En los últimos años, la celebración de los bicentenarios de las independencias de los países de América Latina se ha convertido en la agenda historiográfica de la región. De 2008 a 2010, se han multiplicado los congresos y equipos científicos en torno al tema de las independencias en América como parte de las celebraciones del bicentenario. Para los historiadores, y para un público más amplio, estas celebraciones son oportunidad para un intercambio académico y conocer lo que se trabaja en otros países.
Lo que se está celebrando actualmente en la gran mayoría de los países americanos es el inicio y no la conclusión del proceso de independencia. Ante el conjunto de dichas celebraciones, el caso del Perú es atípico, pues consideramos nuestra emancipación desde su declaratoria en 1821.
Para la gran mayoría de los países americanos, las fechas de celebración están amarradas a las primeras juntas de gobierno. Un rasgo característico de estos pronunciamientos fue, por lo general, la brevedad de su duración, por lo que no es fácil definir cuáles fueron sus metas sobre la independencia. Las juntas de Chuquisaca, la de la Paz, las dos de Quito y la de Santiago de Chile son ejemplo de ello. Formadas entre 1809 y 1810, no le costó mucho tiempo al ejército realista del Perú restablecer el orden colonial por algunos años más. Teniendo en cuenta ello, resulta interesante constatar que lo que se está celebrando actualmente en la gran mayoría de los países americanos es el inicio y no la conclusión del proceso de independencia. Ante el conjunto de dichas celebraciones, el caso del Perú es atípico, pues consideramos nuestra emancipación desde su declaratoria en 1821.
En este contexto de celebraciones, España ha sido un protagonista importante. Es una España rica (a pesar de la actual crisis) y dispuesta a financiar en cierto grado investigaciones y reuniones entre académicos que aborden temas relacionados con las independencias. Instituciones públicas españolas han financiado muchas redes de investigadores en esa dirección. De ese modo, han forzado a los académicos americanos a tener una mirada comparativa de los diversos procesos históricos que terminaron en independencias. Algo que debe tomarse en cuenta es que esta es una España diferente a la de Francisco Franco. Es una España que celebra la independencia en clave liberal, por lo que las Cortes de Cádiz son concebidas como un factor de transformación política que tuvo repercusiones sustantivas en los sistemas políticos que van naciendo en España y en América de índole liberal o republicano. Entonces, se celebra el nacimiento de los estado naciones, así como se reflexiona en torno a la problemática de la democracia. De algún modo sutil o no, el legado que España deja a Hispanoamérica no es de la “intolerancia y autoritarismo” o “del catolicismo” (dependiendo de qué sector de la historiografía mencionamos) de la monarquía católica, sino el del liberalismo de las Cortes de Cádiz.
En el mundo académico español se han multiplicado las redes entre académicos bajo la consigna de estudiar la independencia y la creación de los regímenes liberales y republicanos que van surgiendo en España y en América a inicios del siglo XIX.
En el mundo académico español se han multiplicado las redes entre académicos bajo la consigna de estudiar la independencia y la creación de los regímenes liberales y republicanos que van surgiendo en España y en América a inicios del siglo XIX. En ese sentido, hay que mencionar dos redes muy importantes lideradas por Manuel Chust y Javier Fernández Sebastián que expresan proyectos científicos de índole diferente sin que ello implique contradicción entre sí.Manuel Chust, vicerrector de la Universidad Jaume I de Castellón, es uno de los grandes gestores de las relaciones académicas entre profesores y alumnos iberoamericanos. Dirige el máster de Historia del mundo hispánico: las independencias en el mundo iberoamericano, en el cual colaboran la Fundación Carolina, la Fundación MAPFRE y la Universidad Jaume I de Castellón. La influencia de dicha maestría ha sido bastante importante. Ejemplo de ello es que hay un conjunto de estudiantes peruanos de diversas universidades que han pasado por ella. De igual modo, gracias a un conjunto de instituciones públicas españolas o agencias multilaterales como la Organización de Estados Iberoamericanos, Chust ha organizado o participado con su equipo de investigación en una serie de reuniones académicas que han terminado en libros publicados. Es, sin lugar a dudas, uno de los grandes animadores de los congresos del bicentenario.
Un análisis de la maestría dirigido por Manuel Chust nos ayuda a entender su comprensión en torno a la independencia y su concepción de la temática de esta. La maestría está compuesta de ocho módulos más una introducción sobre la monarquía española en el siglo XVIII. Los módulos de la maestría son los siguientes: el primero trata la imagen del poder; el segundo aborda la crisis de 1808; el tercero, el debate historiográfico; el cuarto, la insurgencia en México y Centroamérica; el quinto, Perú; el sexto, la independencia en el Cono Sur; el séptimo, Nueva Granada, Brasil y la independencia; y el octavo: reflexiones sobre la independencia. Como se nota, es una temática bastante general bajo las siguientes primicias: primero, la necesidad de comprender la independencia de los diferentes países de la América Latina como parte de la crisis de la Corona española de 1808; segundo, entender las implicancias de las Cortes de Cádiz y de su constitución en la forja de una nueva cultura política en Iberoamérica. En pocas palabras, aunque continúa con la antigua temática de las juntas de gobierno,entre otros temas, le añade el significado del “terremoto semántico” a lo que se comprendía como la legitimidad de la Corona española a partir de 1808. De allí la expansión hacia los nuevos temas de la historia política.
Hay una nueva corriente de historiadores que, en estos últimos veinte años, nos ofrecen otra imagen de la independencia, al enfatizar la creación de una nueva cultura política a partir de las crisis de la Corona española, de la cual la Constitución de 1812 fue su gran aporte. Uno de los historiadores claves para comprender dicha lectura política fue François Guerra, quien propone que la historia política es la herramienta hermenéutica para comprender el proceso de emancipación y sus legados.3 Regresando a Manuel Chust, sin ser un seguidor de Guerra, considera la crisis de 1808 como clave para comprender el devenir de la independencia y de los cambios en la cultura política. No en balde Manuel Chust es uno de los grandes expertos de las Cortes de Cádiz y la constitución de 1812.4
Javier Fernández Sebastián es el otro líder del mundo académico español que viene forjando una gran red de investigadores. Fernández Sebastián, profesor de la Universidad del País Vasco, es reconocido en la Península Ibérica como historiador de España. No pertenece al grupo de estudiosos españoles cuyo tema es la historia América, por lo que es un caso atípico en los liderazgos de estudios comparativos. En esta última década, los estudios de Fernández Sebastián se han concentrado en la historia de los conceptos políticos españoles del siglo XIX y XX.5 Viene de la historia de España y no de América. ¡Como si pudiéramos dividirlos como mundos aparte! Su interés por la independencia es de índole temático, y está vinculado a la apuesta por una historia de conceptos ya trabajada para España. Trata de avanzar en los conocimientos de la historia de conceptos, un campo del saber histórico, y no es un área geográfica y un periodo determinado, como suele ser.
Un aspecto novedoso de la celebración académica del bicentenario ha sido las investigaciones en red. Estas han sido posibles gracias a la pujanza de España, la reducción de costos de transportes en estas últimas décadas e Internet.
La apuesta de Sebastián es diferente a la de Chust. No busca formar equipos de investigación con temas múltiples en torno a la emancipación americana y el desarrollo de las repúblicas tempranas. Desde la perspectiva de Reinhart Koselleck de la historia de los conceptos, Fernández Sebastián busca estudiar los conceptos políticos iberoamericanos en la transición del “antiguo régimen” a la “modernidad política”; se concentra en los estudios de los imaginarios políticos a través de conceptos fundamentales, que escapan a la historia de los estados naciones. Su meta es publicar un conjunto de diccionarios conceptuales que abarquen transversalmente toda Iberoamérica. Para lograr su cometido, ha formado equipos de de investigación en Argentina, Chile, Perú, Colombia, Venezuela, Brasil, México, España y Portugal, en una primera fase que ha terminado con una publicación.6 Para una segunda fase, se han incluido equipos de Centroamérica y del Caribe que, incorporados a los anteriores, tienen como objetivo la publicación de un segundo diccionario de conceptos políticos.
El proyecto de historia de los conceptos liderado por Fernández Sebastián implica los siguientes puntos: el primero, que Iberoamérica formó parte del imaginario político de Occidente; el segundo, que la crisis de la Corona de 1808 implicó el inicio de una transformación del lenguaje político en Iberoamérica; el tercero, que los cambios europeos de algún modo se manifestaron en América aunque sea con cierta tardanza; el cuarto, que existe una cultura política iberoamericana que alimentó las formas de entender y actuar la política en esta región, cultura política común que debió ser muy fuerte durante los tiempos de la monarquía católica y que continuó con menor fuerza durante buena parte del novecientos.
Para terminar, un aspecto novedoso de la celebración académica del bicentenario ha sido las investigaciones en red. Estas han sido posibles gracias a la pujanza de España (como repito, a pesar de su actual crisis), la reducción de costos de transportes en estas últimas décadas e Internet. Todo ello ha facilitado la formación de equipos de investigación multinacionales. ¡Qué diferente de las celebraciones del centenario o sesquicentenario! Manuel Chust y Javier Fernández Sebastián son expresión de este cambio de hacer la historia. Dichas redes nos ayudan, como ocurre con las redes que ha formado Serge Gruzinski, a apreciar eslabones históricos que estaban conectados y que, sin embargo,nos eran muy difíciles de percibir con claridad en décadas anteriores por la dificultad de reunir investigadores e información de los territorios de lo que fue la monarquía hispana.
* Cristóbal Aljovín de Losada es doctor en Historia de la Universidad de Chicago. Ha sido profesor de diversas universidades en el Perú, Ecuador, Chile, Filipinas y, actualmente, es profesor de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lidera el grupo peruano de iberconceptos.
1 Cfr.
http://www.chilebicentenario.cl/.
2 Cfr. Chust Calero, Manuel e Ivana Frasquet (eds.).
Los colores de las independencias iberoamericanas: liberalismo, etnia y raza. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009; Martínez, Armando y Manuel Chust (eds.).
Una independencia, muchos caminos: el caso de Bolivia (1808-1826). Astelló de la Plana: Universitat Jaume I, 2008; Chust Calero, Manuel (coord.).
1808: la eclosión juntera en el mundo hispano, México, D.F.: El Colegio de México, Fideicomiso Historia de las Américas, FCE, 2007; Chust Calero, Manuel y Juan Marchena (eds.).
Las armas de la nación: independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1850). Madrid: Iberoamericana; Frankfurt am Main: Vervuert, 2007.
3 Cfr. Guerra, François.
Modernidad e independencias: ensayos sobre las revoluciones hispánicas. México: FCE, 1993.
4 Cfr. Chust Calero, Manuel.
La cuestión nacional americana en las Cortes de Cádiz (1810-1814). Valencia: Centro Francisco Tomás y Valiente, Fundación Instituto Historia Social; México, D.F.: UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1999.
5 Fernández Sebastián, Javier y Juan Francisco Fuentes (dirs.).
Diccionario político y social del siglo XIX español. Madrid: Alianza Editorial, 2003;
6 Fernández Sebastián, Javier (dir.), Cristóbal Aljovín de Losada, Joao Feres Júnior et al. Diccionario político y social del mundo iberoamericano.
La era de las revoluciones, 1750-1850. Madrid: Fundación Carolina, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Centro de Estudios Políticos Constitucionales, 2009.
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