El caso de renovación urbana implementada en el Centro Histórico de Quito (CHQ) suele aparecer como un “modelo” de gestión urbana e intervención. La ciudad de Quito fue declarada en 1978 como Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Su CHQ ha sufrido una serie de transformaciones en las últimas décadas que invitan al debate y a una lectura crítica del proceso, intentando evitar los “lugares comunes” promovidos por los discursos públicos y parte de la reflexión académica sobre el tema.

Es necesario preguntarse: ¿cómo se insertan las políticas de renovación en un panorama más amplio de gestión y organización de la ciudad? ¿Cuáles son las principales transformaciones y efectos que han producido? ¿Cuáles son las características del discurso patrimonial que organiza estas intervenciones? Es decir, se debe iniciar un debate sobre el “modelo de ciudad” que se viene promoviendo desde las políticas de renovación urbana.

Estos dos aspectos (comercio informal y la pobreza de sus residentes) han sido algunos de los principales argumentos propuestos para “recuperar” el CH. Su “creación” como problema está vinculada a su propia crisis.

Dicho debate posee importancia en tres sentidos: 1) la “novedad” de la renovación urbana en América Latina como política urbana; 2) la implementación de políticas de city-marketing y de competitividad urbana como ejes dominantes de la gestión urbana; 3) los cambios en la gestión urbana y las nuevas articulaciones entre lo público y privado. Son aspectos que se encuentran íntimamente relacionados y dan cuenta de algunas de las principales transformaciones urbanas que experimentan nuestras ciudades.

El texto presenta algunas reflexiones sobre el caso del CHQ a partir de preguntarnos cómo las políticas patrimonialistas organizan y producen el espacio social de esta zona, con lo cual se busca brindar pistas para responder las preguntas mencionadas líneas arriba. Vale advertir que para tener una mirada amplia sobre el proceso de “recuperación” del CHQ se debería tomar en cuenta a otros actores (sector privado, inmobiliario, grupos sociales que habitan el lugar, entre otros), pero, por motivos de espacio nos vamos a centrar en las políticas públicas sobre el centro.  1

El centro histórico como objeto y problema

La “preocupación” por el CHQ debe entenderse a partir del proceso de urbanización y crecimiento de la ciudad. Sin entrar en detalles, se puede plantear a grandes rasgos que es a partir de los cambios producidos a inicios del siglo XX, cuando se pasa de un tipo de crecimiento radial concéntrico a un crecimiento de corte longitudinal (Carrión 1987 y Kingman 2006), donde “aparece” el centro como objeto y problema. A partir de este momento y a lo largo del siglo XX, la zona central de la ciudad mantendrá las sedes de los poderes nacionales, locales y eclesiásticos; pero, pasará a incorporar –cada vez con mayor fuerza– usos comerciales, llegando a constituir uno de los principales lugares del comercio informal a fines de los años noventa. 2 Además, el perfil del residente de la zona se vuelve mayoritariamente de estratos bajos. Estos dos aspectos (comercio informal y la pobreza de sus residentes) han sido algunos de los principales argumentos propuestos para “recuperar” el CH. Su “creación” como problema está vinculada a su propia crisis.

En la actualidad, podemos hablar de la importancia del CH en tres sentidos: 1) Debido a la organización espacial de Quito, el centro cumple una “función” de organizador entre un “sur” y un “norte”. Además, sigue siendo un eje de movilidad central en la ciudad y de atracción de diversa índole (p.e. comercio, establecimientos de educación). 2) Es el objeto de diversas fantasías, mitos e imaginarios urbanos; que se disputan su “pasado, presente y porvenir”. Es un espacio simbólicamente habitado cuyos significados se encuentran en constante disputa. 3) Es el espacio de disputa sobre la ciudad y lo público por excelencia. Es un espacio que condensa la discusión sobre el “futuro” de la ciudad. No existe otro espacio de la ciudad que “todos sientan como suyo de alguna manera”. Estos aspectos no solo definen las características de centralidad que posee el CHQ, sino que expresan su carácter altamente simbólico y político.

Actores patrimoniales y áreas de intervención: el FONSAL

Es dentro de estas características, que adquiere importancia el debate sobre las políticas de renovación implementadas en el caso de Quito en las últimas tres décadas. El elemento transversal que define las particularidades, discurso y modalidad de las intervenciones que se realizan en el CHQ tiene que ver con las lógicas y sujetos patrimoniales que se activan en este espacio. De esta manera, consideramos que en la actualidad el elemento que actúa con mayor fuerza sobre la producción del espacio del CHQ es el patrimonio como un dispositivo (Kingman y Goetschel 2005), así como los discursos que produce (Salgado 2008).

El patrimonio no existe de forma “natural” ni debe ser considerado un “acervo”, sino que es el resultado de una interacción compleja de actores que seleccionan –de forma arbitraria– referentes naturales y culturales que son asimilados por discursos patrimonialistas, que los naturaliza ocultando su propio proceso de producción y selección.

Unas aclaraciones al paso: el discurso patrimonial actúa como el principal organizador y productor del espacio del CHQ; el patrimonio no existe de forma “natural” ni debe ser considerado un “acervo”, sino que es el resultado de una interacción compleja de actores que seleccionan –de forma arbitraria– referentes naturales y culturales que son asimilados por discursos patrimonialistas, que los naturaliza ocultando su propio proceso de producción y selección; posee un carácter centralmente político; es necesario situarlo en su relación con procesos globales (económicos, culturales, entre otros) en dos sentidos: la presencia y presión de organismos internacionales por la recuperación y mantenimiento del patrimonio cultural, expresado tanto en legislación como en cooperación internacional; y el turismo como lógica principalmente económica. 3

Dicho esto, veamos cómo se proponen las áreas de intervención y los recursos disponibles para la acción en esta área. Del conjunto de instituciones que intervienen en el CHQ –como la Administración Zonal Centro, la Empresa de Desarrollo Urbano INNOVAR.UIO, entre otras-, se puede afirmar que una que posee un carácter especial al respecto, dado que organiza y promueve un discurso patrimonial sobre el CHQ es el Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito (FONSAL).

Una expresión de su papel central se puede encontrar en los altos niveles de recursos que esta institución posee.   Para el periodo 2001-2008 las inversiones hechas por esta entidad alcanzaron 232 millones de dólares para un total de 387 proyectos desarrollados, cifras que alcanzan nuevas magnitudes en la última década, dado que el presupuesto inicial se ha incrementado significativamente, pasando de 798 mil dólares en 1998 a 62 millones de dólares para el año 2007 (último año del que se tiene información), es decir, un incremento de más de 80 veces. Esta información es importante no solo por lo que dice de la capacidad de ejecución del FONSAL y los recursos disponibles que posee, sino para tener una idea de la magnitud del proceso de renovación urbana en Quito.

Respecto a las áreas de trabajo, el FONSAL identifica dos grupos: Patrimonio Tangible (Restauración de Monumentos, Restauración de Espacio Público, Restauración de Monumentos en la Zona Rural, Preservación del Patrimonio Arqueológico) y Patrimonio Intangible (preservación de Historia, Música, Danza, Tradiciones, Leyendas, Literatura). Pese a esto, en el libro Quito, Patrimono y Vida. Obra del FONSAL 2001-2008 (2009) la casi totalidad de proyectos se centran en el patrimonio tangible y en los siguientes ámbitos de acción: Programa de Proyectos Urbanos, Programa de Arquitectura Religiosa, Programa de Arquitectura Civil, Programa de Bienes Inmuebles; Programa de Arqueología; Programa de Patrimonio Intangible; Programa de difusión del Patrimonio, Programa Editorial y Programa de Obras de Emergencia. Es decir, de estos programas solo uno se encuentra destinado específicamente al patrimonio intangible.

Recorridos y fractura urbana

¿Cómo evaluar las transformaciones y narrativas producidas por el discurso patrimonial? Veamos cómo se plantea una de las áreas centrales de intervención: la imagen urbana.

La imagen urbana, conformada por el espacio público y sus límites, que se configuran en base de las fachadas y volúmenes de los edificios monumentales, del equipamiento urbano y del continuo de las otras edificaciones, es esencial para la vida ciudadana; de allí la importancia de la calidad y escala de sus elementos, de las sensaciones que provocan y de las actividades que estimulan. En el Centro Histórico, la imagen urbana es una condición para la percepción y disfrute de la trama urbana, el tradicional damero de calles rectas que se expanden en plazas y atrios, y de los bienes patrimoniales insertos en ella. Sin duda los procesos urbanos, sociales y económicos habían redundado en su deterioro, entre ellos la ocupación densa del espacio público por el comercio callejero (FONSAL  2009: 94).

Se busca anular la tensión, elemento central de la experiencia urbana, para situar una narrativa patrimonial sobre Quito a-histórica, que incluye lo “popular” a partir de su vaciamiento de significados y exotización, una postal turística donde los personajes están ausentes.

A partir de esta cita y otras fuentes se puede plantear algunos comentarios sobre la situación actual del “proyecto” de renovación urbana en el CHQ: en primer lugar, respecto a la “concepción” del espacio, se otorga una primacía a los aspectos materiales (arquitectónicos, equipamiento) como organizadores de la experiencia urbana y generadores de un paisaje urbano “ordenado y limpio”. De esto se deriva un segundo aspecto, el cual tiene que ver con el hecho de que las prácticas de uso y apropiación deben responder a este espacio físico, sin disputarlo (por lo que se deben reforzar las técnicas de disciplina y control). En estos dos ejes se sitúa la importancia otorgada al proceso de “modernización” del comercio informal: se reubicaron 10 mil comerciantes en centros comerciales populares.

De esta manera, se propone un espacio social limpio, ordenado y sin conflictos que permita convertirse en un punto de atracción activo de turismo y lugar de representación de una narrativa “particular” sobre Quito, su historia y su identidad. Se busca anular la tensión, elemento central de la experiencia urbana, para situar una narrativa patrimonial sobre Quito a-histórica, que incluye lo “popular” a partir de su vaciamiento de significados y exotización, una postal turística donde los personajes están ausentes.

Esto se expresa en dos formas de organización del espacio: por un lado, en los recorridos “oficiales” de este Quito colonial y expresión de la identidad local; y por otro lado, en la expansión de fracturas urbanas en relación con el resto de la ciudad y respecto a la propia zona del CHQ donde se generan nuevas fragmentaciones. Respecto a este último punto, no es casualidad la ubicación de los centros comerciales donde se reubicaron a los comerciantes informales, y las zonas donde se ubican los restaurantes y hoteles de primera categoría destinados especialmente al turismo.  4

Como plantea Swanson, las políticas de renovación implementadas en Quito y Guayaquil se basan en criterios higienistas y raciales de organización del espacio, en donde “estas políticas urbanas revanchistas solo han servido para exacerbar las divisiones raciales espaciales” (2007: 723), y “eliminar” a grupos indígenas y pobres de espacios ahora destinados al turismo. 5

Apuntes finales e interrogantes

El CHQ ha sufrido múltiples transformaciones en las últimas décadas. Una de las más preocupantes es el proceso de despoblamiento: mientras que para el año 1974 habitaban en la zona 90 mil personas, para el 2001 solo residían 51 mil. De persistir esta tendencia, para el año 2025 solo habitarían un poco más de 15 mil personas. El objetivo de reasignarle un sentido residencial a la zona no se ha cumplido. Entre los múltiples programas al respecto, tanto de rehabilitación de viviendas (como el programa de crédito Pon a Punto tu Casa, que entre 2003 y 2007 aprobó 352 proyectos de rehabilitación) como de construcción de nuevas viviendas (p.e. Quito Vivienda) no han logrado cambiar el panorama. La tugurización, alta densidad poblacional y el mal estado de las edificaciones sigue siendo una característica; pero, se mantiene principalmente en las zonas que no forman parte de los “recorridos oficiales”.

Mientras por un lado se prioriza cierto tipo de usos (p.e. turismo) en lugar de otros (residencia) y se promueven narrativas (del Quito colonial y expresión de la identidad de la ciudad); por el otro, se despliegan dispositivos (el patrimonialista) que intentan disminuir las tensiones que configuran la experiencia urbana y producir un paisaje y estética urbana desconflictivizada.

En la narrativa “oficial”, el CHQ expresa el lugar simbólico por excelencia de la “quiteñidad”, basada en una estrategia de hacer atractiva a la ciudad para el turismo. Sin embargo, pese a que el turismo en Quito presenta un aumento sostenido en los últimos años (Mezquita 2009), la inversión en oferta de infraestructura en el CH es baja (menos de 10 hoteles y restaurantes de primera categoría concentrados en algunos barrios del CHQ) lo cual se expresan en que el turista promedio pase menos de 5 horas en la zona.

Las políticas de renovación han producido un nuevo juego de inclusión/exclusión en el CHQ. Es decir, mientras por un lado se prioriza cierto tipo de usos (p.e. turismo) en lugar de otros (residencia) y se promueven narrativas (del Quito colonial y expresión de la identidad de la ciudad); por el otro, se despliegan dispositivos (el patrimonialista) que intentan disminuir las tensiones que configuran la experiencia urbana y producir un paisaje y estética urbana desconflictivizada. Estos aspectos se complementan, y es como resultado de este juego continuo donde se pone en disputa la cualidad y posibilidades de aparecimiento del espacio público en el CH.

Pero no hay que perder de vista que las políticas sobre el CHQ forman parte de una narrativa mayor, en donde los procesos de gentrificación y renovación urbana aparecen como una estrategia global del urbanismo neoliberal (Smith  2002) y dentro de cambios en el Estado y sus formas de organizar el espacio urbano (Wacquant 2007). 6 Si bien en el caso de Quito no podemos hablar de un proceso de gentrificación en materia residencial, sí es posible hablar de una política de promoción de este proceso, lo cual se expresa, por ejemplo, en que la mayoría de políticas de vivienda para el CH se apliquen a residentes e “interesados” de todo estrato socioeconómico.

Actualmente, nos encontramos en un contexto donde “una visión” sobre el proyecto de CH domina el debate y organiza las intervenciones en este espacio, intervenciones que van adquiriendo cada vez mayores dimensiones, no solo por los recursos destinados y la concepción detrás de ellos, sino por el aún incipiente pero creciente interés del sector inmobiliario en la zona. Esto plantea una serie de retos que obligan a repensar en nuevas formas de articulación del mercado y el espacio público (como cualidad política de la ciudad). Se trata de retos cada vez más urgentes, dado un modelo de ciudad (y de gestión) que se vuelca sobre sus propios habitantes, excluyéndolos de los espacios e incorporándolos como personajes sin vida en una postal turística.


* Investigador del Programa de Estudios de la Ciudad (FLACSO – Ecuador), Editor de la revista Centro-h (www.revistacentro-h.org) de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos (OLACCHI). Correo electrónico: mdammert@flacso.org.ec

Referencias Bibliográficas

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Andrade, Xavier. “Más ciudad, menos ciudadanía: renovación urbana y aniquilación del espacio público en Guayaquil”. EN: Ecuador Debate. No. 68. Quito. Centro Andino de Acción Popular – CAAP. pp. 161-197, 2006.

Carrión, Fernando. Quito. Crisis y Política Urbana. Quito: Ciudad, 1987.

FONSAL Quito, Patrimono y Vida. Obra del FONSAL 2001-2008. Quito: FONSAL 2009.

Kingman, Eduardo La ciudad y los otros. Quito 1860-1940. Higienismo, ornato y policía. Quito: FLACSO Ecuador,  2006.

Kingman, Eduardo y Ana María Goetschel. “El patrimonio como dispositivo disciplinario y la canalización de la memoria: una lectura histórica desde los Andes”. En: Carrión, Fernando y Lisa Hanley (Eds.).Regeneración y revitalización urbana en las Américas: hacia un Estado estable. Quito: FLACSO – Ecuador,  2005.

Herzer, Hilda (Org.) Con el corazón mirando al sur. Transformaciones en el sur de la ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires: Espacio editorial,  2008.

Mezquita, Alexander “El turismo en la ciudad de Quito”. En: Carrión, Fernando y Manuel Dammert G. (Eds.). Quito: ¿metrópoli mundial? Quito: OLACCHI / INNOVAR. 2009, en prensa.

Prats, Llorenc. Antropología y patrimonio. Barcelona: Ariel. 1997.

Salgado, Mireya. “El Patrimonio Cultural como narrativa totalizadora y técnica de gubernamentalidad”. En:Revista Centro-h, No. 1: 13-25. 2008.

Samaniego, Pablo. “Financiamiento de centros históricos: el caso del Centro Histórico de Quito. En:Carrión, Fernando. El financiamiento de los Centros Históricos de América Latina y el Caribe. Quito: FLACSO / INNOVAR / Lincoln Institute 2007.

Smith, Neil. “New Globalism, New Urbanism: Gentrification as a Global Urban Strategy”. Antipode, 34 (3): 434 – 457. 2002.

Swanson, Kate. “Revanchist Urbanism Heads South: The Regulation of Indigenous Beggars and Street Vendors in Ecuador”. Antipode, 39 (4):   pp 708 – 728, 2007.

Wacquant, Loic. Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado. Buenos Aires: Siglo XXI. 2007.


  1.  Políticas en gran parte financiadas por la cooperación privada y ciertos sectores privados. Esto obliga a situarlas en procesos de negociación entre la gestión local y corrientes externas promovidas por actores internacionales (p.e. el BID).
  2. Proceso que Prats (1997) denomina como “activación patrimonial”.
  3. Sobre el financiamiento del CHQ, ver: Samaniego (2007).
  4.  Se puede plantear que las políticas de renovación se han centrado en ciertas zonas (especialmente en el Núcleo Histórico y ciertos barrios), lo cual expresa una política de intervención segregada, que propone un “recorrido” particular y deja de lado otras zonas que elimina del paisaje histórico que construye.
  5.  Existen varias diferencias entre los casos de renovación urbana en Guayaquil y Quito, aunque ambos comparten las etiquetas de “modelos exitosos”. Sobre el caso de Guayaquil ver: Andrade (2006, 2007).
  6. Gentrificación es un concepto de origen anglosajón, y actualmente presente en el debate en diversos lugares, que hace referencia al cambio de residentes de estratos pobres a través de su desplazamiento por miembros de clases medias y altas, transformando el espacio construido, con un aumento en los valores inmobiliarios, entre otros aspectos. Para una breve presentación de la discusión al respecto, ver: Herzer (2008: capítulo 1)