Introducción 1

El encarcelamiento del expresidente regional de Madre de Dios Jorge Aldazábal Soto y su esposa, Mireya Rengifo, acusados por la violación de su trabajadora doméstica de 16 años en los primeros días de 2015, nos llama poderosamente la atención sobre las particulares condiciones de vulnerabilidad de las trabajadoras domésticas en el Perú.

En la actualidad, las trabajadoras domésticas remuneradas conforman aproximadamente el 2,6% de la población económicamente activa (PEA) ocupada del país (gráfico 1), y cerca de 92% labora en condición de informalidad (INEI 2013). El 97,7% de esta fuerza laboral está compuesta por mujeres (Enaho 2013) y el 86,6% trabaja sin contrato escrito y experimenta derechos recortados en comparación con el resto de la PEA ocupada (tabla 1). Esta ausencia de un vínculo laboral formalizado reduce aún más el poder de negociación individual de las trabajadoras domésticas. Dicha situación se ve agravada por el hecho de que este trabajo se realiza en residencias privadas, lo que limita grandemente la capacidad del Estado de regular y hacer cumplir la legislación laboral existente.

Gráfico 1: Empleo doméstico como proporción de la PEA ocupada (2004-2013)

Gráfico 1 Pérez y Llanos

Fuente: INEI, ENAHO 2004-2013. Elaboración propia.

En cuanto al trabajo doméstico infantil, según cálculos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), aproximadamente 100.000 niños y niñas de entre 5 y 17 años de edad son trabajadores domésticos en casa de terceros (OIT-Terre des Hommes Holanda 2014: 1). Sin embargo, 90% de trabajadores infantiles a nivel nacional son niñas o adolescentes entre 14 y 17 años edad (OIT-Terre des Hommes 2014: 8). Para ellas, la situación es aún más vulnerable, pues tienden a ser invisibilizadas por su edad y la ausencia de un sistema efectivo de registro y monitoreo. Es por ello que si bien consideremos fundamental visibilizar a las trabajadoras domésticas en general, debe brindarse una especial atención a las que son menores de edad.

Tabla 1: Indicadores clave de trabajo doméstico en el Perú (2011)

Tabla 1 Pérez y Llanos

Fuente: Bastidas (2012). Elaboración Propia

El Perú sale de una década en la cual experimentó un crecimiento económico sostenido, catalogado por algunos como “pro pobre” y “pro clase media” (Jaramillo y Zambrano 2013). Esto nos plantea un conjunto de preguntas: ¿qué implicancias ha tenido este periodo de boom para estas trabajadoras? ¿Qué sabemos en general acerca del estatus y la calidad de este empleo? ¿Qué peso tiene el trabajo infantil doméstico en el interior de este sector?

¿Qué sabemos en la actualidad del trabajador de este sector?

La fuerza laboral de trabajadoras domésticas sigue siendo compuesta principalmente por mujeres migrantes, solteras o separadas y de bajo nivel educativo

La fuerza laboral de trabajadoras domésticas sigue siendo compuesta principalmente por mujeres migrantes, 2 solteras o separadas y de bajo nivel educativo. Un análisis de la Enaho para los años entre 2004 y 2013 resalta varias tendencias interesantes (Pérez y Llanos 2015). 3

Gráfico 2: Evolución de la PEA ocupada y el empleo doméstico en el Perú (2004-2013)

Gráfico 2 Pérez y Llanos

Fuente: INEI, ENAHO 2004-2013. Elaboración propia.

Primero, el número de personas empleadas en este sector presenta una ligera tendencia decreciente, tanto en términos absolutos como relativos (gráficos 1 y 2). Segundo, el número de personas que trabajan “cama adentro” también se ha reducido, aunque siguen constituyendo el 45,2% de las trabajadoras (Bastidas 2012). Por último, la fuerza laboral dedicada a este trabajo presenta un gradual envejecimiento (gráfico 3).

Gráfico 3: Edad promedio del empleo doméstico y otras ocupaciones en el Perú (2004-2013)

Gráfico 3 Pérez y Llanos

Fuente: INEI, ENAHO 2004-2013. Elaboración propia.

Vistos de conjunto, estos datos sugieren que la situación de estas trabajadoras está cambiando. Por un lado, es posible que el cambio de modalidad de trabajo hacia “cama afuera” pudiera traer mayor independencia, aunque también podría significar aún más horas de trabajo sin derecho a beneficios algunos. Por otro lado, la tendencia pareciera ser que menos jóvenes optan por este trabajo, lo que podría implicar que las mujeres jóvenes tienen ahora una mayor capacidad de negociar por un empleo de mejor calidad en otros sectores (gráfico 4). Sin embargo, nuestra investigación también muestra que para la mayoría de las que permanecen en este sector las condiciones siguen siendo de pobreza y de inequidad, debido a la notable diferencia entre los derechos a los que ellas acceden en comparación con aquellos de los que disfrutan otros trabajadores (ver tabla 1).

Gráfico 4: Composición etaria del empleo doméstico en el Perú (2004-2013)

Gráfico 4 Pérez y Llanos

Fuente: INEI, ENAHO 2004-2013. Elaboración propia.

En cuanto a los ingresos de las trabajadoras domésticas, estos se han incrementado al igual que para el resto de la PEA ocupada, pero la brecha entre lo que estos trabajadores perciben en contraste con otros trabajadores y con la remuneración mínima vital (RMV) sigue siendo notablemente amplia (gráfico 5). Asimismo, y consistente con la literatura sobre el tema (Browne y Misra 2003, Lautier 2003, Cutuli y Pérez 2011, Tizziani 2011), la confluencia de diferentes condiciones, como lo son ser mujer, migrante o de una etnia/raza marginada, elevan la probabilidad de que los empleadores no reconozcan distintas credenciales educativas, lo que reduce para este grupo los retornos a la educación superior (gráfico 6).

Gráfico 5: Evolución del ingreso mensual por grupos ocupacional (2004-2013)

Gráfico 5 Pérez y Llanos

Fuente: INEI, ENAHO 2004-2013. Elaboración propia.

Gráfico 6: Ingreso mensual por nivel educativo y grupo ocupacional (2004-2013)

Gráfico 6 Pérez y Llanos

Fuente: INEI, ENAHO 2013.  Elaboración propia.

¿Qué papel juega el trabajo doméstico infantil en esta coyuntura?

La revisión de la investigación reciente sobre trabajo doméstico infantil (OIT-Terre des Hommes 2014) junto con nuestros hallazgos nos permiten hacer algunas observaciones.

En primer lugar, parecida a la situación de las trabajadoras adultas, la tendencia a nivel nacional es que este cargo es ocupado predominantemente por niñas. En segundo lugar, hay significativas brechas de información respecto del número de niños y niñas que emprenden este trabajo y las condiciones de su empleo. Por ejemplo, al final de 2014, la OIT y Terre des Hommes publicaron dos reportes sobre trabajo doméstico infantil. Uno de ellos utiliza datos de la Enaho de 2011 para calcular que aproximadamente 13.000 niños de entre 6 y 17 años laboran como trabajadores domésticos en el país (OIT-Terre des Hommes 2014: 7). Esta cifra —derivada de estadística nacional— es bastante distante de la de más de 100.000 niños estimada por la OIT. La provisión de datos claros y confiables respecto de esta población es un desafío urgente para la investigación y las decisiones de política pública.

Asimismo, un reporte sobre el trabajo infantil de la Defensoría del Pueblo anota su preocupación por la inconsistencia de los registros de niños trabajadores, especialmente a nivel municipal. Pero en este caso la paradoja es que también se observan casos en los cuales hay registros de trabajo infantil, lo cual formaliza una situación ilegal. Según la Defensoría, esto implicaría una falta de conciencia de parte de las autoridades acerca de lo impropio de esta situación (2014: 87-88). No obstante, si bien en el Perú el trabajo infantil es permisible con el consentimiento de los padres a partir de los 14 años de edad, es claro que hay también los que trabajan de manera oculta (Gamlin et al. 2013). En cuanto al trabajo doméstico infantil específicamente, hay evidencia de que existe una cohorte de este que no considera sus labores como trabajo doméstico, sino como ayuda o apoyo en casa de terceros, y por tanto no es apropiadamente contabilizado (Anderson 2007, 2009, 2012; OIT-Terre des Hommes 2014).

Tomando en cuenta lo dicho anteriormente junto con la disminución relativa de este tipo de empleo, cabría preguntarse: ¿existe otra posible explicación acerca del descenso en los números de trabajadoras domésticas contabilizadas? ¿Es posible que la razón del decrecimiento sea que existe una mayor demanda oculta de trabajadoras niñas o adolescentes, quienes resultan menos costosas y más explotables? Datos recientes de la OIT y Terre des Hommes parecieran corroborar esta idea. Una hipótesis es que la situación del trabajo doméstico infantil en el Perú surge a raíz de la mayor capacidad adquisitiva de la clase media emergente, que desea un apoyo de bajo costo en las labores del hogar (GIN 2014, OIT-Terre des Hommes 2014).

¿Qué nos falta por saber?

Hasta ahora, nuestra investigación señala que —en relación con el resto de la fuerza laboral— el trabajo doméstico presenta niveles de remuneración, protección social y educación más bajos.

Dado lo anterior, ¿existe una relación entre el crecimiento económico y la situación de los trabajadores domésticos en general? ¿Hay una relación entre este fenómeno y el trabajo doméstico infantil?

Hasta ahora, nuestra investigación señala que —en relación con el resto de la fuerza laboral— el trabajo doméstico presenta niveles de remuneración, protección social y educación más bajos. Una de nuestras hipótesis es que en medio del crecimiento económico de la última década, estas trabajadoras han subsidiado de alguna manera la movilidad socioeconómica de la así llamada “clase media emergente”. Algunas preguntas clave para futuros estudios son: ¿actualmente quiénes están empleando trabajadoras domésticas en el Perú? ¿Estos empleadores aparecen en la estadística? ¿O estamos viendo otro fenómeno más informal de lo que ya conocemos? Sin un cuidadoso trabajo cualitativo que le dé un rostro a este trabajador y sus empleadores, así como a las características y sutilezas del vínculo laboral que entre ellos se genera, será muy difícil responder a estas y otras preguntas.

Asimismo, futuras investigaciones sobre este tema necesitarán tomar en consideración al menos dos factores clave: la composición sociodemográfica del trabajo doméstico y la precariedad general del empleo en el Perú.

Sobre el primer tema, es de notar que en el Perú, como en otras partes del mundo, son mujeres en condiciones vulnerables —principalmente aquellas marginadas por razones étnico-raciales o de procedencia, de bajo nivel educativo y pocos recursos— quienes componen el sector de trabajadoras domésticas remuneradas. De alguna forma esta particular situación nos permite referirnos a sus condiciones de vida como un barómetro o indicador de las brechas de equidad en lo socioeconómico y en torno a la intersección de variables tan relevantes como lo pueden ser género, raza y clase (Blofield y Martínez 2014, Pérez y Llanos 2015). En otras palabras, vigilar permanentemente las condiciones de trabajo y de vida de este sector tan vulnerable es una manera de observar la equidad, o la falta de ella, en nuestra sociedad. Asimismo, pese a los datos presentados aquí — en relación con los cuales, según la estadística, menos jóvenes entran a esta labor—, preguntamos si es que esta sociedad en vías de desarrollo aún expresa una demanda oculta por adolescentes o niñas vulnerables para este tipo de empleo así como lo han sugerido Anderson (2007, 2009, 2012) y otros.

Sobre el segundo tema, tenemos que partir del hecho de que el Perú presenta una elevada tasa de informalidad (79% de la PEA ocupada, INEI 2013), así como una precariedad generalizada expresada en bajas remuneraciones y una enorme proporción de población subempleada (48% de la PEA en 2012, según el INEI). En este contexto, se vuelve doblemente importante obtener más información sobre los empleadores, sus condiciones de vida y cómo esto afecta las oportunidades ofrecidas a las trabajadoras domésticas.

Resumen

Todo lo anterior señala un cuadro complejo que incluye una serie de desigualdades que presionan hacia abajo la condición socioeconómica de mujeres o niñas con pocas oportunidades de vida; pero es claro también que hay mucho que aún no sabemos, por lo cual un mayor estudio cualitativo en torno al tema no solo sería oportuno, sino informativo alrededor de las brechas sociales existentes, sus causas y la posición relativa de otros sectores laborales y sociales frente a esta trabajadora.

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* Leda Pérez es investigadora asociada del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP). Pedro Llanos trabajó como asistente de investigación del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) entre septiembre 2014 y marzo 2015.


  1. El presente artículo se nutre del documento de discusión ¿Al fondo del escalafón? Un estado de la cuestión sobre trabajo doméstico remunerado en el Perú, el cual fue elaborado por los autores y ha sido recientemente publicado por el CIUP.
  2. Consideramos migrante a toda persona que vive en una provincia diferente de la que nació.
  3. Hay que destacar que el módulo de empleo e ingresos de la Enaho en el que se basan las estimaciones aquí presentadas solo es aplicado a personas mayores de 14 años. Esto implica que además de la existencia de trabajadores domésticos ocultos, los cálculos pueden estar dejando fuera un grupo etario que por otras investigaciones sabemos también ingresa de alguna forma al trabajo doméstico aunque la nomenclatura no lo designe así (Anderson 2007).

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