¿Qué significa reconocer que el Perú es un país indígena y cuáles son sus implicancias? Que el Perú ya no sea mayoritariamente indígena no quiere decir que lo indígena haya perdido relevancia. Por el contrario, lo indígena ha venido retomando cada vez más peso en tanto viene ganando fuerza la idea de que como sociedad nuestro horizonte no tiene que ser el de la homogeneidad cultural y que cualquier Estado debe relacionarse con sus ciudadanos reconociendo y respetando su diversidad cultural. Además, por si lo anterior no fuera suficiente, en los últimos años se ha hecho evidente que las poblaciones indígenas en nuestro país experimentan no solo condiciones agudas de desigualdad económica y social, sino que se trata de una condición que se mantiene y reproduce en el tiempo.

A partir de la constatación tanto de los retos que tienen que asumir el Estado peruano para reconocer y respetar los derechos de los pueblos indígenas como de los desafíos que confrontan las poblaciones y organizaciones indígenas para expresar y hacer efectivas sus demandas, esta nueva edición de Argumentos dedica su tema central a “Políticas y representación indígena en el Perú”. Adicionalmente, a cinco años de los trágicos acontecimientos en Bagua, que expresaron el grado de ruptura que puede existir entre las autoridades e nuestro Estado y los pueblos indígenas de la Amazonía, pensamos que este número puede contribuir también para que estos hechos no se repitan.

Anahí Durandabre el tema central analizando los avances institucionales desde el Estado para atender las demandas de la población indígena, reconociendo los límites y desafíos pendientes de estos avances para constituir una arquitectura intercultural. De manera complementaria, Wilwer Wilca compara la manera en que el Estado y las organizaciones indígenas han dado significado y uso a La Ley de Consulta Previa, haciendo énfasis en los retos que a ambos actores les corresponde para mejorar sus relaciones aprovechando las oportunidades que brinda esta ley. Girando la mirada hacia las organizaciones indígenas, Alberto Chirif realiza un análisis crítico del papel y accionar que vienen teniendo las dos principales organizaciones indígenas de la Amazonía con presencia a escala nacional. Esta brecha entre organizaciones nacionales y locales es evidenciada por Piero Escobarpara el caso de El Cenepa en Amazonas , quien advierte las dificultades generales de la población indígena para canalizar sus demandas.José Ragas aborda la misma problemática, pero rastreada y estudiada desde el rol que tuvieron los emisarios o intermediarios indígenas, en el siglo XIX e inicios del XX, para hacerse escuchar por los respectivos presidentes peruanos.

En otro orden de discusión y recordando una dimensión de las secuelas actuales del Baguazo, Juan Carlos Ruiz hace una pertinente revisión del estado de los actuales procesos judiciales abiertos a raíz de este trágico día, advirtiendo los riesgos e inadecuaciones del sistema penal para sancionar a civiles por hechos violentos producidos en el marco de protestas sociales. Por otro lado, Roger Merinoreflexiona sobre las dificultades de importar nociones como ‘minorías’ a realidades latinoamericanas, proponiendo que los derechos indígenas sean comprendidos desde su reconocimiento como ‘naciones’. Finalmente, Guillermo Rochabrún hace un análisis provocador y crítico del uso que importantes historiadores hacen del concepto racismo para describir y analizar el comportamiento de diferentes sujetos sociales.

Nuestra sección Crítica y Reseña cierra este número con un artículo de homenaje a la obra intelectual de Francisco Verdera realizado por Enrique Fernández-Maldonado, quien explica los principales aportes de este reconocido economista para comprender la problemática laboral en el Perú y en el mundo. Queda claro que hay motivos de sobra para leer y re-leer a Francisco Verdera.