Empecemos por una afirmación. Movadef es Sendero Luminoso. O más precisamente, es su nuevo “organismo generado”. Pese a que en sus documentos y las declaraciones de sus voceros se esfuercen en trazar una línea distintiva, lo cierto es que Movadef representa a partir de 2007 la tercera etapa de su crecimiento político desde la captura de Abimael Guzmán en 1992. Primero, entre 1993 y 1999, se alinearon alrededor del llamado al “Acuerdo de Paz”, y luego, entre 1999 y 2007, se organizaron bajo la consigna de “dar solución política a los problemas derivados de la guerra”.
Sigamos con otra afirmación. Sendero Luminoso, vía el Movadef, tiene otra vez en la mira anclarse políticamente en el espacio educativo. Esta estrategia no es nada casual pues siempre fue un objetivo senderista “capturar” los servicios básicos de la universidad. El surgimiento y desarrollo de SL tuvieron allí su principal semillero y plataforma de expansión. Lo hicieron desde los años setenta, si recordamos cómo el propio Abimael Guzmán (en la Dirección de Personal) y Antonio Díaz Martínez (en la Dirección de Bienestar Universitario) administraron políticamente, afirmados en el aparato burocrático de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (UNSCH), cuotas de poder entre docentes, estudiantes y trabajadores. Asimismo, intentó esos mismos años tener el control político de la Federación Universitaria y el sindicato de docentes de la UNSCH, disputarle el control del Sutep a Patria Roja e infiltrarse y ganar militantes en escuelas rurales e institutos de formación pedagógica. De igual modo, ya en el transcurso del conflicto armado interno, pretendió controlar a sangre y fuego —entre otros medios— las universidades de La Cantuta, del Centro en Huancayo y San Marcos, resistido en todos los casos por una amplia gama de agrupaciones de izquierda.
Asimismo, debemos enfatizar un hecho. El núcleo fundamental de SL estuvo (¿sigue?) compuesto por un determinado tipo de intelectuales, es decir, docentes y jóvenes universitarios que basaron la construcción de su organización en un particular discurso: ser el “partido del proletariado” y poseer una línea “científica”, además de elaborar un exacerbado culto a la personalidad y un caudillismo mesiánico alrededor de su líder, el profesor de filosofía Abimael Guzmán.
Hoy, la guerra (interna) ha terminado, pero como burlándose de interpretaciones que consideran al Perú un país finalmente globalizado tras varios fracasos populistas, persiste en el espacio educativo un sentido común totalitario que niega radicalmente la utopía triunfalista de la modernización neoliberal. Podríamos decir que un “viejo partido marxista-leninista-maoísta” sobrevive en la era de los “nuevos” movimientos sociales. El maoísmo de SL mantiene en las universidades y en el magisterio quizás su último bastión, en tanto lo suscriben las organizaciones estudiantiles del Movadef, así como sus sectores afines en el Conare-Sutep. ¿Por qué entonces estas posturas, etiquetadas como “arcaicas”, conservan hegemonía en las universidades y en el magisterio y logran cierto apoyo social?
Sendero y Movadef en San Marcos
Continuemos despejando un mito. Nunca los grupos de ultraizquierda maoísta, como el FER antifascista (FER-A), Bandera Roja o Sendero Luminoso, han tenido desde los años setenta una postura crítica ante la mediocridad y la corrupción de los grupos de poder en San Marcos. Por el contrario, durante los años de imposición de la Comisión Interventora fujimorista (1995-2000), muchos docentes y dirigentes estudiantiles provenientes de estas canteras se alinearon rápidamente como operadores políticos de esta Comisión, e implementaron con eficacia y disciplina sus medidas autoritarias. Existió en la práctica una alianza política explícita entre la intervención del Gobierno central y estas agrupaciones maoístas.
¿Cómo fue posible lo que en apariencia era una impensada convergencia política? En primer lugar, este pacto se facilitó por las alianzas que ocurrían en otros ámbitos de la política nacional, por ejemplo, alrededor de las conversaciones que en 1992 Abimael Guzmán y el buró político de SL sostenían con Vladimiro Montesinos para arribar a un Acuerdo de Paz. Pero el acuerdo en San Marcos se dio sobre todo por necesidad. El fujimorismo no contaba con operadores propios y cuadros expertos en el manejo de la densa y encarnizada política universitaria que les permitiesen la implementación rápida y eficaz de sus medidas autoritarias: esto es, la expulsión de docentes políticamente rivales (en particular sus antiguos contrincantes de Patria Roja), la disolución de los órganos de representación docente y estudiantil, la cancelación de la Asamblea Universitaria y, sobre todo, el establecimiento de una tupida red de alianzas políticas que le diera a la Comisión Interventora la necesaria estabilidad política. La meta: lograr una administración clientelar que utilizara políticamente la estructura burocrática de la universidad.
Quizás el dato más contundente para graficar el pragmatismo político de esos años sea la publicación en 2000 de una carta de apoyo incondicional a la gestión de la Comisión Interventora (presidida por el docente de Medicina, Manuel Paredes Manrique) firmada por muchos docentes ligados no hace mucho a agrupaciones maoístas como Bandera Roja, el FER-A y SL. Entre los firmantes, encontramos al actual vicerrector de investigaciones, Bernandino Ramírez. Por otra parte, llama la atención que el actual presidente del Consejo Superior de Investigaciones (CSI) de San Marcos, el filósofo Manuel Góngora, formara parte junto a Luis Arce Borja del equipo de redacción de El Diario, conocido vocero senderista de los años ochenta.
Pero en 2000 el panorama cambió drásticamente. Con la caída del fujimorismo, se cancelan las comisiones interventoras universitaria y sus aliados maoístas se ven obligados a adecuarse al nuevo contexto de transición democrática. Diseñan entonces nuevas estrategias de sobrevivencia política, y aprovechan lo mejor posible los nuevos espacios de representación abiertos entre docentes y estudiantes. Intentan ganar las elecciones al rectorado, pero fueron derrotados por una coalición liderada por el historiador Manuel Burga. Su gestión (2001-2006) es rechazada virulentamente por estos grupos, quienes, en coordinación con sus bases estudiantiles y los postulantes de academias preuniversitarias que ellos controlan (Aduni y César Vallejo), presionan a Burga para que les conceda la administración del comedor y la residencia universitaria, así como tener cuotas de participación en los exámenes de admisión, principal fuente de ingresos económicos de la universidad. Al ser rechazados, protagonizaron distintas protestas, entre ellas, una violenta toma del local de la biblioteca en 2005. En la pugna, logran consolidarse como oposición, tejiendo todo un repertorio de protestas contra todas las medidas del rectorado e impidiendo en la práctica la reinstitucionalización académica y administrativa de la universidad.
Pero el objetivo central era ganar las elecciones para el rectorado. Priorizan entonces obtener presencia en la Asamblea Universitaria y en los consejos de gobierno de distintas facultades. Se agrupan en el variopinto Frente Unido por San Marcos (FUSM), y logran en 2006 imponer como rector a su candidato, el profesor de Medicina Luis Izquierdo Ríos, manipulando previamente las decisiones del Comité Electoral y comprando en plenas elecciones los decisivos votos de los estudiantes del tercio estudiantil ante la Asamblea Universitaria. Así se inicia una nueva etapa de convivencia política entre los sectores juveniles radicalizados cercanos a Sendero Luminoso y la gestión del entonces rector Izquierdo.
Al igual que otras agrupaciones maoístas universitarias, Sendero Luminoso siempre fue un grupo cuajado y especializado en las negociaciones políticas por controlar espacios y cuotas de poder.
A estas alturas es más que evidente que la actividad política y la lucha por el poder en San Marcos ya no pasan desde hace mucho por adscripciones ideológicas y mucho menos por la confrontación de proyectos de modernización universitaria. Lo que predomina, por el contrario, es el más crudo pragmatismo, que permite las más inverosímiles alianzas. Es en este contexto que debemos comprender la presencia de SL y Movadef en San Marcos, ya que su crecimiento no es casual. Al igual que otras agrupaciones maoístas universitarias, Sendero Luminoso siempre fue un grupo cuajado y especializado en las negociaciones políticas por controlar espacios y cuotas de poder. Pero fue desde el rectorado de Izquierdo que se les permitió el manejo de ámbitos claves de la universidad, y se les concedió el control del comedor y la residencia de estudiantes. Han logrado desde entonces atrincherarse en estos espacios, consiguiendo acumular márgenes de negociación política con los distintos rectores. Como muestra de fuerza de su presencia, recordemos que Movadef organizó el 15 de junio de 2010 una marcha en el interior del campus universitario para pedir —en medio de gritos y banderolas rojas— la amnistía general y la liberación de todos sus “presos políticos”, principalmente de Abimael Guzmán, y reivindicar a su vez el denominado Pensamiento Gonzalo.
Sendero Luminoso en San Marcos se ha movido entonces en este tiempo bajo un doble rasero. Por un lado, proclamando hasta inicios de la década de 1990 su lucha armada y, del otro, en los últimos años, pidiendo la amnistía general para sus “presos políticos”, a la vez que negociaba políticamente la administración de espacios claves de la universidad. Lo lograron con el anterior rector Luis Izquierdo, y lo mismo sucedía hasta hace muy poco con el actual rector, Pedro Cotillo. Solo así se explica que se les haya permitido, incluso después de la fraudulenta elección de Cotillo en mayo de 2011, que continúen controlando el Comedor Universitario y la Residencia de Estudiantes.
Escenarios abiertos: San Marcos en tiempos heterogéneos
Ante la inusitada presencia mediática de Movadef, distintos críticos han insistido en que la lucha frontal contra esta agrupación debe ser política e ideológica, pero para ello se necesitan dirigentes estudiantiles y docentes que lideren esta batalla, dispuestos a la organización y el activismo político, con discursos ideológicos claros, y un conocimiento profundo de la historia política reciente del país. Hasta el momento esta confrontación ha sido protagonizada solo entre agrupaciones juveniles de izquierda. Sin embargo, el quiebre generacional de la izquierda es evidente en San Marcos. De lo que fue la otrora Izquierda Unida (IU) no queda nada, salvo fragmentos dispersos en distintos bandos políticos; la mayoría de los docentes no están dispuestos a esta batalla, ya que su horizonte de futuro se reduce a la mera sobrevivencia burocrática; y los estudiantes muchas veces están desarmados para estos debates ideológicos, no solo frente al Movadef, sino también contra sus grupos afines, como el FER-RCD (retomando el camino democrático) o aquel cercano a la línea de Proseguir, como el MED (Movimiento de Estudiantes Democráticos), que tienen presencia en varias facultades de la universidad (Letras, Química, Psicología y Ciencias Sociales principalmente), así como en el comedor universitario.
Finalizando. Hace unos días el rector Cotillo ha anunciado una Marcha por la Paz y contra el terrorismo para el martes 20 de noviembre. Según el rector, su objetivo es defender la institucionalidad sanmarquina y hacer prevalecer los principios democráticos. ¿Pero acaso el grupo que la convoca no es precisamente aquel que desde los años noventa —primero con la Comisión Reorganizadora y luego desde 2006— ha pactado sucesivamente desde el rectorado con Sendero Luminoso? ¿Qué motiva entonces esta sorpresiva marcha? Lo más probable es que se haya quebrado la alianza que el Frente Unidos por San Marcos (FUSM) mantenía con estos sectores de ultraizquierda. Hasta el momento son un misterio los detalles de esta ruptura.
Por su parte, la izquierda contraria al proyecto senderista (JotaCé-Patria Roja, Tierra y Libertad, Partido Socialista, Voz Socialista, Pueblo Unido, Confluencia Zurda Sociales, Frente Veintitrés de Octubre, Integración Estudiantil, grupos de estudios y talleres diversos) aún no ha establecido un pacto político amplio para enfrentar unitariamente al senderismo. ¿Por qué? Quizás porque aún viven atrapados en los fantasmas de sus viejos líderes o reproduciendo mutuos recelos ideológicos, cuando tienen al frente a un grupo cohesionado como Movadef, que conserva el capital político de ser una organización disciplinada, y nos guste o no, con una claridad ideológica basada en el fundamentalismo. Es decir, poseen un relato histórico —sin duda sectario— sobre su rol durante el conflicto armado, tienen una justificación táctica sobre la firma del Acuerdo de Paz en 1992 y cuentan con un líder histórico (el doctor Guzmán), quien a su vez les otorga una guía ideológica indiscutible: el Pensamiento Gonzalo.
En medio de todo este paisaje, la derecha (incluida el APRA) brilla por su ausencia en las universidades públicas. Por su parte, el Gobierno, y en especial el Ministerio de Educación, no se pronuncia al respecto, salvo para anunciar medidas estrictamente judiciales y represivas, abdicando una vez más de su responsabilidad estatal frente a la universidad pública. Por su parte, en el Congreso aún sigue durmiendo la discusión y aprobación de una nueva Ley Universitaria que facilite la adecuación de la universidad a los nuevos tiempos. Al parecer, los sucesivos gobiernos no desean articular la universidad pública a un profundo proceso de reorganización y modernización educativa, y, por el contrario, permiten que siga sumida en el abandono y dejada a su suerte. Por lo visto, las élites y el estado no han aprendido la lección de lo ocurrido con la educación pública en la segunda mitad del siglo XX.
Por su parte, los cuadros universitarios del Movadef dicen estar preparados para el combate ideológico bajo el faro del pensamiento guía del Presidente Gonzalo, como subrayan en sus propios estatutos; pero lo que no consiguen esconder en sus planteamientos ideológicos es que continúan legitimando la necesidad de la violencia armada organizada como un camino indispensable para conseguir cambios drásticos en la sociedad. Argumentan que se encuentran actualmente en un mero repliegue táctico, esperando quizás las condiciones de una nueva coyuntura que les permita reiniciar la lucha armada. Lo cierto es que, como antes, Sendero Luminoso persiste en la convicción de que solo desde la ideología será posible estructurar nuevamente su organización partidaria, y se propone establecer a partir del discurso del Pensamiento Gonzalo una nueva relación dogmática con la sociedad.
Finalicemos con algunas preguntas: ¿qué fibras sensibles logra movilizar el Movadef en un sector de jóvenes universitarios que los lleva a asumir los pasivos históricos de la organización senderista? Me parece que enfrentar esta pregunta puede articular una comprensión más cabal del adversario que tenemos al frente. Lo cierto es que mucha agua ha corrido bajo el puente desde que SL decidiera en 1980 iniciar su denominada “guerra popular” contra el Estado y la sociedad peruana. El Perú y sus jóvenes han cambiado vertiginosamente, y lo mismo debería ocurrir con nuestra lectura de SL. Nuestra visión de SL debe realizarse con otros lentes, bajo nuevas preguntas, y evitar reproducir estereotipos intelectuales, como aquella imagen de jóvenes andinos que no saben controlar sus pulsiones violentas en medio de una modernización desigual que no los reconoce e incorpora.
La principal característica del joven sanmarquino es que en su gran mayoría son ahora limeños de primera generación y ya no como en décadas anteriores, hijos de provincianos.
El perfil actual del joven politizado de San Marcos no es el de los años setenta ni de los ochenta. ¿Cuál es entonces? Un dato contundente viene en nuestra ayuda. La principal característica del joven sanmarquino es que en su gran mayoría son ahora limeños de primera generación y ya no como en décadas anteriores, hijos de provincianos, como los entrevistados por Lynch. La nueva coexistencia de juventud, política, educación y globalización están allí esperando nuevas preguntas. Será labor de las ciencias sociales —incluidas las decenas de repentinos expertos en temas de memoria y posviolencia— explicar por qué en la actualidad las propuestas del Movadef, aparentemente irracionales y desfasadas, ganan adeptos —aunque marginalmente— en un sector de la juventud y el magisterio.
¿Cuánta presencia efectiva tiene el Movadef en San Marcos? ¿Constituye seriamente una amenaza para la universidad y el país? ¿O se trata más bien de un radicalismo calculado de fines “sistémicos” en la medida que busca más bien participar del reparto de los exiguos recursos de la universidad? Es cierto, no podemos caer en el error de sobrestimar la potencialidad de crecimiento de Sendero Luminoso, pero tampoco podemos negar su presencia activa en ocho universidades del país. Lo real es que dependerá de las fuerzas políticas democráticas de la universidad enfrentarlo con la mayor eficacia política posible, así como ofrecer a toda la comunidad universitaria nuevos horizontes de futuro alrededor de una propuesta de nueva reforma universitaria , que supere la desfasada Ley Universitaria de 1983. Horizonte que ni Sendero Luminoso, sus grupos maoístas afines, ni el rectorado tienen en agenda.
Es posible que el genio (senderista) quiera salir otra vez de la botella e inundar nuevamente nuestro presente con terribles conjuros. Pero como nunca existió el fin de la historia, al parecer una ideología fundamentalista busca reaparecer y convivir con el apogeo de nuestra particular “revolución capitalista”, que avanza a ritmos y direcciones insólitos. Es probable que esta “prosperidad falaz”, como anotara Jorge Basadre, esté dejando en su camino más desigualdades, agravios y desconfianzas de las que estamos dispuestos a reconocer.
* Antropólogo. Investigador del IEP. Profesor del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Referencias bibliográficas
Lynch, Nicolás (1990), Los jóvenes rojos de San Marcos: El radicalismo universitario de los años setenta. Lima: El Zorro de Abajo ediciones.
Lynch, Nicolás (2006). Los últimos de la clase: aliados, adversarios y enemigos de la reforma educativa en el Perú. Lima: UNMSM, Facultad de Ciencias Sociales.
Portocarrero, Gonzalo (2012). Profetas del odio. Raíces culturales y líderes de Sendero Luminoso. Lima: Fondo Editorial PUCP.
Este artículo debe citarse de la siguiente manera:
Si bien un análisis que podría considerarse bastante informado, creo que no es una visión total, no podría existir una visión total de un Universo tan complejo como el sanmarquino, creo que le falta ver algunos fenómenos particulares como el de Derecho por ejemplo, donde ha desaparecido del discurso la catedra paralela, o la tacha o las propuestas reivindicativas de toda la vida, por mejores profesores, más libros, etc.
Y dicho cambio no vino precisamente de la izquierda, la izquierda en definitiva no lo es todo en San Marcos, y no creo que sea la llamada a enfrentar a SL.
Pablo. Interesante resumen de los temas sanmarquinos. Pero tengo la impresion que falta un enfoque distinto. Por ejemplo, ensayar una mirada desde la Democracia. Ello ayudara a un deslinde claro entre «revolución»y democracia. Porqué dejarle solo a la derecha el patrimonio de la democracia?
Mirar desde lo micro el tema puede ser interesante, pero, el tema es más general, atañe a todos los sectores incluyendo las provincias.rnDesde el interior, vemos, que el descontento por la aplicación del neoliberalismo en el país, que genera grandes desigualdades es todavía el fermento, donde pueden moverse diferentes sectores tanto de derecha como de la izquierda.rnEntonces, las propuestas deben también ser macros, desde la política nacional.
lo ironico es que una estructura maoista no ha podido florecer en san marcos,todo el conjunto presentado no resulta ser mas que brotes anarquicos,mesianismo artificial,apasionamiento juvenil,con bravatas de pizarron.los que fueron a morir salieron de san marcos,hubo un modelo universitario de nuevo tipo no no…
El artículo de Pablo es lo que los historiadores franceses llamaban «una historia fácil o de rasero». Es curioso que ya docente sanmarquino es decir desde otra perspectiva y con acceso a información mas cualificada, siga manteniendo una visión simplista y maniquea de la realidad sanmarquina. Pretender que creamos que Burga fue un oasis democrático en una desierto mediocre, maoista y senderista, es creer los mitos que el burguismo creó para si mismo.
-La otras organizaciones de izquierda a las que te refieres están en contra del proyecto senderista, pero del tupacamarista?rn-posturas «arcaicas»? bueno, son ideologías que se encuentran en el mundo, el pensamiento ideológico esta latente en el transcurso de la vida del hombre.rn-Seria bueno que realizaras un «trabajo de campo» sobre como está el movimiento de izquierda radical actualmente, especialmente de tendencia senderista.rn
un texto equilibrado que combina la reflexión histórica con la antropología política; sin embargo lo particular – san marcos- no termina de vincularse con lo general – el país- para responder a las atinadas preguntas que Sandoval formula
Interesante la reflexión desde una mirada pos liberal social, lo que no analiza las raíces del desgarro social y sus pasiones que tuvo de un Perú que añoraba de otra mirada y sus caídas, desgaste radical y su sueño de reconciliación nacional y creo los de Nicaraguenses ya nos ganaron que se sentaron en la mesa y en nuestra patria estamos lejos de una convivencia democrática. En un medio que se corroe por todo los lados la corrupción se habla de la Revolución capitalista.
Análisis que tiene una posición ideológica. ¿cual?Parece que el antropología ve la situación universitaria en general y específicamente la de San Marcos desde la perspectiva minúscula de su vivir, es decir, Lima. En su análisis obvia la realidad social, económica del Perú y tiene cierto temor a los movimientos reales de masas.
IGNORANTES !! MOVADEF NO VA A TRIUNFAR!!!rn