El IEP cumple 50 años de vida institucional y en el mes de agosto realizará su actividad central que consiste en un encuentro internacional dedicado a reflexionar sobre lo que han sido y lo que han significado sus principales aportes para conocer y comprender mejor al Perú. Este encuentro lleva por título “Pensando el Perú: 50 años de cambios, 50 de desafíos”. Dentro de esta historia académica e institucional, hace exactamente 30 años, un trabajo de José Matos Mar (Desborde popular y crisis del Estado. El nuevo rostro de Lima en la década de 1980. Lima: IEP, 1984) propuso la figura del desborde para dar cuenta de lo que estaba sucediendo alrededor de la relación entre sociedad y Estado en el Perú. En ese entonces, esta figura aludía a procesos intensos de migración hacia las ciudades—especialmente a Lima— y, por tanto, al surgimiento de importantes sectores urbanos populares con nuevas expectativas y estrategias que cuestionaban y modificaban un orden social vigente que, en buena parte, era defendido por las clases dominantes y el Estado.
En la actualidad, a pesar de más de 12 años de continuidad de un régimen democrático y de tasas de crecimiento económico que han estado por lo general por encima del 6% desde el 2002, el Estado peruano vuelve a aparecer como desbordado. Esta vez, sin embargo, este desborde tiene un origen y unas consecuencias muy particulares. En no pocas regiones de nuestro territorio, existen economías ilegales (narcotráfico, extracción ilegal de madera, minería informal, etc.) que bien resisten y combaten la presencia del Estado o bien corrompen a funcionarios públicos para lograr acceder a mercados nacionales e internacionales. Los principales beneficiarios de estas economías se tornan en oscuros poderes fácticos que evidencian no solo la alta debilidad del Estado, sino la corruptibilidad del mismo. En efecto, el accionar de nuestro Estado se ve fuertemente limitado y distorsionado por la presencia de amplias redes de corrupción tanto a nivel del gobierno nacional como de los gobiernos sub-nacionales. Aún más, los diferentes intentos por reformar el sistema de justicia en nuestro país que se han llevado a cabo en los últimos años no han logrado cerrar la brecha que existe entre lo que suele suceder al momento que se administra justicia en nuestro país y el derecho que tienen los ciudadanos a acceder a la justicia de manera oportuna, efectiva e igualitaria.
Con este nuevo número de Argumentos esperamos contribuir a la discusión sobre la naturaleza de este nuevo desborde estatal y sobre lo que se necesita o se puede hacer para intentar superar esta situación. Para ello se incluyen diferentes balances y casos particulares sobre actividades ilegales, redes de corrupción y poderes fácticos.
Abre este número la entrevista a Luis Pásara, quien nos explica las debilidades y corrupción del sistema judicial, las dificultades para realizar una necesaria reforma de este sistema y los efectos de esta situación sobre la sociedad. Centrados en el análisis de la corrupción, Santiago Pedragliopresenta un lúcido balance del afianzamiento de las economías ilegales y del nuevo tipo de corrupción que instalan en nuestro país, mientras que Julio Arbizu analiza y evidencia las notables diferencias entre la ‘mega-corrupción’ de los noventas durante el gobierno fujimorista y la ‘micro-corrupción’ que se ha extendido en este nuevo siglo. Retomando el análisis de las economías ilegales, Ricardo Soberón presenta el modo y razones por las cuales el narcotráfico se viene extendiendo en el país y, desde un estudio de caso, Eduardo Romero describe y analiza los mecanismos y encadenamientos que posibilitan la amplia extracción ilegal de la madera en la región de Loreto. Finalmente, Luis Meléndez narra el importante rol e influencia de poderes fácticos sobre la creciente radicalización discursiva y política de Gregorio Santos como principal autoridad regional de Cajamarca.
Nuestra sección Crítica y Reseña cierra el número con un artículo del historiador peruano Paulo Drinot en respuesta al artículo de Guillermo Rochabrún (publicado en nuestra edición anterior). En conjunto, ambas contribuciones apuntan a la necesidad de discutir sobre el racismo en nuestra sociedad y sobre el uso que este concepto puede tener tanto dentro de una preocupación académica como de una preocupación por hacerle frente.
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