“Yo no sé qué hacen quejándose tanto de la Constitución del 93. Dicen que es ‘autoritaria’ o no sé qué, pero lo cierto es que no se atreven a cambiarla. La Constitución del 93 es la Constitución que rige al Perú hoy en día”, 1  respondía Martha Chávez cuando se le preguntaba sobre la caracterización de autoritarismo que recibe el gobierno en el que participó.Esta afirmación aparecerá para algunos, sin duda, como una relectura subjetiva (por ser partidaria) del pasado porque termina otorgándole al fujimorismo un peso importante en el funcionamiento de la democracia peruana hoy. Para los que comparten la postura de Chávez, esa Constitución es la metonimia y culminación de un proceso de reordenamiento nacional iniciado el 5 de abril de 1992.

Aprovechando el aniversario y la posibilidad de un análisis retrospectivo, este artículo se propone entender la importancia de esa fecha desde sus consecuencias, más allá de toda lectura partidaria, sea cual fuere esta.
Primero, analizaremos las miradas internas que permiten comprender cómo es construido el peso simbólico, para luego exponer las relaciones Estado-partido desde las trayectorias de un trío de congresistas de aquel entonces. En realidad, este artículo espera, de manera ambiciosa ciertamente, incentivar un debate sobre las relaciones entre Estado y partido como determinantes de la política.
El 5 de abril: hito en la narrativa fujimorista
En el ámbito partidario, el espacio de lucha simbólica para determinar la lectura del pasado es una de las formas más finitas de la confrontación política. En un país donde la vida política está influenciada fuertemente por el ámbito militar y la violencia condicionó por veinte años la vida pública, un partido que saca provecho de eso en su imaginario logra sobrevivir de manera duradera.
Imagen primera: un mal necesario para lograr reformas

no se trata, propiamente dicho, de una relación vertical de imposición de una postura […] sino de relecturas idénticas desde dos grupos del partido, y es este tal vez el ejemplo más interesante de la apropiación popular de las ideas fujimoristas, lo que permite entender su éxito aún hoy.

En el actual local de Fuerza 2011, en el paseo Colón, cotidianamente, en época de campaña, se repetía un video titulado “Tres años que cambiaron la Historia”. El video, con la entonación dramática que adoptaban los reportajes del programa Panorama en la década pasada, describía la situación a inicios de los noventa en el Perú. El video tenía dos tiempos: el primero, una sucesión de imágenes violentas de las plagas sociales de ese momento con fondo de música de pánico y la descripción de la actitud de Fujimori en ese entonces. “La gente no entendía, fue solo con el 5 de abril que se aceptaron las cosas”, enunciaba la voz en off.
El segundo momento era un análisis de las consecuencias de ese buen accionar para el país. La decisión de disolver el Congreso se explica por la continuidad de la gobernabilidad. Lo mismo para cuando el Consejo de Ministros adquiere una fuerza legislativa, y cuando se nombra una comisión especial de reorganización del Poder Judicial. Las reformas económicas (la desaparición del inti y la detención de la inflación principalmente) eran otro logro.“La economía creció, era un ángulo hueco prácticamente.  2 Toda la historia del país, pero sobre todo si el Perú crece y nadie lo para, es gracias al ingeniero Fujimori”. 3 Y así terminaba. El video debía ser visto por 20 personas diarias en promedio en un periodo de 10 meses consecutivos.
La secuencia explicativa reformas-progreso nacional es una lectura compartida por las élites del partido, como lo muestran estas palabras de Santiago Fujimori.
Desde abril del 92 es que se introduce la mayoría de las grandes reformas, entramos ya a la fase de la apertura de mercado, de las grandes modificaciones en cuanto a reforma tributaria. También [hubo] reformas de tipo laboral […], en materia de terrorismo, se pudo capturar a Abimael Guzmán por un grupo denominado GEIN, el grupo especial de inteligencia, que recibió un importante apoyo del Gobierno central, ellos estaban totalmente desamparados, nunca tuvieron el apoyo político. 4
El trabajo de campo permite decir que no se trata, propiamente dicho, de una relación vertical de imposición de una postura (como sí ocurre en los partidos de masas), sino de relecturas idénticas desde dos grupos del partido, y es este tal vez el ejemplo más interesante de la apropiación popular de las ideas fujimoristas, lo que permite entender su éxito aún hoy.
Imagen segunda: la frontera entre lo bueno y lo malo
Para Santiago Fujimori, años después, una de las grandes paradojas del 5 de abril es que es usada por los opositores políticos como un arma para denunciar. La politización de la justicia y sus contradicciones toman forma para él en la persona del juez San Martín.
Entrevistadora: ¿Cómo explica usted el juicio a su hermano?
Santiago Fujimori: Uno de los factores fundamentales fue […] el autogolpe del 5 de abril del 92, y, cosa curiosa, el presidente de este tribunal, el señor César San Martín, el año 91 era juez de primera instancia, y él tenía como antecedente que había liberado a ciertos terroristas en el proceso. A raíz de eso, el señor San Martín, el 5 de abril, fue destituido de su cargo. […] En el año 2002 o 2003, se abre un proceso contra los exministros por el asunto del 5 de abril, entre los que estaba comprendido, evidentemente, el exministro de Justicia, y el presidente del tribunal era nada menos que César San Martín. Qué incongruencia, ¿no?
En el análisis del uso político del pasado, el rol de las emociones no debe ser menospreciado. Si bien no nos podemos detener mucho en ello, estas declaraciones de Santiago Fujimori sobre el 5 de abril, teñidas de indignación, permiten poner en evidencia cómo el marco de análisis fujimorista del campo político (es decir, de los demás actores en concurrencia en el espacio político) se construye. La tabla a continuación intenta resumir esa construcción.
Tabla 1
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La tercera imagen de la memoria sobre el 5 de abril tiene que ver con un mito fundador del verdadero fujimorismo. Para entenderlo, vamos a recurrir a la voz de Martha Chávez.
Yo voté por Vargas Llosa. No me gustó, pero al año yo ya era conversa de Fujimori. […] Hasta que el 5 de abril apoyé y saludé. Aunque como abogada hubiera preferido que no lo hiciera, porque era una decisión fuera de la Constitución, no seguía los parámetros constitucionales. […] El 5 de abril me sorprendió, como a todos los peruanos, la decisión del presidente. El 8 de abril, Santiago [Fujimori] me lleva a conocer al presidente […]. Tiempo después, el cargo que me ofreció fue el de secretaria del Consejo de Ministros […] fue un momento muy significativo, no solamente como mujer, sino que también yo no pertenezco ni a la familia, ni al cogollo político, ni al entorno amical, y me llamaron al corazón mismo del gobierno. 5
El fujimorismo, a partir del 5 de abril, hace entrar con fuerza a una nueva clase política a las altas esferas de Gobierno: personas técnicas, sin antecedentes políticos, seguidoras del líder. El 5 de abril permitió, desde la reformulación del Legislativo y el reordenamiento del Ejecutivo, crear un nuevo lazo con los propios congresistas, tal como lo han señalado ya Degregori y Meléndez, 6 así como Pedro Planas.   7
Como yo —dice Martha Chávez—, vinieron una serie de personas que no habían estado en los primeros momentos del presidente Fujimori, que no pertenecían a Cambio 90. Cambio 90 era el grupo de personas amigos del presidente, compañeros de trabajo del presidente de la Universidad Agraria. Entonces, como sucede en todos los partidos, pues el presidente tuvo que poner mano firme. El presidente siempre dijo “yo no tengo amigos, yo pongo en los puestos a las personas que van a desempeñarse bien”, y el fue llamando a personas ajenas […]. Y en agosto se crea, bajo la inspiración del presidente mismo, otro partido para representar y agrupar a las personas que nos habían llamado por nuestro aporte. Y esos eran: Jaime Yoshiyama, yo misma, Carlos Torres, Carlos Blanco, Demetrio Patzias. Entonces fuimos cuatro fundadores, y formamos Nueva Mayoría. 8
Mil novecientos noventa y dos significa también la creación del segundo partido fujimorista y la renovación de su personal político desde la cúpula: se reemplaza a los 32 diputados de Cambio 90, de los cuales 40% provenían de redes religiosas. Solo sobreviven tres. 9
Tal como lo ha subrayado Carlos Eduardo Pérez Crespo, 10 es desde 1992 que el fujimorismo se caracterizará como partido que soluciona situaciones de crisis. La memoria fujimorista eleva las situaciones de emergencia a fechas o actos históricos y heroicos que mantendrán viva a la organización durante más de veinte años.
Todo proceso de crisis como el que se vivía en 1992 es revelador de procesos más socavados y estructuras de larga data en la vida política nacional. El carácter informal del presidencialismo y su falta de normatividad somete al Legislativo a la precariedad. En Francia, el presidente tiene la facultad de disolver una cámara del parlamento en nombre de la gobernabilidad. Al no ser este el caso y no disponer de herramientas de control suficientes, en 1992, Fujimori redujo el parlamento a una sola cámara, y acabó con uno de nuestros principales sistemas de control y equilibrio de poderes.
El contínuum 11  Estado-partido
Degregori y Meléndez han llamado al proceso de renovación de personal político de 1992 “el CCD o la fundación del fujimorismo”. Para ellos, se definen desde esa época los rasgos que después definirán al fujimorismo. El perfil mayoritario es: hombre, tecnócrata y limeño. A partir de 1995, el fujimorismo tendrá tanto cara tecnócrata y limeña como provinciana. Por disponer de datos más completos, hoy en día es posible afinar este análisis. No solo se puede decir que se trató de técnicos (16% de abogados, 11,4% de agrónomos, 9% de administradores de empresas y 9% de profesores en 1992; 15,6% de abogados, 10% de profesores y 8,5% de ingenieros agrónomos en 1995; y casi las mismas cifras en 2000) o que después de 1992 la mano de Santiago Fujimori se hace notar, ya que en promedio 14% de los congresistas (el porcentaje más alto) venían de la Universidad Católica, donde él había realizado su maestría. Se puede decir también que se fue remplazando progresivamente a personas con cargos dentro del partido por personas con cargos de elección popular y experiencia en el Estado.
En 1992, 15 de los 44 congresistas (o sea 34%) habían ocupado un cargo partidario dentro del fujimorismo y 13% había tenido un cargo público en el aparato estatal. En 1995, 11 de los 71 congresistas, o sea 15,5%, habían tenido un puesto en el partido y 22% habían ocupado un cargo público de elección popular  o habían sido funcionarios de gobiernos locales. En 2000, 19% (7 de los 36 congresistas) había ocupado un cargo en el fujimorismo y 47% había tenido un puesto en un cargo de elección popular 12 o como funcionario público. 13
Lo que estas cifras demuestran es el cambio en la selección de personal político. Si bien en un primer momento se rigió por redes personales (de Santiago Fujimori y Jaime Yoshiyama) que privilegiaban un perfil tecnócrata, en un segundo tiempo sobresalieron personas con cargos locales de elección popular conocedores y poseedores del capital social y del conocimiento del aparato estatal para permitir una implantación de tipo territorial y de escala local del partido (se nota más la ambición de Absalón Vásquez).

Por tanto, el fujimorismo es, tal vez, el mayor ejemplo de construcción partidaria desde el ámbito estatal, y el 5 de abril es la fecha de formalización de esa construcción política.

Por tanto, el fujimorismo es, tal vez, el mayor ejemplo de construcción partidaria desde el ámbito estatal, y el 5 de abril es la fecha de formalización de esa construcción política. Recorramos brevemente tres trayectorias claves, las de Luz Salgado, Jaime Yoshiyama y Absalon Vásquez (que fueron respectivamente congresista electa, candidato a segundo vicepresidente en la última campaña y profesor retirado de la vida política).
Luz Salgado es candidata a diputada por Lima en 1990. Al no ser elegida, es nombrada jefe del Programa de Asistencia Directa (PAD, predecesor del Pronaa) en agosto de 1990, luego presidenta de Foncodes en noviembre de 1991, viceministra de la presidencia en agosto de 1992 y cuatro días después viceministra de Desarrollo Social Regional del Ministerio de la presidencia. Tras esta carrera corta, pero en puestos claves, Luz Salgado es elegida congresista de la República con una de las más numerosas votaciones. 14
En la campaña pasada (2011), un simpatizante fujimorista que hacia predicciones sobre el éxito electoral decía: “Luz Salgado sale de todas maneras, ella es la que tiene más afinidad con las bases”. 15  Para Luz Salgado, secretaria de Fujimori en la Universidad Agraria, sus puestos en proyectos de desarrollo territorial a nivel nacional le permitieron darse a conocer y crear un sector de apoyo que luego le valieron ser elegida diputada y seguir desde su cargo en el Legislativo, consolidando los vínculos con los sectores populares que se identifican aún con ella. Ese vínculo es el que aprovechó para crear pequeñísimas redes locales de contacto y mantener viva la imagen del fujimorismo los años que no estuvo en el poder, lo que permitió que el movimiento resurja diez años después.
Jaime Yoshiyama fue en 1990 presidente de directorio de Electrolima, ministro de Transportes y Comunicaciones, ministro de Energía y Minas (noviembre1991-septiembre 1992) y presidente de la Comisión de Privatización de las Empresas Públicas (Copri). 16 Además, fue electo congresista en 1992.
En 1995, no fue reelecto porque se pensaba una estrategia de implantación territorial mediante la creación de un segundo partido, Vamos Vecino, que llevaría a Yoshiyama a ser el candidato para alcalde de Lima. Las élites de gobierno se transformaban, como se ve, muy frecuentemente en cuadros partidarios. Dieciséis años después (2011), Yoshiyama también contribuirá a que el partido se siga manteniendo vivo y con fuerza, y fue el candidato a vicepresidente que dirigió la estrategia de campaña que llevó a Keiko Fujimori a quedar en segundo lugar en las últimas elecciones.
Absalón Vásquez, quien luego dirigiría el grupo Vamos Vecino dentro del fujimorismo, había sido viceministro de Agricultura de 1992 a 1996 y luego ministro de Agricultura en 1996.
Si estos tres ejemplos pueden parecer casos aislados, tal vez no lo sean estas cifras: 30 de los 112 congresistas de la bancada fujimorista entre 1992 y 2000 fueron ministros, o sea 27%. Lo cual demuestra una movilización importante de personas, así como un flujo de personal político entre los diferentes poderes del Estado. Son pocos ejemplos, pero esclarecedores del comportamiento fujimorista, que demuestra una continuidad entre actividad de proselitismo partidario y labor estatal.
¿Y si los partidos fueran parásitos?
El análisis político actual repite constantemente la idea de la falta o fragilidad de los partidos. Quisiera aquí proponer una hipótesis que, con riesgo de equivocarme, me gustaría que fuera debatida. En el Perú, los partidos políticos existen, el problema es su falta de institucionalización. Ello se puede deber a que mantienen relaciones muy cercanas con el aparato estatal.
Dos tipos de caso existen bajo esta figura. O se institucionalizan a través del aparato estatal, como es el caso del fujimorismo, o existían desde antes de su paso por el Estado, pero no sobreviven desde que lo dirigen. El aprismo hubiera podido ser un contraejemplo, que ya no es válido al día de hoy. Después de su primer periodo de gobierno logró incursionar progresivamente en el Legislativo y mantener una organización relativamente sólida. Hoy, tendrá tres congresistas, pero no posee más una organización de base.
En ese sentido, tal vez más que analizar las fallas internas de los partidos y su ausencia, deberíamos reflexionar acerca de cuáles son sus características de adopción del aparato estatal para hacer vivir la institución partidaria. A continuación algunas ideas.

En ese sentido, la fragilidad partidaria, desprovista de toda ideología y plan a largo plazo, coopta puestos públicos para satisfacer necesidades personales y coyunturales. Esto impide la construcción de un cuerpo público, y fragiliza a la larga al aparato estatal.

Por un lado, lo que se hace desde el Estado con el fin de fortalecer al partido: instrumentalización de los programas sociales (del odriismo al fujimorismo) y desarrollo exacerbado de la infraestructura como deseada traducción simbólica de la eficiencia estatal y de la cercanía del Estado al pueblo (del fujimorismo al segundo aprismo). La base social de Odría se hizo porque su mujer empezó con los programas de alimentación; el Pronaa y Foncodes se crearon para asegurar la base popular con la que el partido no gozaba cuando llegó al poder. Y las madres de los comedores constituyen hoy un bastión fuerte del fujimorismo.
Por otro, lo que el partido le hace al Estado: cooptación de puestos públicos, precariedad de los estatutos laborales basados en el único criterio de la confianza y la representación social fuera de todo marco institucionalizado e instrumentalizada de manera temporal para conseguir ciertos fines. En ese sentido, la fragilidad partidaria, desprovista de toda ideología y plan a largo plazo, coopta puestos públicos para satisfacer necesidades personales y coyunturales. Esto impide la construcción de un cuerpo público, y fragiliza a la larga al aparato estatal.
En biología, la parasitología se aboca al estudio de organismos parásitos y la relación de ellos con sus hospedadores y el medio ambiente.  Los partidólogos (al menos los fujimorólogos) deberíamos inspirarnos de los parasitólogos para entender la vida de los partidos desde su principal organismo hospedador, el Estado, y entender a partir de allí la fragilidad de este. He optado por no utilizar el término “sistema de partidos” o cualquier otro de esta índole porque creo que la enunciación de estos hechos invita a una reflexión para entender de otra manera la vida partidista y, por lo tanto, reconceptualizarla. Esto es solo el inicio de una reflexión que me parecía urgente compartir.

* Magíster en política comparada por el Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po Paris). Actualmente trabaja en el gabinete de asesores del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) y es profesora de Sociología Política en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
Para cuestiones puramente estéticas, se ha retomado la expresión de Carlos Raffo según la cual la actitud de desaprobación pública de los oponentes del fujimorismo había construido un monstruo. En este caso la vida partidaria por un lado y la vida desde el Estado hacen del “monstruo” un ser bicéfalo.
 
Referencias bibliográficas
Degregori, Carlos Iván y Carlos Meléndez (2007). El nacimiento de los otorongos, El Congreso de la Republica durante los gobiernos del Alberto Fujimori (1990-2000). Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Pérez Crespo, Carlos Eduardo (2008). El reto autoritario. Los límites de la democracia liberal y la legitimidad política del fujimorismo. Tesis para obtener el grado de licenciado en la PUCP.
Planas Silva, Pedro (2000). La democracia volátil: movimientos, partidos, lideres políticos y conductas electorales en el Perú contemporáneo. Lima: Friedrich Ebert Stiftung.

  1. Entrevista personal a Martha Chávez, marzo de 2011.  
  2. Ángulo hueco entendemos que hace referencia a la L de los gráficos sin ninguna línea que crece.
  3.  Notas de campo tomadas entre fines de enero y mediados de abril de 2011.  
  4. Entrevista personal a Santiago Fujimori, marzo de 2011.
  5.  Entrevista personal a Martha Chávez, marzo de 2011.
  6.  Degregori y Meléndez 2007.
  7. Planas 2000.
  8. Entrevista personal a Martha Chávez, marzo de 2011. 
  9.  Degregori y Meléndez 2007.
  10. Pérez Crespo 2008.
  11.  Entendemos por contínuum la perpetuación de un espacio a otro, una continuidad organizacional de una entidad a otra. La idea del contínuum ha sido trabajada en la relación entre partidos políticos y movimientos sociales por Hélène Combes. Para mayor información leer: «Pour une sociologie des relations entre partis et mouvements sociaux», Sociologie et société, vol. XLI, n.° 2: 161-188, 2010.
  12. Cargo de elección popular hace referencia a una serie de cargos que van desde alcalde distrital, provincial o regional a diputado. 
  13. Elaboración propia a partir de de información de infogob.pe.
  14. Información disponible en congreso.gob.pe
  15. Notas de campo 
  16.  Información disponible en congreso.gob.pe