Los estudios de la vulnerabilidad de los SSE son un elemento crucial para el diálogo entre la ciencia y los tomadores de decisiones, pues establecen qué y quiénes son vulnerables, y cuáles condiciones socioambientales generan o disminuyen la vulnerabilidad y la resiliencia (Agrawal et ál. 2012, Ribot 2011, Turner II 2003a). Esto representa una oportunidad para pensar el cambio climático desde sus determinaciones no atmosféricas, es decir, contrariamente a como se ha instalado en las agendas científicas y políticas globales. Asimismo, investigar las dimensiones no atmosféricas del cambio climático permitiría la vinculación de este proceso con políticas públicas de otros sectores, e impulsaría la consideración del cambio climático en todos los sectores del aparato público. Sin embargo, en el Perú, el creciente interés desde la investigación contrasta con el escaso peso político del tema. El contraste no llama la atención en un país donde el diseño de políticas está divorciado de la investigación, pero vive en servinacuy con el tráfico de influencias, el conflicto de intereses y los lobbies de los grupos de poder.
La resiliencia es una característica —originalmente concebida solo en los ecosistemas— por la que los SSE pueden mantener sus funciones y organización luego de experimentar una perturbación (Holling 1973, Walker et ál. 2004). Hay que enfatizar que un sistema resiliente tiene un equilibrio dinámico con el que funciona e interactúa con las perturbaciones, dentro de un conjunto de límites más allá de los cuales se modifican su organización y funciones al punto que se transforma en otro SSE.
Un aspecto importante de resaltar es que la resiliencia relaciona el interior del SSE —i. e., organización y función— con las perturbaciones exteriores. Un sistema resiliente es capaz de procesar el cambio para continuar siendo el mismo. Esta dialéctica, sin embargo, replantea el rol de las perturbaciones como una oportunidad para el cambio del SSE. Esto se ha conceptualizado como la transformabilidad de los SSE; es decir, aquella capacidad por la que los SSE se transforman cuando su situación frente a las perturbaciones es insostenible (Walker et ál. 2004). Resiliencia y transformabilidad pueden ser entendidos como dos puntos extremos del continuum constituido por la capacidad del SSE; el primero se refiere a la capacidad de absorber la perturbación, mientras que la transformabilidad es la capacidad de generar un nuevo sistema cuando las condiciones adversas son insuperables (Folke 2006, Walker et ál. 2004).
La investigación sobre las interrelaciones entre cambio climático, adaptación, vulnerabilidad, resiliencia y transformabilidad está aún en sus inicios. Sin embargo, la complejidad de estas interrelaciones se incrementa cuando se consideran los efectos combinados de perturbaciones climáticas y no climáticas sobre los SSE prestando atención, además, a las distintas escalas espacio-temporales en las que operan los sistemas.
En cierto sentido, el análisis de la vulnerabilidad complementa al de la resiliencia. Esta última se enfoca en la continuidad del funcionamiento del SSE a pesar de estresores, mientras que la vulnerabilidad analiza las condiciones sociales y naturales que explican por qué un SSE interactúa con la perturbación y las formas en que dicha interacción se lleva a cabo (Adger 2006, Brooks 2003). Asimismo, conocer estas condiciones debiera permitir diseños de políticas públicas que aborden alguna(s) de estas dimensiones en forma específica para disminuir la vulnerabilidad.
Adaptación, resiliencia y transformabilidad están bastante emparentados. Considerada como cambio en el SSE frente a perturbaciones externas, la adaptación podría acercarse a la resiliencia si este cambio lleva a que el sistema mantenga su organización y funcionamiento, pero si se refiere a un cambio de estos, estaría más cerca de la transformabilidad. Basta imaginarnos cambios en los sistemas productivos motivados por cambios en el clima, en los precios, en el acceso a la tierra y el agua. Adicionalmente, la implementación de respuestas adaptativas se sustenta, al menos parcialmente, en que el sistema tiene la capacidad para responder, lo que constituiría, además, parte de su resiliencia. Aquí, nuevamente, se tiene un potencial vínculo con el diseño de políticas que debieran buscar fortalecer las fuentes de la resiliencia de los sistemas, pues, en última instancia, estas generarán adaptación. En la siguiente sección analizo la Estrategia Nacional ante el Cambio Climático considerando los conceptos presentados previamente, e identifico aspectos en los que un mejor uso de estos puede contribuir a una estrategia más integral para disminuir la vulnerabilidad e incrementar la resiliencia socioecológica frente al cambio climático.
La Estrategia Nacional ante el Cambio Climático (ENCC) fue puesta en consulta del 24 de julio al 5 de septiembre de 2014 por el Ministerio del Ambiente (Minam). Esbozo a continuación algunos comentarios a la ENCC a la luz de los conceptos previamente presentados.
La ENCC entiende que el principal reto del CC es la reducción de riesgos e impactos, en consecuencia, tiene la visión que para el año 2021 el Perú estará adaptado a los efectos negativos y podrá aprovechar las oportunidades del CC, poniendo los fundamentos para un desarrollo sostenible bajo en carbono (Minam 2014). Los objetivos de la ENCC son incrementar la conciencia y la capacidad adaptativa frente a los efectos negativos y oportunidades del CC, conservar las reservas de carbono y contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
La ENCC se enmarca en una perspectiva de la vulnerabilidad como resultado de los impactos al CC luego de la adaptación, ignorando la vulnerabilidad como una característica de los SSE generada por múltiples procesos para responder a presiones externas. Siguiendo a O’Brien (2007), sostengo que la perspectiva escogida por el Minam desconoce las estructuras sociopolíticas y económicas en las que ocurren el CC y la variabilidad climática, y con las que interactúan los espacios locales expuestos al cambio climático. Asimismo, se descarta que las condiciones locales influyen tanto en la exposición al CC como en las respuestas que se implementan, y que estas últimas modifican también el contexto impactado por el CC. Visto así, el CC es un elemento integral del desarrollo. Es decir, el CC modifica el paisaje biofísico, por lo tanto altera el contexto para responder a otros procesos de cambio, los que, a su vez, influyen en el contexto en el que ocurre el CC. Esta perspectiva tiene implicancias mayores para el diseño de políticas porque la reducción de la vulnerabilidad frente al CC implica modificar el contexto institucional, económico y sociopolítico en que el CC ocurre. Solo con estas modificaciones el subsistema social estará en mejores condiciones para responder al cambio.
Los objetivos de la ENCC no consideran los aspectos de exposición y sensibilidad de la vulnerabilidad, perdiendo con ello la posibilidad de tener políticas multisectoriales. Por ejemplo, con los sectores del Midis, Vivienda y Salud para reducir la exposición con viviendas adecuadas para condiciones inclementes y llevar adelante programas de salud y alimentación para reducir la sensibilidad frente a disrupciones en la producción de alimentos. Considerar la multidimensionalidad de la vulnerabilidad impactaría, al menos, en el indicador de la ENCC que busca incrementar la inversión pública que incorpora la condición del cambio climático.
También es notable en la ENCC la ausencia de una perspectiva desde la resiliencia. Por un lado, considerar la resiliencia podría orientar políticas para fortalecer los elementos que permiten que el SSE absorba las perturbaciones sin sufrir transformaciones o políticas que disminuyan presiones sobre elementos valiosos para la resiliencia (Adger et ál. 2011). Por ejemplo, es reconocido que los conocimientos locales y la información son fundamentales para la resiliencia de los SSE; entonces, las políticas educativas interculturales y la incorporación del conocimiento local en las respuestas locales frente al cambio climático podrían fortalecer la resiliencia de los SSE en el largo plazo.
Un enfoque desde la resiliencia podría llevar a que la ENCC se vincule con los sectores productivos del país. Es decir, pensemos en un sistema productivo o energético resiliente considerando tanto el aspecto de la absorción de perturbaciones sin modificar sus funciones ni organización como la transformabilidad por la cual el sistema puede cambiar para seguir siendo el mismo. Las políticas públicas para tener fuentes de energía resilientes frente a la variabilidad hidroclimática deberían considerar, al menos, la vulnerabilidad de la generación hidroenergética y la diversificación de fuentes de energía. Para un sistema productivo resiliente, lo mínimo será adaptar la infraestructura y los procesos productivos frente a las amenazas concretas (para el caso de la agricultura ver Cancino Borge et ál. 2011).
Conclusión
El cambio climático no solo trae calentamiento global y eventos extremos más frecuentes e intensos, sino renovados intereses por antiguas relaciones. En este artículo, he presentado la reaparición de perspectivas que abordan la relación naturaleza-sociedad, así como algunos conceptos para comprender mejor las interrelaciones de los SSE con los cambios ambientales globales. Finalmente, he contrastado estos conceptos con la Estrategia Nacional ante el Cambio Climático del Perú para mostrar algunas de sus limitaciones conceptuales, las áreas donde los conceptos se vinculan y la potencialidad de una comprensión conceptual cabal para el diseño de políticas que disminuyan la vulnerabilidad, promuevan la adaptación y expandan la resiliencia del país.
* PhD en Geografía por la Universidad de Texas en Austin. Magister en Estudios Latinoamericanos por la misma universidad. Realizó su post-doctorado en el National Socio-Environmental Synthesis Center de la Universidad de Maryland en College Park. Investigador Asociado del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES).
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La cuestión central no reside en que «el cambio climático trae calentamiento global y eventos extremos más frecuentes e intensos», sino al revés. Es el incremento de la temperatura promedio, consecuencia del modelo de desarrollo económico-comercial de los países industrializados, lo que viene generando alteraciones en el clima global y su relación con la variabilidad climática extrema. rn
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