factores internos permanecen bajo control, los precios internacionales de los alimentos continuarán generando un malestar real y pérdida de calidad de vida (ya precaria) en los sectores más pobres del país, sobre todo en las áreas urbanas. En este sentido, el apoyo social que el gobierno pretendía dar a estos sectores por seis meses seguramente tendrá que prolongarse por mucho más tiempo, e incluso ampliarse a algunas zonas rurales. La lógica para no llevar apoyo a estas regiones ha sido que ya cuentan con el programa Juntos y que en la medida que se autoabastecen, no están expuestos a los incrementos de los precios internacionales. Más aún, que el sector agrícola rural que sí comercia sus productos, está beneficiándose como nunca antes por esta coyuntura de precios altos.

 Lo que han evidenciado hasta el momento las acciones del gobierno, es que necesita un mejor diagnóstico del problema, porque está actuando bajo la lógica de que el programa Juntos es suficiente para paliar los efectos del incremento de precios de los alimentos en las zonas rurales […]

 En este sentido, lo que han evidenciado hasta el momento las acciones del gobierno, es que necesita un mejor diagnóstico del problema, porque está actuando bajo la lógica de que el programa Juntos es suficiente para paliar los efectos del incremento de precios de los alimentos en las zonas rurales y que todos los productores rurales se están beneficiando de la coyuntura de precios altos, cuando no es así. Más aún, no está considerando el alto impacto en los costos que están afrontando los productores agrícolas por el incremento también del precio de algunos insumos como los fertilizantes.

De otro lado, la mejor manera de brindar el apoyo social, ya sea con alimentos o con dinero en efectivo, está en discusión, pues cada uno tiene sus razones en favor y en contra. Lo único claro en este aspecto, es que incluso en períodos de bonanza como el que vivimos, el Estado necesita contar con un sistema de focalización del gasto social que permita hacer más eficiente el apoyo para los sectores más pobres del país, algo de lo que seguimos careciendo.

Las perspectivas que se abren

Todo parece indicar que los precios internacionales de los alimentos se mantendrán altos, pero en la medida que no continuarían subiendo, sus efectos sobre futuros incrementos de precios en el mercado interno (inflación) desaparecerían o serían mucho menores. De hecho, según las estadísticas del INEI, la inflación de abril se situó en 0,1%, nivel menor al registrado incluso en el mismo mes del año anterior. De mantenerse la tendencia, la inflación acumulada para finales de año sería cercana al 4%, por encima del límite máximo establecido por el BCR como meta (de 3%). En el ente emisor afirman que así las cosas, y considerando las medidas de política monetaria tomadas, la inflación debería volver a estar dentro del rango meta el 2009 (entre 2% y 3%).

Un tema puntual es el de los combustibles. Con una escalada de precios en el mercado internacional como la que se ha registrado, el gobierno debería dejar que se refleje en alguna medida en el mercado interno.

Un tema puntual es el de los combustibles. Con una escalada de precios en el mercado internacional como la que se ha registrado, el gobierno debería dejar que se refleje en alguna medida en el mercado interno. Aunque con una aprobación presidencial en descenso, lo más probable es que García no pretenda echarle más leña el fuego y que se opte finalmente porque el fisco siga asumiendo el costo de los incrementos en la cotización internacional del petróleo. Hasta el cierre del 2007, el Estado había destinado al Fondo S/.1.000 millones, y solo en lo que va de este año ha tenido que transferir otros S/.600 millones para evitar la subida de los precios de las gasolinas en el mercado interno.

Pero todo lo anterior está condicionado a que se cumplan las hipótesis bajo las cuales se vienen analizando los escenarios futuros. Por una lado, que la recesión en EE.UU. será corta y no tan profunda (doce meses), por lo que su impacto más allá de Europa no será tan importante, y que dicha recesión no vendrá acompañada de un proceso inflacionario (una estanflación en conjunto) lo cual nos pondría en el escenario más riesgoso. Sin embargo, por la forma en que se han ido desarrollando los sucesos económicos en el ámbito internacional, hoy pocos se atreven a poner las manos al fuego por lo que efectivamente pasará. Así que sólo queda esperar.


* David Rivera es economista de la Universidad del Pacífico y director de la sección económica del diario El Comercio.

  1. David Rivera es economista de la Universidad del Pacífico y director de la sección económica del diario El Comercio.