A partir de la segunda mitad del siglo XX, la industria maderera ha cobrado una importancia fundamental dentro del paisaje económico y político de Loreto. Pese a la alta volatilidad de los mercados y a sus impresionantes tasas de informalidad, la extracción, circulación y comercio de maderas es, en palabras de un representante del Programa Forestal, “lo que siempre ha animado la vida económica de la selva”. Distintos estudios han mostrado además que la industria maderera es clave no solo para comprender los acelerados procesos de degradación del bosque amazónico, sino también para desentrañar el funcionamiento de redes de corrupción y clientelismo político con una marcada importancia en la vida política de la Amazonía (ver por ejemplo Pautrat 2006). La historia de la madera es sin embargo parte de una historia regional más amplia y compleja, la cual involucra la formación paulatina de formas de intercambio y organización del trabajo que desde al menos la época del caucho ha permitido articular áreas remotas del bosque amazónico con asentamientos indígenas, centros poblados, ciudades intermedias y mercados regionales e internacionales. Estas redes regionales, formadas a través de sucesivos booms extractivos y ciclos de demanda de productos forestales, han hecho posible la aparición en Loreto de una economía regional sumamente dinámica en un contexto de alta dispersión demográfica, grandes extensiones de tierras inundables y escasa conectividad vial.
En vista de su carácter históricamente marginal con relación al Estado peruano, las formas específicas en que el trabajo y la circulación de mercancías se han organizado en esta industria merecen nuestra particular atención. Más importante aún es comprender cómo las formas de organización del trabajo que soportan la industria maderera contemporánea hacen posible procesos de acumulación de capital con importantes consecuencias para la vida económica y política de las regiones amazónicas contemporáneas. En este artículo me propongo analizar estos procesos de organización del trabajo y mostrar sus consecuencias para la formación de redes de poder con un carácter marginal en el contexto de la Amazonía peruana. Por marginal no hago referencia aquí a una situación de minusvalía política o una posición periférica con respecto al Estado; más bien, aludo a un espacio social en donde las fronteras entre lo legal y lo extralegal, lo privado y lo público, y lo político y lo económico son necesariamente confusas y negociadas (Poole y Das 2004). Como espero mostrar aquí, es justamente el carácter marginal de la industria maderera, expresado en la larga genealogía que da forma a su peculiar organización del trabajo, la que permite explicar su eficacia para la acumulación de capital y la consecuente formación de redes de poder regional. En lo sucesivo, mi análisis se centrará en la región Loreto, pero me permitiré usar ejemplos de Ucayali y Madre de Dios a fin de reforzar mis argumentos.
Sin lugar a dudas, uno de los aspectos más elusivos e impresionantes de la industria maderera contemporánea es su enorme informalidad. En el año 2004, aproximadamente 80% de la madera era extraída fuera de zonas autorizadas, y más recientemente, un estudio especializado encontró que incluso los grandes conglomerados madereros orientados a la exportación dependen entre 35% y 45% de fuentes de extracción no autorizadas (MNDCF y BSD 2004; Urrunaga et ál. 2012). La gravedad de la informalidad en la industria maderera de Loreto ha sido expuesta también en un estudio publicado este año, en donde se prueba que incluso cuando los empresarios madereros poseen los árboles maderables que declaran en sus planes operativos anuales, estos aun así optan por conseguirlos por vías informales (Finer et ál. 2004). Aunque esta situación podría parecer contraintuitiva, es más bien un ejemplo de las fallas de los sistemas formales de aprovechamiento forestal y, sobretodo, de la eficacia de una serie de sistemas informales de organización del trabajo que han perdurado en la Amazonía peruana durante los últimos 150 años.
Pese a su gran heterogeneidad, muchas de estos sistemas informales de intercambio se relacionan con una institución económica que es normalmente conocida en Loreto como la habilitación. La habilitación consiste en un contrato prioritariamente verbal e informal, por el cual un trabajador adquiere con un patrocinador una deuda expresada en dinero y productos manufacturados a cambio de la promesa de una futura contraprestación en productos forestales. Un tiempo después, una vez que el habilitado entrega al patrocinador el monto acordado de productos forestales, el “saldo” de la operación es calculado restando la deuda original del valor estimado de los productos entregados, dando por acabado el ciclo de prestaciones entre ambas partes. Esta institución informal ha tenido un peso significativo en la historia económica de Loreto y ha jugado un papel clave en la formación de las redes de intercambio que han permitido unir el bosque amazónico, las sociedades ribereñas e indígenas y el mundo empresarial urbano a lo largo del siglo XX (Barclay y Santos Granero 2002). En la actualidad, las relaciones de habilitación siguen componiendo complejas cadenas de intercambio regional, las cuales permiten el flujo de recursos madereros desde espacios remotos del bosque amazónico hacia mercados de alcance nacional e internacional.
La industria maderera contemporánea en Loreto ha surgido así en el seno de redes de intercambio regional signadas por las relaciones de habilitación. Durante la segunda mitad del siglo XX, esta industria ha pasado por sucesivos ciclos de expansión y contracción, y en su desarrollo ha ido generando cadenas de intercambio en donde han emergido al menos tres grandes tipos de actores económicos. Primero, los extractores indígenas, los cuales constituyen la principal fuente de mano de obra de la extracción maderera informal. Segundo, los intermediarios, pequeños operadores comerciales que actúan en el ámbito de una cuenca o distrito, y que son responsables de habilitar a extractores indígenas locales, hacer tratos informales con comunidades nativas y comprar trozas de madera al menudeo. Finalmente, están los empresarios madereros, los cuales recurren a vías prioritariamente informales para acceder a recursos madereros, transformarlos en sus aserraderos y luego comercializarlos en los mercados nacionales y de exportación. Si bien estos distintos actores tienen objetivos y motivaciones diferentes, la habilitación resulta una estrategia de intercambio eficaz para sus muy diferentes estrategias económicas.
Desde el punto de vista de los empresarios, la eficacia de la habilitación radica en la posibilidad de externalizar riesgos hacia otros actores de la cadena de intercambio. Contando con una difusa red de operadores ubicados en distintas cuencas amazónicas, los empresarios externalizan activamente estos riesgos hacia sus intermediarios, los cuales, a fin de honrar sus deudas con los empresarios, son responsables de acopiar localmente la madera y transportarla hacia los aserraderos. De este modo, la habilitación externaliza riesgos vinculados al transporte y arreo de la madera. Tanto la variabilidad de las lluvias como inesperadas inspecciones del Estado pueden terminar en la pérdida del trabajo de varios meses, un riesgo que es asumido casi en su totalidad por intermediarios locales y extractores indígenas. Asimismo, la habilitación permite también externalizar riesgos de seguridad hacia los trabajadores indígenas, algunos de los cuales declaran haber sufrido lesiones graves e incluso haber presenciado muertes y amputaciones durante el desarrollo de sus actividades. De este modo, la habilitación permite a los empresarios madereros externalizar costos y riesgos que un modelo formal de aprovechamiento forestal, que reconociera derechos laborales y operase en una concesión bien delimitada, no podría externalizar.
Al mismo tiempo que la habilitación provee incentivos para la acumulación de capital empresarial, es también una forma de intercambio históricamente enraizada en la cultura económica de numerosos pueblos indígenas de la Amazonía peruana. Autores como Evan Killick han mostrado cómo las relaciones de deuda constituyen un motivo muy extendido de la socialidad amazónica, dotando a la habilitación de una potencia moral que rebasa los límites del intercambio meramente económico (Killick 2008). Las relaciones de deuda generadas en el marco de la habilitación son muy valoradas por muchos extractores indígenas, los cuales llegan a privilegiarlas por encima de mejores precios de venta y condiciones de trabajo. La importancia de “dar adelanto” se vuelve así un factor fundamental para la participación de la mano de obra indígena en la industria maderera. Las formas de socialidad relacionadas con la habilitación causan que esta no implique necesariamente una forma de trabajo forzado o engañoso. Más bien, como Harry Walker y mis propios datos de campo muestran, las relaciones de habilitación son muchas veces iniciadas por los propios extractores indígenas, y estos normalmente tienen márgenes de negociación significativamente altos frente a sus patrocinadores mestizos (Walker 2012). Finalmente, a diferencia de formas de organización del trabajo de inspiración fordista, la habilitación permite a los extractores mantener pleno control de sus procesos de trabajo, es decir, decidir cómo y cuándo trabajar, en qué ritmos y con quién.
Alrededor de la habilitación confluyen así una serie de intereses que, aunque distintos, conforman un modelo eficaz de intercambio y organización del trabajo. La búsqueda de los empresarios por externalizar riesgos es correspondida con el deseo de los extractores indígenas por retener control sobre su trabajo, mientras que la deuda es usada como un instrumento de diversificación en un caso y como una forma de reafirmar formas de socialidad en el otro. La existencia de intereses y prioridades distintas a lo largo de la cadena productiva de la madera conspira para producir enormes desigualdades en el valor monetario que es efectivamente retenido por los distintos actores involucrados. El caso de la cuenca del Ampiyacu, un importante tributario del río Amazonas, provee evidencia importante sobre este aspecto. Un análisis de la información producida por la federación indígena local (Fecona) para el año 2006 muestra que al menos 1.491.759 pies tablares de cuatro especies comerciales (cedro, lupuna, cumala y marupa) fueron extraídas informalmente del Ampiyacu durante ese año. Al contrastar los precios que eran entonces pagados a los extractores indígenas de la cuenca con los precios de compra de los aserraderos de Iquitos (ganancia bruta de los intermediarios) y los precios de exportación (ganancia de los empresarios), podemos estimar un porcentaje de la ganancia retenida en cada eslabón de la cadena de habilitación. De acuerdo con nuestros estimados, la ganancia de los intermediarios es entre 29,6% y 110% más alta que la de los extractores indígenas, dependiendo de la especie considerada. No obstante, dicha situación se agudiza exponencialmente respecto del comercio de exportación, donde la ganancia de los empresarios frente a la de sus intermediarios es entre 4233,3% y 5656% más alta, dependiendo una vez más de la especie considerada. Estos resultados son congruentes con lo estimado por Bedoya, quien menciona que el pago por pie tablar a un extractor en la selva es aproximadamente 2660 veces menor al monto pagado por madera trabajada en los EE. UU (Bedoya 2005). De este modo, la eficacia de la habilitación queda expuesta en su habilidad de articular distintos intereses y motivaciones en un proceso orgánico de explotación de mano de obra y acumulación de capital.
Industria maderera y redes de poder regional en los márgenes del Estado
Como es esperable, las cadenas de habilitación que se extienden en las cuencas y quebradas de la región terminan centralizándose en un gremio muy reducido de empresarios madereros. En el caso de Loreto, la gran mayoría de la madera comercializada en Iquitos se concentra en manos de alrededor de una docena de empresarios, la mayoría de los cuales son dueños de aserraderos ubicados en el puerto de Masusa y la carretera hacia Nauta. Una vez que las maderas llegan a los aserraderos, habiendo sobrevivido inspecciones, “arreglos” y accidentes eventuales en su camino, estas son “blanqueadas” y “disfrazadas” de maderas formalmente extraídas de concesiones forestales que, en la práctica, sirven muchas veces de meras fachadas legales. La legalización paulatina de la madera muestra cómo las fronteras entre lo legal y lo extralegal tienen que ser continuamente producidas por la industria. El viaje mismo de las trozas madereras desde el bosque a los mercados puede ser visto entonces como un proceso de “purificación” por el cual la industria vuelve formales mercancías que son desapegadas de las bases materiales (e informales) en que se organiza el trabajo que les da origen.Esta notable concentración económica permite entender cómo el gremio maderero ha logrado intervenir en las instituciones públicas y los procesos políticos regionales a fin de conservar los márgenes de confusión jurídica en que se fundan sus estrategias de acumulación. Las violentas protestas que ocurrieron en el marco de la reforma forestal del año 2001, la cual buscaba sincerar la estructura de aprovechamiento forestal realmente existente en la región, son una muestra del poder de movilización exhibido por el sector maderero una vez que sus privilegios son puestos en cuestión (Chirif 2001). La influencia del gremio maderero también es notable en procesos locales de gestión territorial, por ejemplo, durante la creación de áreas naturales protegidas o la gestión de comités de bosque. Más recientemente, Roger Rumrrill también ha denunciado la existencia delobbies madereros en la agencia de titulación de tierras indígenas de Loreto, mostrando cómo a través de este medio los madereros apoyan monetariamente el proceso de titulación de las comunidades nativas a fin de endeudar a los beneficiarios y ganar acceso a sus bosques comunales. De este modo, ya sea haciendo uso de su capital económico o desplegando sus redes informales de deuda y obligación, el gremio maderero alcanza una notable influencia en el funcionamiento de las instituciones públicas, la planificación de la gestión territorial y los procesos políticos de Loreto.
En el caso de Loreto, la gran mayoría de la madera comercializada en Iquitos se concentra en manos de alrededor de una docena de empresarios, la mayoría de los cuales son dueños de aserraderos ubicados en el puerto de Masusa y la carretera hacia Nauta.
La notable influencia política del gremio maderero queda también expresada en su capacidad de cooptar a autoridades locales e influir directamente en las expresiones del Estado de derecho en los espacios rurales amazónicos. Como señala Bedoya, la complicidad entre la extracción informal de madera y las autoridades políticas muchas veces obedece a que estas últimas participan directamente de la industria maderera (Bedoya 2005). Cuando este no es el caso, el poder de estas redes político-económicas, basadas muchas veces en amenazas, violencia y corrupción, afecta directamente a los funcionarios locales encargados de la fiscalización forestal, los cuales, intimidados por posibles represalias y sumidos en una grave precariedad institucional, terminan amparando operaciones eminentemente ilegales o siendo cómplices silenciosos de ellas. De este modo, es interesante notar que las expresiones locales del Estado (y la forma como se aplica e interpreta la ley) están mediadas por las relaciones de obligación y deuda en que funciona la economía de la madera. Gracias a que los funcionarios del Estado participan muchas veces de estas redes de intercambio informal, los conflictos surgidos entre los extractores y sus patrocinadores son experimentados localmente como disputas legales, lo cual introduce la fuerza de la ley para regular y sancionar actos que en principio no tienen ningún tipo de existencia legal. Esto permite que algunos funcionarios lleguen a efectuar decomisos cuando un extractor no cumple con lo pactado informalmente con su patrocinador, o que estos dejen de intervenir cuando la extracción no autorizada que ocurre frente a sus ojos es “poquita y para la subsistencia de los hermanos indígenas”. Así, la autoridad del Estado se manifiesta de una forma marginal en el contexto de estos intercambios informales, en los cuales los intereses privados se confunden con la función pública, la autoridad política con las transacciones económicas y lo legal con lo extralegal.
La notable influencia política del gremio maderero queda también expresada en su capacidad de cooptar a autoridades locales e influir directamente en las expresiones del Estado de derecho en los espacios rurales amazónicos.
Finalmente, también es necesario notar los probables vínculos entre las redes de poder arraigadas en la industria maderera y otros negocios ilícitos que actualmente proliferan en las regiones amazónicas. Las denuncias contra un exalcalde de Pucallpa por narcotráfico en el año 2003 (cuando muy gráficamente se encontró droga camuflada dentro de un cargamento de madera) han abierto la pregunta sobre hasta qué punto la extracción ilegal de madera y el narcotráfico comparten vínculos financieros y operativos en la Amazonía peruana. En el caso de Madre de Dios, también existe evidencia acerca de los lazos empresariales entre la extracción aluvial de oro y la industria maderera, y muchos empresarios, incluyendo a un congresista de la República actualmente investigado por sus vínculos con la minería ilegal, han pululado entre ambas actividades a lo largo de las últimas décadas. De este modo, la historia de la madera parecería ser parte de una historia regional mucho más amplia, en la que emergen redes de poder cimentadas en una serie de industrias ilegales que, pese a estar reñidas con el ordenamiento jurídico del Estado peruano, tienen una relación muy íntima con la vida económica, política y social de las regiones amazónicas contemporáneas.
Comentarios finales
Como espero haber mostrado, la industria maderera en la Amazonía peruana depende de una serie de prácticas de intercambio y organización del trabajo en donde confluyen actores que, pese a tener objetivos distintos, encuentran en los sistemas de habilitación un espacio de comunicación que es funcional a procesos marginales de acumulación capitalista. También espero haber mostrado que los márgenes de confusión entre lo legal y lo extralegal, lo político y lo económico, y lo privado y lo público son necesarios para mantener estas formas de organización del trabajo. La expresión de redes de poder que son capaces de influir activamente en las instituciones públicas y de generar formas de organización muy difíciles de controlar y fiscalizar, y que logran además vincularse orgánicamente con otros negocios ilícitos, hacen que un ordenamiento forestal que busque asegurar un mayor control de los ritmos de deforestación y degradación del bosque debe partir por reconocer las formas peculiares de organización del trabajo que han surgido históricamente en las regiones amazónicas. Como sugiere el epígrafe del presente artículo, la reforma forestal hoy en curso debería comenzar por reconocer el importante legado histórico de este conjunto de instituciones informales. No hacerlo equivale a perdurar el carácter marginal de una de las industrias más informales, extendidas e ininteligibles de la Amazonía peruana.
Viejo, eres un ignorante en el tema, mejor no opines, por ahora debes dedicarte a conocer mas nuestra realidad amazónica.
estoy haciendo una tesis la informalidad y la evasion tributaria en la ciudad de iquitos, y tu publicacion es excelente quisiera contactarme para coordinar algunas ideas
saludos.
humberto