El campo de estudio sobre la movilidad social en el Perú contiene un conjunto de temas que son centrales para entender la manera como una sociedad se organiza, funciona y se reproduce. Por ejemplo, ofrece la posibilidad de estudiar en qué medida el estatus de una persona depende de su esfuerzo y de sus propias habilidades o qué tan probable es que alguien que haya nacido o se encuentre en una determinada estrato social pueda moverse y ubicarse en otro.
La política del Estado abrió un espacio para que los migrantes que iban adquiriendo capacidades de producción, maquinaria simple y los conocimientos necesarios se convirtieran en empresarios incipientes y pudieran ingresar a los ámbitos de la producción y del comercio.
A partir de esta constatación, una pregunta que se hace necesaria es cuánta investigación sobre movilidad social en el Perú se ha producido y acumulado en los últimos años. Algunos autores han sostenido que lo estudiado en el Perú al respecto es más bien limitado (Barrantes et ál. 2012). Sin duda, razón no les falta si es que se consideran solo las investigaciones que directamente se han movido en el marco de lo que hoy solemos entender por movilidad social. Este marco teórico y metodológico ha estado, en gran medida, influenciado por un conjunto de teorías desarrolladas para comprender los cambios de la sociedad estadounidense de las primeras décadas del siglo XX, y por desarrollos posteriores que, partiendo de una perspectiva algo más compleja, incorporaron otros elementos clave, como, por ejemplo, el rol de las instituciones y las redes sociales.
Teniendo en cuenta esta situación, uno de los principales objetivos de este trabajo es llamar la atención sobre la existencia de un número importante de investigaciones dentro de las ciencias sociales peruanas que han estudiado patrones de transformación social asociados a cambios de estatus, ocupaciones, estilos de vida, etc., y que, sin problema alguno, podrían ser incorporadas dentro de lo que actualmente se ha definido como la problemática de la movilidad social en nuestro país. De hecho, nuestra convicción es que el pasar por alto este tipo de trabajos puede llevarnos a sentir que para estudiar el fenómeno de movilidad social en el Perú hay prácticamente que empezar de cero o casi cero.
De manera similar, nos parece que, en aras de debatir sobre la investigación sobre los patrones de movilidad social en nuestra sociedad, es indispensable discutir algunas de las características de las estrategias de definición, tanto conceptuales como operacionales, que en la actualidad tienden a prevalecer en los trabajos acerca de la movilidad social. De manera mucho más específica, este artículo busca también resaltar una serie de elementos y atributos vinculados directamente con el concepto de movilidad social, con el objetivo de contribuir a la evaluación, revisión y elaboración de agendas de investigación en torno a un fenómeno social que es altamente complejo y multidimensional, y cuyas consecuencias no son fácilmente apreciables ni en el corto plazo ni en la experiencia de una misma generación.
Estudios sobre cambios sociales en el Perú y su relación con el estudio de la movilidad social
En relación con algunos estudios llevados a cabo en el Perú que aportan a la investigación sobre los patrones de movilidad social en nuestro país, queremos proponer dos ejemplos. El primero tiene que ver con la abolición de la esclavitud negra en los inicios de la República (1854), y se refiere al estudio de Carlos Aguirre (1993). En esta investigación histórica, Aguirre propone una explicación que, distanciándose de las que atribuían las causas de tal abolición solo a “factores externos” (y la describían como un resultado inevitable del “desarrollo capitalista mundial y de los intereses de la potencia dominante de la época, Inglaterra”), centra la atención en el “análisis de los actores involucrados”, es decir, amos y esclavos, específicamente en los esclavos negros, y ofrece argumentos que describen la desintegración de la esclavitud como un proceso donde estos esclavos actúan como agentes de su propia liberación.
El proceso como tal se observa tanto entre los esclavos de la ciudad que se hicieron jornaleros en Lima como entre los de haciendas que tenían sus propias chacras, y ocurrió a través de la constitución de formas semiautónomas de trabajo esclavo. Estas formas de trabajo le permitieron a los esclavos una forma radical de “movilidad social”: el pasar de la condición de esclavitud a la de “negros libres”. Con ello lograban ser considerados como “hombres de bien” aun cuando pasaran de ser esclavos a engrosar la clase baja o plebe, sin importar si con su trabajo lograban acumular cierta fortuna. Esta vía de cambio de estatus es particularmente visible en el caso de los “esclavos a jornal” de la ciudad de Lima. Este tipo de esclavitud (a jornal) era “la costumbre que adoptaron los amos de enviar a sus esclavos a trabajar en distintos oficios, normalmente escogidos por los propios esclavos, a cambio de la entrega de una suma diaria fija” (Aguirre 1993: 135). Así los amos se aseguraban ingresos permanentes y se desentendían de la manutención del esclavo. Los esclavos que participaban de este sistema residían en otra vivienda y tenían mayor independencia.
De acuerdo con Aguirre, los amos se beneficiaron de este sistema, pero los esclavos también, ya que a partir de los ingresos conseguidos realizando oficios distintos pagaban una suma fijada al amo, pero también ahorraban para comprar su libertad (automanumisión) o de sus familiares o para mejorar sus condiciones de vida y acceder a algunos “disfrutes individuales”. El estudio de Aguirre examina además otras dimensiones de lo que hoy llamamos movilidad social. Tal es el caso de los procesos de empobrecimiento de los amos y las limitadas posibilidades impuestas por la sociedad de inicios de la República a los esclavos libres para “remontar su situación” como grupo “a mitad de camino entre las clases trabajadoras y las ‘clases peligrosas’” a pesar de su condición nueva de libertad (Aguirre 1993: 174). En conclusión, este estudio sobre los primeros años de nuestra vida republicana, sin referirse a las categorías de las teorías de movilidad social y estratificación, examina sin duda alguna un conjunto de temas claramente asociados a ellas.
El segundo de nuestros ejemplos lo componen los varios trabajados publicados en los años ochenta dedicados a estudiar a los migrantes andinos que dejaron las zonas rurales para trasladarse a las ciudades en la segunda mitad del siglo XX, y entre los que destacan los de Degregori et ál. (1986) y Matos (1984). Con relación a esta literatura, Golte (2012: 258) señala que uno de los temas más destacados fue el éxito de estos migrantes al trasladarse a las ciudades. Siguiendo la argumentación de Golte, no sería forzado hablar de procesos de movilidad social ascendente dentro del cohorte poblacional que experimentó esta migración interna: la transformación de productores rurales en “empresarios incipientes”; la creación de barrios que luego de ser considerados cinturones de pobreza se convertirían en “barrios bien construidos, con casas espaciosas de material noble, que muchas veces también albergaban un pequeño taller”; y la crucial experiencia de acceso a la educación de los hijos de los migrantes, lo que produjo muchas veces un “salto” del analfabetismo de los padres a la educación superior universitaria en los hijos, lo que constituiría un claro ejemplo de movilidad social intergeneracional —por lo menos educativa.
Adicionalmente, nos parece que dentro de esta perspectiva es perfectamente posible equiparar lo que Golte define como las características del periodo o los condicionamientos históricos con el concepto de movilidad social estructural. Siguiendo a Golte, la política del Estado peruano durante el gobierno de Velasco Alvarado había ahuyentado al capital; el financiamiento del Estado demandaba la emisión constante de dinero, lo que, a su vez, creaba un ambiente inflacionario también constante; y el conflicto armado interno que se desarrollaba en el país en la década de 1980 y la falta de divisas creaban una situación de una demanda no atendida desde el mercado mundial. Dada esta situación, se podían desarrollar una serie de actividades productivas dirigidas al mercado no atendido, que tenían un éxito asegurado. En este sentido, la política del Estado abrió un espacio para que los migrantes que iban adquiriendo capacidades de producción, maquinaria simple y los conocimientos necesarios se convirtieran en empresarios incipientes y pudieran ingresar a los ámbitos de la producción y del comercio.
Sobre el concepto, medición y determinantes de la movilidad social
Una de las primeras cuestiones que es necesario reconocer es que existen varios y muy diferentes cambios que se pueden observar dentro de los procesos que pueden ser asociados al concepto de movilidad social. Para comenzar, cuando se piensa en movilidad, se asume que esta es ascendente (que uno se mueve hacia arriba en cualquier escala social). Sin embargo, la movilidad descendente es también una posibilidad, y de hecho es una realidad. En este sentido, el que por lo general la movilidad ascendente sea más llamativa que la descendente no debe llevarnos a descuidar el hecho de que existen personas y familias que experimentan un descenso, mayor o menor, en una o varias de las escalas sociales en las que se ubican. De manera similar, cuando se habla de movilidad social se suele aludir a lo que ha sido calificado como movilidad intergeneracional (es decir, a la posición que una persona tiene en relación a la que tuvieron sus padres y a la manera como la segunda impacta sobre la primera). No obstante, es necesario considerar también hasta qué punto se desplazan hacia arriba o hacia abajo las personas en una determinada escala social durante su vida laboral. A este tipo de movilidad se le suele denominar intrageneracional.
La movilidad social se puede observar y medir desde muchas perspectivas: ingresos, nivel educativo, ocupación, nivel socioeconómico, estatus, etc. Será siempre un tema pendiente entender cómo se relacionan estas diferentes formas de movilidad social.
Tan relevante como las diferentes posibilidades de movilidad social que existen es la diferencia de factores que se tienen en cuenta al momento de medirla. Tal como lo afirman Barrantes et ál. (2012), esto tiene mucho que ver con la disciplina profesional desde la que se aborda estas investigaciones. Por ejemplo, los economistas suelen estudiar la movilidad en relación con los cambios en los ingresos, y los sociólogos tienden a estudiarla respecto de los cambios en la ocupación, en el nivel educativo o el nivel socioeconómico. En conclusión, la movilidad social se puede observar y medir desde muchas perspectivas: ingresos, nivel educativo, ocupación, nivel socioeconómico, estatus, etc. Será siempre un tema pendiente entender cómo se relacionan estas diferentes formas de movilidad social.
Asimismo, hay también un conjunto de temas que pueden ser tomados en cuenta al momento de desarrollar alguna investigación sobre movilidad social. En primer lugar, independientemente del tipo de movilidad social que se esté considerando, su medición debería ofrecer alguna idea sobre su proyección: no es lo mismo una movilidad de alcance corto (la existencia de movilidad en posiciones cercanas) que una de mayor alcance. En segundo lugar, no estaría de más abordar los niveles de congruencia que existen en una sociedad entre los niveles de movilidad objetiva y de movilidad subjetiva. Lo que puede estar aquí en juego es lo que algunos investigadores vienen sugiriendo como una posible “incongruencia en el estatus”.
Otro asunto de central importancia es la identificación de los principales determinantes de la movilidad social. A la fecha, la gran mayoría de los estudios sobre estos determinantes ha considerado la educación, el contexto en el que se nace o se reside, los diferentes tipos de discriminación (étnica y de género), el rol de las instituciones que intervienen para redistribuir oportunidades como el acceso a la salud, el acceso a sistemas o mecanismos de protección social, etc. En el caso de los países desarrollados, la evidencia empírica generada a la fecha ha hecho posible identificar un conjunto de factores que operan como los principales determinantes de la movilidad social: el acceso a la educación, la existencia de un sistema de salud universal que no dependa de la condición de estar empleado y el acceso a sistemas de salud preventiva (incluyendo sobre todo programas de planificación familiar) (Foroohar 2011).
Sin embargo, considerar los factores que pueden tener un efecto sobre la movilidad social obliga a tener en cuenta también a lo que suele denominarse como procesos estructurales de movilidad social. Lo que está aquí en juego es la ocurrencia de oleadas de movilidad ascendente debidas, por ejemplo, a cambios fundamentales en la estructura económica de un país o a procesos de rápida industrialización. Adicionalmente, no se debería obviar que la mera movilidad geográfica puede ser directamente un evento radical en relación con la movilidad social ascendente o descendente, dadas las consecuencias en los cambios de estatus y estilos de vida que usualmente se producen cuando una persona pasa de vivir en una determinada sociedad a hacerlo en otra con características muy diferentes. Esto es exactamente lo que ocurre en el caso de las migraciones internas e internacionales. También son determinantes poderosos de varios tipos de movilidad la inserción en redes sociales de amistad, de parentesco o lo que se conoce como matrimonio “mixto” (matrimonio entre cónyuges de diferentes países, procedencias étnicas o culturas asociadas a niveles socioeconómicos más altos). Esto implica tomar en cuenta las complejas interrelaciones entre determinantes estructurales de la movilidad social y los proyectos, activos y estrategias individuales y familiares que intervienen en los procesos de movilidad. Así por ejemplo, las posibilidades de movilidad a través del “matrimonio mixto” dependen del grado de homogamia (tendencia a buscar pareja entre personas que comparten similar posición social) en la sociedad, los activos individuales de los migrantes y sus formas de inserción.
Comentarios finales
La investigación sobre las diferentes formas y niveles de movilidad existentes en el Perú va a ser fundamental para una mejor comprensión de la manera como nuestra sociedad se organiza, funciona y se reproduce. Tiene además un gran potencial para hacer posible una reflexión y discusión política sobre la implicancia de estas diferentes formas y niveles de movilidad social sobre las posibilidades de que individuos y grupos sociales puedan cruzar fronteras de clase, bienestar, jerarquías, estatus, etc. En gran medida, también porque movilidad y desigualdad están estrechamente relacionadas y porque por lo general altos nivel de inequidad aparecen fuertemente correlacionados con menores niveles de movilidad. Dicho de manera alternativa, si se encuentra que el mérito individual no llega a ser garantía de cualquier forma de ascenso social y que el punto de partida de una persona tiene un impacto fuerte y negativo sobre lo que puede lograr el esfuerzo individual, se tienen muchos más elementos para sostener que la desigualdad es incompatible con la meritocracia.
Movilidad y desigualdad están estrechamente relacionadas y porque por lo general altos nivel de inequidad aparecen fuertemente correlacionados con menores niveles de movilidad.
Ahora bien, a la luz de lo presentado previamente, diera la impresión de que en el Perú se ha ido acumulando un conocimiento importante de fenómenos y procesos sociales que directa e indirectamente se encuentra vinculados con la temática más contemporánea sobre movilidad social. Habiendo reconocido esto, creemos importante también destacar que el tratamiento de las formas y niveles de movilidad social en el Perú demanda un grado de complejidad que no siempre está presente en las discusiones más actuales. Este mayor grado de complejidad se expresaría, por ejemplo, en el uso de un modelo teórico sobre movilidad social que incluye tres tipos de temporalidades que operan de manera simultánea: edad, cohorte y periodo.
Según este modelo más complejo, los patrones de movilidad social no se pueden entender del todo si es que no se consideran, primero, las experiencias o determinaciones que las personas experimentan en cada uno de los momentos de su curso de vida (edad); segundo, si no se tienen en cuenta las determinaciones que resultan del hecho de pertenecer a una generación o cohorte de nacimiento (es decir, las personas de un grupo de edad que han nacido en un determinado momento, y que al crecer y envejecer se han visto beneficiadas o perjudicadas por cambios específicos en los sistemas de protección, salud, educación, etc.); y tercero, si es que no se consideran las determinaciones resultantes de las circunstancias que caracterizan a los periodos durante los cuales las personas nacen y envejecen (es decir, el rol que pueden tener gobiernos e instituciones sobre los sistemas de protección, salud, educación, etc.) (Hobcraft et ál. 1982).
* Investigadores, Instituto de Estudios Peruanos.
Referencias bibliográficas
Aguirre, Carlos (1993). Agentes de su propia libertad. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Barrantes, Roxana, Jorge Morel y Edgar Ventura (2012). El Perú avanza o ¿los peruanos avanzamos? El estado actual de la movilidad social en el Perú. Lima: IEP.
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Degregori, Carlos Iván, Cecilia Blondet y Nicolás Lynch. (1986). Conquistadores de un Nuevo Mundo. De invasores a ciudadanos en San Martín de Porres. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Foroohar, Rana (2011). «What Ever Happened to Upward Mobility». En Time Magazine, vol. 178, n.º 19.
Germani, Gino (2010). «La movilidad social en Argentina». En Gino Germani, La sociedad en cuestión: antología comentada. Buenos Aires: Clacso, pp 260-314.
Golte, Jürgen (2012). «Migraciones o movilidad social desterritorializada». En Carlos Iván Degregori, Pablo F. Sendón y Pablo Sandoval (eds.), No hay país más diverso. Compendio de antropología peruana II. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, pp. 247-288.
Hobcraft, John, Jane Menken y Samuel Preston (1982). ‘‘Age, Period and Cohort Effects in Demography: A Review’’. En Population Index, n.º 48: 4-43.
Matos Mar, José (1984). Desborde popular y crisis del Estado. El nuevo rostro del Perú en la década de 1980. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Tilly, Charles (2000). La desigualdad persistente. Buenos Aires: Manantial.
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