Desde mi punto de vista, el Frente Amplio es, otra vez, el claro favorito. Es probable que, a diferencia de la elección del 2004, requiera la instancia del balotaje para retener el gobierno. Pero, en primera o segunda vuelta, tiene grandes probabilidades de ser reelecto. El somero repaso de sus principales políticas muestra que está logrando cumplir con una parte importante de sus promesas electorales. Ha hecho un enorme esfuerzo por combatir la pobreza. Al mismo tiempo, logró sostener un ritmo de crecimiento económico inédito en el país. Mientras tanto, los partidos de oposición no han hecho lo suficiente para construir una agenda alternativa a la del Frente Amplio.
Si esta interpretación es correcta, la principal clave de la próxima elección es la candidatura del Frente Amplio. En Uruguay, no existe la regla de la reelección inmediata. El presidente saliente debe dejar pasar un período de gobierno. Esto obliga al Frente Amplio a encontrar otro candidato. Tabaré Vázquez ha anunciado públicamente su apoyo a Danilo Astori. Sin embargo, la propuesta no despierta entusiasmo en la mayoría de los grupos frenteamplistas. Todos reconocen la capacidad técnica del Ministro de Economía y los éxitos de su gestión. Asimismo, comprenden que tanto por su formación académica como por la moderación de sus preferencias, Astori es un excelente candidato para volver a seducir a los siempre esquivos electores de centro. Sin embargo, se resisten a apoyar esta candidatura porque aspiran a que el próximo gobierno del FA profundice los Tabaré Vázquez fue electo presidente de la República Oriental del Uruguay en la primera vuelta de las elecciones nacionales de octubre de 2004. Así, luego de más de tres décadas de espera, la izquierda uruguaya llegó finalmente al gobierno. El propósito de esta nota es ofrecer una descripción de los principales énfasis del presidente Vázquez. Como se verá, el Frente Amplio está llevando adelante una extensa agenda que puede ser definida como de centro-izquierda.
Una agenda socialdemócrata
El gobierno de Vázquez procura combinar crecimiento económico y distribución del ingreso. Es un gobierno de tono socialdemócrata, de centro-izquierda. La “partitura” del gobierno de Vázquez se parece mucho más a la de Lagos o la de Lula que a la de Chávez o Correa.
En Uruguay, durante años, se debatió intensamente acerca de qué podía esperarse de un gobierno del Frente Amplio. Algunos, tomando nota de la formación marxista de la gran mayoría de los dirigentes frenteamplistas (incluido el propio Vázquez, que pertenece desde hace décadas a uno de los partidos marxistas uruguayos, el Partido Socialista), temían la puesta en práctica del menú de políticas públicas tradicional en los partidos de la vieja izquierda latinoamericana (estatizaciones, nacionalizaciones, intervenciones en los mercados, expansión desmedida del gasto público, confrontación con el FMI, etc.). El gobierno no siguió este camino. El anuncio realizado por Tabaré Vázquez en julio de 2004 (en el inicio de la recta final hacia la elección de octubre) de su firme intención de designar a Danilo Astori como Ministro de Economía en caso de ser electo, fue la primera señal de cuál sería el tono de la política económica del gobierno frenteamplista. Las medidas adoptadas durante estos tres años y medio confirmaron esta hipótesis.
El gobierno de Vázquez procura combinar crecimiento económico y distribución del ingreso. Es un gobierno de tono socialdemócrata, de centro-izquierda. La “partitura” del gobierno de Vázquez se parece mucho más a la de Lagos o Lula que a la de Chávez o Correa.
La plataforma electoral y la agenda del gobierno
Nadie que haya seguido de cerca el debate interno ideológico del Frente Amplio durante las últimas dos décadas puede sorprenderse por el tono moderado que caracteriza a la agenda de Vázquez. Es que la izquierda uruguaya llegó al gobierno después de haber experimentado una profunda transformación ideológica, que se fue reflejando en las sucesivas modificaciones introducidas en los programas de gobierno. Durante sus primeros años, el Frente Amplio tenía una plataforma electoral tributaria del pensamiento dependendista y socialista de la época y se definía como una fuerza política “antioligárquica y antiimperialista”. Después de la dictadura, se instaló un intenso debate acerca de cómo adaptar el programa frenteamplista a los tiempos nuevos. Esta vocación revisionista se aceleró durante los primeros años de la década del 90 por el efecto combinado de la crisis del sistema socialista, la experiencia de gobierno municipal en Montevideo y el ascenso del liderazgo de Tabaré Vázquez. Sin prisa pero sin pausa, a partir de 1990, el Frente Amplio fue abandonando la mayoría de las propuestas de matriz dependendista que figuraban en los documentos programáticos fundacionales. El viraje desde la izquierda hacia el centro demostró ser exitoso en términos electorales: en 1994, el Frente Amplio se ubicó tercero, pero muy cerca de los viejos partidos tradicionales (32% para el Partido Colorado, 31% para el Partido Nacional, 30% para el Frente Amplio). En 1999, se convirtió en el partido más votado (40%), pero perdió el balotaje. En el 2004, se impuso en la primera vuelta (51%).
Tabaré Vázquez le propuso al electorado un gobierno para avanzar hacia el “Uruguay social” (énfasis en el combate a la exclusión), “Uruguay democrático” (abrir canales a la participación popular en la gestión de instituciones y políticas públicas, investigar el destino de los desaparecidos durante la dictadura), “Uruguay inteligente” (políticas de promoción de la innovación, la ciencia y la tecnología), “Uruguay productivo” (una nueva política económica) y “Uruguay integrado a la región y el mundo” (la integración al MERCOSUR como plataforma hacia otros mercados).
El Frente Amplio llegó a la última elección con una plataforma electoral estructurada en cinco ejes. Tabaré Vázquez le propuso al electorado un gobierno para avanzar hacia el “Uruguay social” (énfasis en el combate a la exclusión), “Uruguay democrático” (abrir canales a la participación popular en la gestión de instituciones y políticas públicas, investigar el destino de los desaparecidos durante la dictadura), “Uruguay inteligente” (políticas de promoción de la innovación, la ciencia y la tecnología), “Uruguay productivo” (una nueva política económica) y “Uruguay integrado a la región y el mundo” (la integración al MERCOSUR como plataforma hacia otros mercados). De hecho, estas cinco líneas de trabajo han constituido la columna vertebral de las políticas del gobierno.
Uruguay social
En sintonía con su tradición ideológica más profunda, el gobierno del Frente Amplio ha hecho un enorme esfuerzo por combatir la pobreza y la exclusión. Se ha implementado una amplia batería de políticas orientadas en esta dirección. La primera señal de esta preocupación fue enviada de inmediato: durante su primer día como presidente, Vázquez anunció la creación del Ministerio de Desarrollo Social y la puesta en práctica de un Plan de Emergencia. Además, el gobierno aprobó una profunda reforma del sistema de salud con el objetivo expreso de mejorar la equidad del sistema tanto en términos de su financiamiento como de la calidad de los servicios (Sistema Nacional Integrado de Salud). Pensando en mejorar la distribución de la riqueza, el Ministerio de Economía diseñó y viene implementando una profunda reestructura de la política tributaria (se creó el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas). El gobierno pretende, según ha dicho, “que pague más el que tiene más, y menos el que tiene menos”. El énfasis en la igualdad social es ampliamente perceptible en múltiples medidas del gobierno. Sin embargo, los niveles de pobreza e indigencia han disminuido menos de lo esperado. Y la distribución del ingreso tampoco ha mejorado. Se asiste, eso sí, a una notable disminución del desempleo que ronda la cifra, espectacular para el país, del 7%.
Uruguay democrático
Dentro de este capítulo, se destacan dos realizaciones. En primer lugar, el Frente Amplio reinstaló los Consejos de Salarios. Se trata del ámbito tripartito de negociación en el que, durante décadas (a partir de 1943), empresarios, sindicatos y gobierno concertaron los niveles salariales. Este mecanismo fue reinstalado después de la dictadura durante el primer gobierno de Julio M. Sanguinetti (1985-1989). Pero dejó de ser convocado durante la presidencia de Luis A. Lacalle (1990-1994). Ni Sanguinetti durante su segundo mandato (1995-1999) ni Jorge Batlle (2000-2004) los habían vuelto a instalar pese al reclamo sistemático de las organizaciones sindicales. En segundo lugar, el propio Tabaré Vázquez ha liderado los contactos con militares procurando esclarecer el destino de los desaparecidos durante la dictadura. En el marco de esta política, por primera vez desde la recuperación de la democracia, se han realizado excavaciones en predios militares en los que había indicios firmes de enterramientos clandestinos. Las dos políticas que acaban de sintetizarse tuvieron resultados distintos. Los Consejos de Salarios han sido una experiencia exitosa. Los trabajadores han visto incrementados sensiblemente los niveles salariales y la conflictividad sindical disminuyó respecto de gobiernos anteriores. La búsqueda de desaparecidos permitió localizar los restos de algunos presos políticos, pero, en términos generales, el gobierno no ha podido romper la conspiración de silencio de los involucrados en la represión. De todos modos, el gobierno logró procesar a un conjunto de jerarcas de la dictadura, entre ellos, al presidente que disolvió las cámaras el 27 de junio de 1973, Juan M. Bordaberry.
Uruguay inteligente
El gobierno frenteamplista ha logrado dar algunos pasos importantes en materia de promoción de la innovación, la ciencia y la tecnología. En primer lugar, durante el año 2005, Tabaré Vázquez instaló el Gabinete Ministerial de la Innovación (GMI), integrado por los ministros más directamente relacionados con el tema. En segundo lugar, se creó la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANNI). Esta reforma pretende contribuir a resolver dos problemas centrales del sistema de innovación del país. Por un lado, apunta a incrementar los grados de coordinación entre las instituciones vinculadas a la temática. Por el otro, apunta a elaborar políticas que permitan fortalecer en términos cualitativos y cuantitativos la investigación científica en el país, e incrementar la interfase entre la investigación científica y los procesos productivos. Desde la ANNI, se viene impulsando un amplio conjunto de políticas. Por ejemplo, se avanza rápidamente hacia la creación de un sistema nacional de investigadores y hacia la puesta en marcha de un sistema nacional de becas. El GMI está elaborando, asimismo, un Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Es innegable que, en términos históricos, los avances no son desdeñables. Sin embargo, no han faltado las diferencias de criterio entre el gobierno y la comunidad de expertos en innovación que ha reclamado intensificar el ritmo reformista y cuestionado algunas decisiones concretas. El diseño institucional del sistema nacional de investigadores, por ejemplo, ha sido un punto de conflicto entre el gobierno y la Universidad de la República.
Uruguay productivo
Los datos del PBI muestran que el país atraviesa una fase particularmente intensa de crecimiento económico. El PBI per cápita viene aumentando a tasas “chilenas” desde la finalización de la crisis 1999-2002 (aproximadamente 7% anual).
Los datos del PBI muestran que el país atraviesa una fase particularmente intensa de crecimiento económico. El PBI per cápita viene aumentando a tasas “chilenas” desde la finalización de la crisis 1999-2002 (aproximadamente 7% anual). Desde este punto de vista, es innegable que el gobierno frenteamplista ha logrado avanzar hacia la meta del “Uruguay productivo”. Sin embargo, es evidente que lo ha hecho sin establecer una ruptura nítida con el paradigma de política económica aplicado por los gobiernos anteriores. El equipo económico del Ministerio de Economía es uno de los más profesionales que recuerda la historia política del país. Los principales jerarcas tienen un gran prestigio profesional y una sofisticada formación académica. Sin embargo, sus políticas son cuestionadas por una parte importante (me atrevería a decir que mayoritaria) del partido de gobierno. Es cierto que no hay una clara vocación privatizadora, como en los gobiernos anteriores. También es cierto que el Ministerio de Economía se las ha ingeniado para hacer posible un importantísimo aumento de los recursos públicos destinados a financiar la educación (el gobierno intenta cumplir con su promesa electoral de llevar 4,5% del PBI al presupuesto educativo) y la salud públicas (para financiar el SNIS). Sin embargo, muchos frenteamplistas criticaron severamente la refinanciación de la deuda externa con el FMI y extrañan la ausencia de las tan anheladas políticas sectoriales de promoción de sectores productivos.
El equipo económico se niega, como los de los gobiernos anteriores, a “elegir ganadores”. Sin embargo, la creencia en la posibilidad de establecer mecanismos sectoriales de promoción constituye uno de los rasgos más característicos del pensamiento económico prevaleciente en la izquierda.
Uruguay integrado a la región y al mundo
La política de relaciones internacionales ha constituido, probablemente, una de las dimensiones más polémicas e imprevisibles del gobierno de Vázquez. En términos generales, podría decirse que se ha caracterizado por su ambigüedad. El gobierno reestableció relaciones con Cuba y propició un fuerte acercamiento al gobierno de Chávez, que se manifestó, incluso, en la promoción del ingreso de Venezuela al MERCOSUR. Sin embargo, al mismo tiempo, estrechó inesperadamente la relación diplomática con el gobierno de los EEUU. En ese contexto, en marzo de 2006, Tabaré Vázquez recibió con visible satisfacción la visita del presidente norteamericano George W. Bush.
La política comercial ha sido igualmente polémica. Tradicionalmente, la izquierda uruguaya ha desconfiado de las virtudes de la mano visible del comercio internacional. Heredera del pensamiento cepalino, ha preferido abrir la economía doméstica gradualmente, apoyándose en acuerdos comerciales regionales, para cumplir con el objetivo de preservar y modernizar la industria nacional. Sin embargo, el gobierno de Vázquez, sorprendiendo a propios y extraños, hizo un gran esfuerzo por concretar la firma de un TLC con los EEUU. Esta iniciativa, liderada por el Ministerio de Economía con el apoyo de Tabaré Vázquez, finalmente fue bloqueada por una coalición de sectores políticos frenteamplistas (liderada, a su vez, por Reinaldo Gargano, presidente del Partido Socialista y canciller hasta marzo de 2008) y organizaciones sociales.
El escenario electoral 2009
El año que viene se realizarán nuevamente elecciones nacionales. Las encuestas disponibles muestran que el Frente Amplio sigue siendo el partido preferido por los uruguayos, pero no permiten arriesgar pronósticos tajantes. Existe cierto consenso entre los analistas en cuanto a que el margen de incertidumbre respecto del desenlace del pleito es mayor que hace cinco años. En ese entonces, pocos dudaban del fuerte favoritismo del FA. En todo caso, el debate se centraba más en torno a si el FA ganaría en primera o en segunda vuelta. Ahora, la mayoría de los analistas se muestran más cautelosos.
El año que viene se realizarán nuevamente elecciones nacionales. Las encuestas disponibles muestran que el Frente Amplio sigue siendo el partido preferido por los uruguayos, pero no permiten arriesgar pronósticos tajantes.
Desde mi punto de vista, el Frente Amplio es, otra vez, el claro favorito. Es probable que, a diferencia de la elección del 2004, requiera la instancia del balotaje para retener el gobierno. Pero, en primera o segunda vuelta, tiene grandes probabilidades de ser reelecto. El somero repaso de sus principales políticas muestra que está logrando cumplir con una parte importante de sus promesas electorales. Ha hecho un enorme esfuerzo por combatir la pobreza. Al mismo tiempo, logró sostener un ritmo de crecimiento económico inédito en el país. Mientras tanto, los partidos de oposición no han hecho lo suficiente para construir una agenda alternativa a la del Frente Amplio.
Si esta interpretación es correcta, la principal clave de la próxima elección es la candidatura del Frente Amplio. En Uruguay, no existe la regla de la reelección inmediata. El presidente saliente debe dejar pasar un período de gobierno. Esto obliga al Frente Amplio a encontrar otro candidato. Tabaré Vázquez ha anunciado públicamente su apoyo a Danilo Astori. Sin embargo, la propuesta no despierta entusiasmo en la mayoría de los grupos frenteamplistas. Todos reconocen la capacidad técnica del Ministro de Economía y los éxitos de su gestión. Asimismo, comprenden que tanto por su formación académica como por la moderación de sus preferencias, Astori es un excelente candidato para volver a seducir a los siempre esquivos electores de centro. Sin embargo, se resisten a apoyar esta candidatura porque aspiran a que el próximo gobierno del FA profundice los cambios iniciados por Tabaré Vázquez. Para ellos, ganar el gobierno no es un fin en sí mismo. Quieren ganar para dejar una huella inequívocamente de izquierda en las políticas públicas. Quieren que el próximo gobierno asuma la deuda con la idea del “Uruguay productivo” e implemente políticas sectoriales. No quieren volver a vivir la amenaza de un TLC con los EEUU propiciado por un gobierno de izquierda.
El dirigente que tiene mayores probabilidades de encabezar esta corriente de opinión es José Mujica, ex guerrillero, dirigente del Movimiento de Liberación Nacional–Tupamaros, Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca entre marzo de 2005 y marzo de 2008. Mujica es uno de los dirigentes políticos más populares del país. Desde mi punto de vista, es muy probable que termine siendo el candidato del Frente Amplio y, por ende, el sucesor de Tabaré Vázquez en la presidencia del país.
El candidato del Frente Amplio puede ser designado por el Congreso Extraordinario que se realizará en diciembre de este año. Si ninguno de los nombres propuestos alcanza dos tercios de los votos de los delegados al Congreso, la candidatura frenteamplista surgirá de las elecciones primarias abiertas que, desde la reforma constitucional de 1997, deben realizar de modo simultáneo los partidos políticos algunos meses antes de la elección nacional. Todo indica que no habrá acuerdo en el Congreso, y que Danilo Astori y José Mujica deberán competir por el apoyo de los electores frenteamplistas durante el primer semestre del año 2009.
* Instituto de Ciencia Política- Universidad de la República, Uruguay
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