A menos de un mes de las elecciones generales, la campaña electoral se aleja del letargo con que se inició y acelera su ritmo, generando enormes incertidumbres sobre los resultados. No es que los candidatos hayan intensificado sus giras o difundido nuevas propuestas, o que hayan subido la voz y el tono de sus enfrentamientos. Lo que viene sucediendo son rápidos cambios en las preferencias de los electores que alteran las previsiones lo que, a su vez, intensifica el traslado de votos. En una situación de práctico empate (o de fuertes posibilidades de llegar a segunda vuelta) entre cinco candidatos, el escenario de “voto negativo” (votar por alguien para que otro no llegue al poder), “mal menor” o votar “a ganador” para no “desperdiciar” el voto, podría estar cediendo paso a un “voto positivo”, es decir, a un voto por quien el elector piensa que es la mejor opción.
Este contexto hace que los análisis y previsiones requieran una periodicidad diaria, y la sensación de infarto se despejará solo el 10 de abril, como sucedió en las elecciones municipales para la alcaldía de Lima.
Por ello en Argumentos, calentando motores para el próximo número, que echará una mirada crítica a los resultados electorales, hemos preferido dar a nuestros lectores información más amplia que la que en este periodo salta en los medios de comunicación.
En la primera sección, Coyuntura, dos artículos, uno de Martín Tanaka y otro de María Isabel Remy, abren temas en torno al Congreso. Más directamente, Tanaka y Barrenechea discuten las opciones de composición del Congreso que se instalará el 28 de julio examinando la trayectoria e identidad política de las diferentes listas en competencia y la forma como se construyeron. El telón de fondo del debate que proponen es la posibilidad de tener una mejor composición del Congreso de la que hemos tenido antes. Los autores muestran las dificultades de una seria acción parlamentaria con listas (o federaciones) de candidatos que tras llegar al Congreso se rompen en diferentes grupos parlamentarios o se alejan de la organización política por la que fueron elegidos. Evidencian además la débil inclinación a reelegir congresistas, lo que renueva la representación pero introduce inexperiencia: en el Congreso que termina, el 82% fue elegido por primera vez. En el ámbito de América Latina, el Perú muestra uno de los niveles más bajos de reelección legislativa.
La discusión que propone Remy, analizando los resultados finales y completos de las pasadas elecciones municipales y regionales, gira en torno a la escasez de lazos entre quienes tienen a su cargo los gobiernos regionales y provinciales, y quienes postulan al Congreso y lograrán cargos de representación nacional. Ante la falta de vínculos de las organizaciones políticas llamadas “nacionales” con las regiones, las opciones de los electores apoyaron organizaciones regionales. El problema que queda planteado es cómo procesar una agenda legislativa que facilite la acción de gobierno descentralizado y las demandas de las regiones que tocan las atribuciones que conserva el nivel central si las dos instituciones, Congreso y gobiernos descentralizados, no tienen ni contactos, ni espacios de encuentro. Lo nacional (entendido como una acción política en la capital) y lo regional corren por pistas políticas distintas y paralelas.
Nuestra sección de Coyuntura incluye también un artículo de coyuntura internacional, el de Álvaro Gálvez sobre los levantamientos en África del Norte, que vienen obligando a dimitir a gobiernos autoritarios enquistados por décadas en el poder. El artículo, con información y marcos de análisis muy solventes, plantea la cuestión del rol de las nuevas tecnologías de información y comunicación en estos levantamientos, no solo como “facilitadores” de las concentraciones masivas, sino como difusores de nuevos valores asociados a la apertura y el respeto a las libertades. No se trata de levantamientos que invocan una “vuelta al pasado”; frente a lo que fueron estrategias tradicionales de opresión y dictadura que controlaban la información, las nuevas tecnologías permiten a estas sociedades quedar abiertas a la discusión, la información y la imaginación de nuevas opciones.
El tema central de este número no es, sin embargo, la caliente coyuntura de nuestros días, sino una invitación a nuestros lectores, pronto electores, a considerar el acto del 10 de abril al interior de una historia de elecciones que ha ido configurando las condiciones de nuestro actual sistema político. Argumentos pidió a un grupo de historiadores de reconocida capacidad colaborar con nuestra revista para ubicarnos en la larga duración. Acercándonos al bicentenario del primer acto electoral en el país, la elección de representantes a las Cortes de Cádiz, tenemos a la vista un largo periodo y muchas opciones en juego. Quizás lo primero a recordar es que si bien tenemos 200 años de elecciones, a las mujeres solo nos reconocieron ese derecho hace 56 años, y las personas analfabetas lo recuperaron recién hace 31. Las elecciones no siempre fueron el reino de la igualdad.
A contracorriente de lo que normalmente se piensa, que la historia va de “menos a más”, los artículos de Natalia Sobrevilla y Víctor Peralta muestran que, entre el siglo XIX y el XX, el sistema electoral peruano ganó en institucionalidad, pero perdió en inclusión. La reforma electoral de 1896, al mismo tiempo que crea un órgano electoral autónomo, la Junta Electoral Nacional, y formaliza los procesos de instalación de mesas, cómputos, etc., excluye a la mayoría de la población estableciendo por primera vez que solo los alfabetos podían votar (la segregación de mujeres sí fue un hecho permanente hasta 1955). El clima popular, aunque desordenado, de las elecciones del siglo XIX queda bien analizado en el artículo de Sobrevilla. El de Peralta se centra más en el marco regulatorio de la institución electoral, aunque discute su escasa vigencia a lo largo del siglo XX: afirmarse como un órgano autónomo de las presiones políticas y del Congreso fue un logro lento que es importante valorar. Cómo avanzar simultáneamente en mejores instituciones electorales y al mismo tiempo más incluyentes, más cercanas a las
expectativas de las diferentes poblaciones del país, abre todavía agendas de consolidación de nuestra democracia.
Otro orden de opciones, como las del voto directo e indirecto, es el que aborda el artículo de Cristóbal Aljovín, que presenta un fresco amplio de sistemas electorales y regímenes políticos. Un punto importante en el planteamiento de Aljovín es la progresiva construcción en el siglo XX de la categoría “dictadura”, que al mismo tiempo que construye una legitimación, es objeto de crítica y movilización popular, poco a poco más involucrada en la “democracia” y en su defensa.
Carlos Contreras propone una reflexión sobre un conjunto de datos notablemente interesante: las reelecciones de presidentes en el Perú. Contreras muestra que de 15 ex presidentes que quisieron volver a Palacio de Gobierno, 12 lo lograron por las urnas. Habrá que ver cómo se mueven los datos de este cuadro el 10 de abril, pero lo interesante es la exploración de Contreras acerca de las razones de esta tendencia reeleccionista.
La última sección de Argumentos, Cultura y Sociedad, contiene un artículo de Alexandre Surallés que muestra la compleja relación de los pueblos nativos de la Amazonía con el Gobierno y con los órganos del Estado. Al publicarlo esperamos hacer reflexionar sobre el hecho de que esta campaña y sus candidatos tratan a los pueblos indígenas igual que los funcionarios de gobierno: como si no existieran. Y no solo existen, sino que manejan opciones y levantan propuestas de contenido nacional, como la cuestión de las decisiones en torno a las industrias extractivas.
El discurso de orden de Carlos Iván Degregori en el acto en que la Universidad Nacional Mayor de San Marcos otorga el grado de Doctor Honoris Causa a Jurgen Golten cierra nuestro número con la presencia y las ideas de dos notables antropólogos.
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