Resumen 
En este artículo ensayamos una interpretación preliminar de las razones que explican el fracaso de la gestión de la alcaldesa Susana Villarán (2010-2014), tanto electoralmente como en relación con el modelo de gestión que pretendió establecer (enfoques integrales y transparentes). Esto sería consecuencia de una subestimación de sus adversarios y aliados, de la sobreestimación de su respaldo político y de sus capacidades de gestión, y de un muy mal manejo político, todo lo cual desdibujó la imagen con la que ganó la elección (una figura carismática con énfasis en preocupaciones sociales y cercanía a sectores populares), por lo que terminó con muy bajos niveles de aprobación, aislada políticamente, con una imagen de ineficiente y más bien cercana a los sectores altos. Así, el Perú se perdió una oportunidad muy propicia para sentar las bases de la reconstrucción de una alternativa política de izquierda, más afín al “giro a la izquierda” que se registra en el conjunto de la región y a la vigencia de otros partidos históricos como el APRA y el PPC.
Introducción 
En enero de 2011, al empezar la gestión de Susana Villarán en la alcaldía provincial de Lima, cabía pensar razonablemente que había muy buenas posibilidades para que ella pudiera marcar el inicio de la recuperación de una opción política de izquierda en el Perú. Recordemos que una mirada regional sugiere que las alternativas políticas de izquierda en países como Brasil, México, Uruguay, Colombia, el Salvador y otros en los últimos años surgieron de ganar alcaldías de ciudades importantes y de legitimarse con buenas gestiones en esos ámbitos, que les permitieron acumular el capital político necesario para ganar el gobierno nacional. 1  Además, el resurgimiento de la izquierda peruana iba también en consonancia con la reaparición —desde el año 2000— y relativa vigencia de otros partidos políticos centrales en la década de 1980, como el APRA y el PPC.
Si bien el triunfo de Villarán fue un resultado inesperado producto de contingencias muy particulares de la campaña electoral, Fuerza Social contaba con circunstancias propicias. 2 perdió mayoría en el Concejo Metropolitano luego de las nuevas elecciones municipales, donde la coalición de gobierno alcanzó apenas el 7,6% de los votos válidos. 3
¿Qué pasó? Algunos analistas políticos llamaron la atención sobre una supuesta “irracionalidad” o “inmoralidad” del votante limeño, especialmente a partir de los resultados de una encuesta de opinión (Datum, setiembre de 2014) en la que 57,7% de los limeños expresaba una intención de voto por Luis Castañeda al mismo tiempo que 49% consideraba que era el candidato que “robará pero hará más obras”, mientras que, por ejemplo, Villarán alcanzaba el 5% en esa pregunta y los demás candidatos aún menos. 4  Siguiendo esa línea de razonamiento, si los electores tienen una crisis moral, entonces la derrota de la opción política de Villarán sería no solo resultado de sus errores, sino de una cuestionable ética pública.
En este trabajo, por el contrario, sostenemos que una revisión de los cuatro años de gestión de Villarán basta para explicar lo sustancial de su fracaso y también cómo indirectamente legitimaron el estilo de gestión de Castañeda. Villarán sobreestimó su respaldo político y subestimó a sus adversarios, lo que la condujo rápidamente al aislamiento; en cuanto a la gestión, una mezcla de voluntarismo, inexperiencia en la gestión pública y municipal y un mal manejo político llevaron a serios problemas de implementación y a un incumplimiento sistemático de promesas y anuncios, lo que generó una fuerte percepción de ineficiencia. Todo esto le hizo perder su identidad original (carismática y cercana a preocupaciones sociales), y al final la gestión quedó marcada por iniciativas que la ubicaban claramente en el espectro político de la derecha. Al mismo tiempo, el desprestigio de un discurso que enfatizaba enfoques integrales de política pública, la transparencia y la honestidad, terminó legitimando para los electores esquemas de gestión efectistas, aun a costa de la probidad en la gestión. 5
El aislamiento político y la pérdida de identidad 
La alcaldesa ganó la elección municipal sobre la base de construir la imagen de un personaje carismático y afable, con vocación de trabajo social, al que la prensa bautizó como “la tía regia”; sin embargo, ya desde finales de la campaña electoral su figura empezó a politizarse como estrategia frente a la candidata del Partido Popular Cristiano, lo que le hizo perder el respaldo ciudadano ganado con esta imagen original. En otras palabras, Susana Villarán no ganó dichas elecciones por contar con un perfil politizado y claramente de izquierda. 6   Esta tendencia declinante se consolidó durante el primer año de gestión (enero 2011-diciembre 2011), año de elecciones generales, en el que la alcaldesa se aisló políticamente de manera muy acelerada. De un lado deshizo la alianza política de izquierda que la había llevado al municipio y del otro se enfrentó a poderosos enemigos.
Gráfico 1. Intención de voto y resultado final. Municipalidad Metropolitana de Lima, 2010
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Fuente: Ipsos Perú y ONPE. Elaboración propia.
Recordemos que Fuerza Social optó por presentar un candidato presidencial propio, Manuel Rodríguez Cuadros, abandonando negociaciones en pos de una candidatura unificada de izquierda. En marzo de 2011, Rodríguez Cuadros declinó su postulación a la presidencia y obtuvo apenas el 0,06%, mientras que su lista parlamentaria apenas el 0,84% de los votos. Al mismo tiempo, en los meses finales del gobierno de Alan García (enero-julio 2011), Villarán se enfrentó reiteradamente al Gobierno central ante lo que consideraba intromisiones en ámbitos municipales. El conflicto por la construcción del “Cristo del Pacífico”, que enfrentó a Villarán con el Gobierno central, el Ministerio de Cultura y el Municipio de Chorrillos, es emblemático, pero no el único episodio de tensión. 7  De otro lado, esta oposición al Cristo, sumada a la intención de crear una “zona rosa” y una retórica a favor de los derechos de la población homosexual y LGTB, le ganaron también rápidamente la oposición de la jerarquía católica y de sectores conservadores.
Pero lo más importante fue el enfrentamiento con el alcalde anterior y entonces candidato a la presidencia, Luis Castañeda. Villarán buscó desde el inicio marcar diferencias con el estilo de gestión anterior, tachado de poco transparente y marcado por serios casos de corrupción. Tan solo unas semanas después de su juramentación, la nueva alcaldesa anunció una “auditoría especial” de la gestión anterior, con especial énfasis en el caso Comunicore. Esta situación dio pie a una lectura según la cual la alcaldesa y sus funcionarios intervenían indebidamente en el proceso electoral en contra del candidato de Solidaridad Nacional (finalmente, Castañeda obtuvo el 9,83% de los votos y quedó en quinto lugar). A esto se añadieron quejas de otros candidatos, especialmente al Congreso (APRA y fujimorismo), porque el municipio limitaba la colocación de publicidad electoral y retiraba paneles publicitarios. 8
El problema con esta estrategia es que el resultado de las investigaciones no añadió mucho a lo ya conocido por la Contraloría y la Fiscalía, y que la Fiscalía finalmente excluyó a Luis Castañeda del proceso Comunicore. 9  Ese resultado hizo que al final prevaleciera en la opinión pública la imagen de una alcaldesa “peleona”, “conflictiva”, que por interés político buscó desacreditar la gestión anterior. Esta imagen se consolidó por otros asuntos que también expresaban la pugna entre la nueva administración y la gestión anterior: la renegociación de la “línea amarilla” y el nuevo proyecto Vía Parque Rímac, la interrupción de la construcción del túnel Santa Rosa, las críticas a la manera en que se construyeron las escaleras en zonas populares o al funcionamiento de los Hospitales de la Solidaridad. Si bien puede decirse que estos conflictos eran el resultado de la búsqueda de la mejora en los servicios y acciones de la Municipalidad, también lo es que fueron acompañados de una retórica confrontacional por parte de la alcaldesa y sus funcionarios.
Esta estrategia abrió frentes opositores sin construir las alianzas necesarias para sortearlos. Al final, lamentablemente para la alcaldesa, la imagen de la “tía regia” desapareció y emergió la imagen de una figura politizada, que buscaba enfrentamientos sin razones de fondo, con lo que se hizo de poderosos enemigos y desgastó aceleradamente su legitimidad. 10 Así, a pesar de que Villarán representaba una izquierda moderada, amigable con la inversión privada, auspiciadora de grandes obras de infraestructura a través de concesiones, chocó con intereses conservadores, más por asuntos de estilo y retórica que por el contenido de las políticas concretas que llevaba a cabo.
Al mismo tiempo, la alcaldesa perdió la identidad político-social que le permitió llegar a la alcaldía. Villarán ganó las elecciones levantando un perfil que privilegiaba asuntos sociales; la inclusión social destacaba como la prioridad, y el eje social parecía encaminar las otras prioridades de gestión: un enfoque de la seguridad ciudadana con énfasis en la prevención, el cuidado del medio ambiente como parte de una política de recuperación del espacio público y una reforma del transporte que priorizaría a los usuarios del transporte público por encima de los conductores de autos particulares, todo dentro de esquemas transparentes y participativos de gestión. En este sentido, Villarán reivindicaba una identidad de izquierda: no por razones ideológicas, sino por las prioridades de la gestión. 11  Sin embargo, a lo largo de su primer año de gestión, lo que encontramos es que la alcaldesa perdió su identidad distintiva: el énfasis en lo social prácticamente desapareció, y no fue sustituido por ningún otro; más bien se generó una imagen confusa con la intervención en torno a una multiplicidad de temas.

Con el paso del tiempo la “tía regia” pasó a ver percibida como “metiche” y “buscapleitos”, y lo que es peor, perdió su identidad cercana a temas de desarrollo social, para extraviarse en una multiplicidad de temas.

Así, promesas electorales como la implementación de un sistema de transferencias condicionadas de dinero (cien soles mensuales) para la población en pobreza extrema (Bono Familia) o la de desarrollar un programa social para “acercar” los servicios municipales a la población más excluida de la ciudad nunca se implementaron. 12  Por el contrario, la gestión se abrió varios otros frentes de manera simultánea: combate a la inseguridad ciudadana, creación de una “zona rosa” para trabajadores sexuales y ordenanza municipal contra la discriminación por orientación sexual (que la enfrentó con la Iglesia católica); y el anuncio de diversas obras de inversión pública, entre las que destaca el de una remodelación integral de la Costa Verde que inició con la playa La Herradura, y que terminó en el desafortunado incidente del “olón” que se llevó parte de la arena de la playa. Ninguna de estas propuestas llegó finalmente a buen puerto.
Todo esto ayuda a entender el porqué de la rápida caída en la aprobación a la gestión de Villarán apenas empezó la gestión. Perdió la identidad que la había hecho popular: un personaje fresco, simpático, a diferencia de los “políticos tradicionales”, y con un perfil social, más cercano a los sectores populares, a diferencia de Lourdes Flores, identificada con una identidad tradicional de derecha y más próxima a sectores medios y altos. Con el paso del tiempo la “tía regia” pasó a ver percibida como “metiche” y “buscapleitos”, y lo que es peor, perdió su identidad cercana a temas de desarrollo social, para extraviarse en una multiplicidad de temas. Así, a finales de 2011 se inició la campaña de recolección de firmas para convocar a una consulta popular de revocatoria de la alcaldesa y de todo el Concejo Metropolitano. De este modo, 2012 estuvo marcado por la recolección de firmas, presentadas en abril, y por la convocatoria en octubre a la consulta popular, que se realizó en marzo de 2013.
Gráfico 2. Aprobación y desaprobación a la gestión de Susana Villarán, 2010-2014
TS2[1]
Fuente: Ipsos Perú. Elaboración propia.
La “incapacidad” y la agenda de sectores medios y altos 
En 2012 podríamos decir que se consolida la imagen de una alcaldesa “incapaz” de gobernar con eficiencia. Esta imagen se construyó, consideramos, como consecuencia de la suma de promesas incumplidas y reiterados cambios de acento en la gestión (que dan la imagen de una conducción sin rumbo claro), que a su vez parecen consecuencia de un exceso de voluntarismo, de una mala evaluación de las capacidades de diseño e implementación de políticas y de un mal manejo político. Así, como decíamos, el inicial énfasis en asuntos sociales se perdió, e iniciativas como el Bono Familia y el acercamiento de servicios municipales a la población más pobre nunca se implementaron.
La alcaldesa incidió mucho inicialmente en el tema de la seguridad ciudadana (Plan Zanahoria, puestos de auxilio rápido, Comité Provincial de Seguridad Ciudadana, estrategias de prevención con jóvenes), pero al darse cuenta de que se trataba de una problemática muy compleja que excedía sus capacidades, el tema como asunto de agenda pública prácticamente se abandonó, para finalmente adjudicarle la responsabilidad al Ministerio del Interior. En cuanto a la recuperación de lugares públicos, la alcaldesa presentó un ambicioso proyecto para convertir la Costa Verde en un gran espacio público, promesa que no pudo cumplir, al darse cuenta de que la autoridad sobre este espacio era compartida con los municipios distritales. Prometió también la construcción de la Costa Verde Sur y un malecón y playa para los limeños de Lima Sur, obra que tampoco pudo prosperar porque el proyecto se ubicaba en una zona en litigio con un club privado.
En el segundo año, ante la caída en su aprobación, la recolección de firmas para la revocatoria y la creciente confrontación con Luis Castañeda, la alcaldesa prometió una serie de obras que tampoco logró ejecutar. Por ejemplo, prometió inaugurar “una escalera y un muro de contención por día” con un nuevo enfoque más integral dentro del programa Barrio Mío, pero tampoco logró ser implementado sino en pequeña escala. 13  Prometió también la reanudación y culminación de las obras del túnel Santa Rosa, promesa que tampoco logró cumplir porque hubo necesidad de renegociar el contrato e ingresar a un largo proceso de arbitraje. 14  Cada una de estas promesas de obras y tiempos de ejecución, sin embargo, no fueron respetados ni implementados tal como prometía la gestión, esto en buena cuenta por las dificultades y limitaciones propias de la gestión pública, situación que terminó ahondando la imagen de “incapacidad” proyectada sobre la alcaldesa.

Villarán es recordada por el Corredor Azul, la reubicación de La Parada y Vía Parque Rímac, es decir, todas iniciativas de más impacto sobre sectores medios y altos, con énfasis en infraestructura vial con inversión privada y recuperación del principio de autoridad; un perfil más convencionalmente asociado a políticos de derecha.

Al final, donde sí se produjeron progresos destacables fue en el intento de sacar adelante proyectos de inversión privada y pública de infraestructura vial, así como avanzar parcialmente en la reforma del transporte público. El problema con las grandes obras de infraestructura es que fueron relativamente en contra del discurso original de la alcaldesa, de privilegiar al peatón por encima de los autos particulares; y en cuanto a la reforma del transporte, en general, se privilegiaron espacios más “mesocráticos” antes que populares, con la excepción del corredor de la avenida Abancay. Por un lado, estos proyectos de inversión abrieron espacios de conflicto con los vecinos de las zonas involucradas, a quienes originalmente se les había prometido que todas las obras de la municipalidad deberían contar con una licencia social. El corredor que terminó siendo emblemático de la gestión fue el corredor Tacna-Garcilaso-Arequipa, por encima de otros anunciados (y no ejecutados) en su momento: Panamericana Norte, Evitamiento o Alfonso Ugarte, por poner un ejemplo. 15
Este carácter quedó además reforzado por otro cambio de acento en la gestión que fue dándose lentamente: el abandono de un discurso de apoyo a “emprendimientos populares” y un creciente énfasis en la necesidad de poner orden y recuperar el principio de autoridad respecto a prácticas informales. Durante la campaña electoral de 2010 y al inicio de la gestión Villarán hablaba de apoyar al “emprendedor limeño”, de modo que la Municipalidad de Lima dejara de ser una “barrera” para convertirse un una “aliada” de los emprendedores (para lo cual la figura de Hernando Guerra García aparecía como relevante), y se proponían iniciativas como un “pacto de competitividad” y la creación de una “ventanilla única” que favoreciera procesos de formalización. Por el contrario, desde 2012, con la oposición de algunas empresas de transporte a su reforma, así como la negativa de los comerciantes del mercado La Parada a su traslado al de Santa Anita, el discurso fue incidiendo cada vez más en la necesidad de orden y respeto a la autoridad, desplazando al “apoyo a los emprendedores”.
Gráfico 3. Apoyo a la revocatoria por nivel socioeconómico, 2012-2013
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Fuente: Ipsos Perú. Elaboración propia.
Gráfico 4. Aprobación de la gestión de Villarán por nivel socioeconómico, 2013-2014   16
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Fuente: Ipsos Perú. Elaboración propia.
Así, en el momento de la revocatoria, en marzo de 2013, resultó claro que el mayor respaldo a la continuidad de la alcaldesa provino de sectores medios y altos, no de los populares. Desde entonces, la aprobación a la gestión de Villarán fue siempre más alta en sectores altos. De esta manera, llegamos hacia el final de la gestión, y la elección de 2014, en la que la alcaldesa obtuvo apenas el 10,57% de los votos, quedando en tercer lugar y, lo que es peor, siendo derrotada por Luis Castañeda, con más de la mitad de los votos, obtenidos especialmente en distritos populares. Al final, Castañeda logra un apoyo muy sólido en todos los sectores sociales, en particular entre los populares, conformando una suerte de identidad “populista de derecha”. Castañeda aparece recordado por la construcción de escaleras en barrios populares, por el Metropolitano, por los Hospitales de la Solidaridad y la recuperación de los parques zonales, todas ellas obras de alto impacto sobre la calidad de vida de los sectores populares.
Gráfico 5. Intención de voto y resultado final. Municipalidad Metropolitana de Lima, 2014
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Fuente: Ipsos Perú. Elaboración propia.
Por el contrario, Villarán es recordada por el Corredor Azul, la reubicación de La Parada y Vía Parque Rímac, es decir, todas iniciativas de más impacto sobre sectores medios y altos, con énfasis en infraestructura vial con inversión privada y recuperación del principio de autoridad; un perfil más convencionalmente asociado a políticos de derecha. Más todavía, si bien Castañeda aparecía en las encuestas como el candidato que “robará pero hará más obras”, también destacaba como el el “más trabajador”, el que “trabajará para los más pobres” (48% frente al 9% de Villarán) y el que “solucionará el problema del transporte”. El único rubro en el que Villarán supera a Castañeda es en cuál es el candidato que “trabajará para los más ricos” (29% frente a 13%). Este perfil es clave para entender por qué Villarán no pudo continuar subiendo en aprobación ciudadana después de la revocatoria: las iniciativas que desarrolló en el último año y medio de gestión y que marcaron su nueva identidad la alejaron definitivamente de los sectores populares.
Gráfico 6. Gestiones u obras de Castañeda y Villarán recordadas por los electores
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Fuente: Ipsos Perú, septiembre de 2014. Elaboración propia.
Gráfico 7. Asociación de atributos de gestión con los candidatos
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Fuente: Datum, septiembre de 2014. Elaboración propia.
Conclusiones preliminares 
Consideramos que el balance de la gestión de Villarán ha sido lamentablemente muy malo por dos motivos. Primero, porque no se aprovechó la gran oportunidad de reconstituir una opción política de izquierda sobre la base de una buena gestión, afianzando un sentido común conservador según el cual la izquierda es incapaz de gobernar con eficiencia. Y, en segundo lugar, porque se consolidó también un sentido común cortoplacista y efectista de las políticas públicas: el “obrismo”. 17  Frente a la percepción de ineficiencia desde enfoques presentados como integrales y transparentes, “sin cálculos políticos”, se terminó legitimando el efectismo, por encima incluso de consideraciones éticas (“roba pero hace obras”). No se logró consolidar un modelo de gestión eficaz, en parte por subestimar capacidades y por inexperiencia en gestión pública municipal, así como por un mal manejo político, que no consolidó una política de alianzas que respaldaran a la alcaldesa, no definió convenientemente los adversarios, ni estableció prioridades claras ni un norte definido programática y discursivamente. Al final la gestión quedó aislada, sin perfil social y, lo que es peor, identificada con banderas más bien conservadoras.
¿Podrían haber sido las cosas diferentes? Para algunos no; hay quienes señalan que con la precariedad de la administración pública y del Estado peruano, a Villarán le habría resultado muy difícil hacer una gestión pública eficaz. Este argumento omite, sin embargo, que esto no fue obstáculo para que Belmont, Andrade y Castañeda hayan sido reelectos. Del mismo modo, podría señalarse la peculiar “cultura política” de los electores limeños, que atravesarían una “crisis moral” más afín a propuestas populistas de derecha; esto no impidió, sin embargo, que Villarán gane en 2010 y Humala en 2011. Otros señalan que el verdadero problema estuvo en que la actuación de Villarán habría sido boicoteada desde el inicio por poderosos actores de derecha o redes “incomodadas por la gestión” interesados en desacreditar cualquier asomo de acción política alternativa al statu quo. Así, desde el inicio, la gestión de Villarán habría sido “demolida” injustificadamente, magnificándose problemas pequeños y ocultándose los logros. Sin embargo, este argumento omite que el presidente Humala, por ejemplo, no ha llegado a tener la precariedad política de la gestión de Villarán.
Creemos que había un margen significativo para que las cosas fueran diferentes, pero para esto la gestión debió haber sido más modesta en sus objetivos, más prudente en su actuación política, más clara en sus prioridades y más atenta al entorno político en el que le tocó actuar. En todo caso, el boicot de los adversarios no explica que se haya perdido la identidad sociopolítica de la gestión, que terminó siendo más asociada con sectores altos antes que con sectores populares. Y esto es consecuencia de las prioridades establecidas en la gestión, hayan sido resultado de decisiones conscientes o no. Por supuesto, todas estas ideas requieren de más investigación; esta es una primera aproximación, y la evaluación integral de la gestión Villarán está todavía por hacerse.

* Martín Tanaka es politólogo e investigar principal del IEP. Paolo Sosa es politólogo y asistente de investigación del IEP.
1 Tomamos el título de Sifuentes 2014, quien esboza una interpretación afín a la presentada aquí.
2 Ver por ejemplo Goldfrank 2010 e Incio y Dammert Guardia 2014.
3 En aquella oportunidad, a fines de agosto de 2010, la decisión del Jurado Nacional de Elecciones a favor de una tacha contra uno de los candidatos favoritos, Álex Kouri, de Cambio Radical, dejó abierto el espacio para la redefinición de la campaña. Este era el escenario final de un debate “entre la honestidad y la eficacia”, hábilmente politizado por Lourdes Flores Nano frente al cuestionado candidato y expresidente regional del Callao. Sin embargo, quien finalmente logró beneficiarse de esta lógica fue Villarán, que había venido creciendo lentamente, pero que, luego de la salida de Kouri, encontró su oportunidad para saltar a la palestra municipal (Dargent y Muñoz 2011: 254-255), logrando ganar por un dramático 1% de diferencia (gráfico 1).
4 Ver Meléndez y Sosa Villagarcia 2013 y Vásquez Oruna 2014.
5 Ver Barrenechea y Sosa Villagarcia 2014. Para una mirada panorámica sobre las relaciones en el Concejo Metropolitano durante la gestión de Villarán, ver Cueva 2014.
6 Jorge Bruce, por ejemplo, comentó que el electorado sufre una “crisis moral”: “La verdad es que el electorado peruano atraviesa una crisis moral. Hace un buen tiempo que se ha resignado a aceptar el hecho de que las personas que participan en política no tienen ética. Es más, si el candidato es o no es corrupto ya no es relevante en las personas. A ese punto hemos llegado”, señaló. Además, advirtió que la población no vota por los candidatos “honestos” porque creen que no podrán eliminar la corrupción. “La población ha llegado al punto de pensar que los candidatos ‘honestos’ son débiles y condescendientes, y que no podrán mantenerse en un terreno ponzoñoso y tétrico como lo es la política. Ellos creen que estos candidatos no podrán vencer la corrupción en sus instituciones. Es por eso que votan por las ‘otras’ personas, las que roban pero hacen obras, indicó” (Diario 16, 15 de septiembre de 2014).
7 Para desarrollar este análisis nos basamos en una revisión sistemática de medios de prensa (La República), priorizando las declaraciones de Susana Villarán y sus funcionarios. Esto es complementado con una revisión de encuestas sobre la gestión desarrolladas por diferentes empresas.
8  Ver Tanaka 2010a y 2010b.
9 Otros temas de conflicto recurrentes entre ambos niveles de gobierno fueron la construcción de alternativas viales para solucionar el problema del transporte, la inauguración de obras inconclusas y las iniciativas de seguridad ciudadana.
10  Estas medidas eran parte de una política de mitigación de la contaminación visual.
11 Independientemente de lo apropiado o no, correcto o no o cuestionable o no de esa decisión, el resultado fue ese.
12  Recordemos además que en la Municipalidad había muchos funcionarios nombrados durante los ocho años de la gestión de Castañeda que resintieron las críticas a su gestión, y que de alguna manera conspiraron contra el éxito de Villarán.
13 Al mismo tiempo, sus adversarios llamaban la atención sobre los “riesgos” de las alianzas que involucraban a grupos “antisistema” como Patria Roja o Tierra y Libertad.
14  Ver Távara 2014.
15  Ver al respecto Wurst 2014.
16  Al poco tiempo de iniciada la gestión de Villarán, hubo un derrumbe en el túnel que llevó a una paralización y reevaluación de la obra. En enero de 2012, se anunció su conclusión en 12 meses, para enero de 2013. En marzo de 2012 se anunció una nueva fecha, octubre de 2013. A inicios de 2013, la nueva fecha fue finales de 2014. Hasta ese momento las obras estuvieron paralizadas, y se anunció el reinicio en mayo de 2014. Se anunció nuevamente el reinicio en julio, luego agosto, luego septiembre, y hasta la fecha no se han reiniciado.
17 Ver al respecto Ardito 2013 y 2014. Otra obra que privilegia a los vehículos particulares frente a los peatones y la recuperación o construcción de espacios públicos es la remodelación de la Costa Verde, actualmente en curso.
18  Antes de esa fecha no son públicos los datos desagregados por nivel socioeconómico.
19 El lema de la campaña de Castañeda fue “vuelven las obras”; recientemente, Alan García propuso un “shock social” consistente en medidas que impulsen la realización de obras públicas. Ver Vergara 2014.
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Fuentes revisadas para el análisis
Diario La República
Informes de opinión de Ipsos Perú